- “La literatura no hace más que poner un espejo frente a nuestra pobre humanidad”, sentencia en una entrevista con Efe el escritor francés Pierre Lemaitre, que ha concluido con su última novela, El espejo de nuestras penas, la trilogía de entreguerras Los hijos del desastre. Siete años después de Nos vemos allá arriba, Premio Goncourt 2013 y que ha vendido más de dos millones de ejemplares, Lemaitre cierra su trilogía con El espejo de nuestras penas (Salamandra), una novela épica sobre las grandezas y las miserias de una sociedad aplastada por los vaivenes de una Historia cuyos ecos resuenan todavía hoy.
La historia de esta novela se sitúa en la primavera de 1940, cuando los nazis marchan hacia París, lo que provoca un éxodo masivo hacia el sur, y en ese contexto Louise Belmont, de treinta años, corre desnuda y cubierta de sangre por el bulevar de Montparnasse. Es una más de los cientos de miles de personas aterrorizadas que huyen a un lugar más seguro. La vida de Louise se acaba cruzando en un campamento del Loira con las de dos soldados desertores de la línea Maginot, un apasionado subteniente fiel a sus principios morales y un histriónico sacerdote capaz de plantar cara al enemigo.
Lemaitre señala que aquel momento de 1940 y el actual del miedo por la pandemia “tienen en común que son épocas de cataclismo” y ambos están relacionados porque “se produce un acontecimiento gravísimo que implica a todo el mundo, que nadie esperaba” y asimismo hay “una respuesta espontánea”. Lemaitre advierte de que “se podría aprovechar la lectura de esta novela para analizar los comportamientos de 1940 y los actuales”: “Han pasado 80 años y me pregunto si la sociedad francesa actual es más madura y si ahora tenemos mejores capacidades para hacer frente al cataclismo que en 1940”.
Admite de que el nivel de educación de la sociedad francesa actual es elevado: “Hay más titulados universitarios que en 1940, y eso significa mayor madurez, pero además también tenemos más información, incluso un exceso, y eso proporciona más elementos para juzgar la situación”, señala. No obstante, el escritor puntualiza que el miedo provoca reacciones irracionales, como cuando “en el inicio del confinamiento, en los supermercados la gente arrasaba con el arroz, el café o la harina, una respuesta de pánico similar a la de 1940”.
Admite Lemaitre que “el miedo es el peor motor humano, porque hace que todos piensen en sí mismos”. “Y la solución ante un cataclismo solo puede ser colectiva, tanto en 1940 como en la actual pandemia”.
La poderosa imagen que introduce el autor en su novela, con cientos de miles de franceses huyendo por carreteras y caminos es, para Lemaitre, “una buena metáfora de cómo funciona la mentalidad de la gente en épocas de catástrofes, todos huyen sin saber hacia dónde van ni comprender por qué ha empezado ese movimiento”.
Con fama de maltratar a sus personajes, Lemaitre se defiende: “El hilo conductor que une las tres novelas demuestra que todos los personajes son capaces de lo mejor y de lo peor y todo depende de las circunstancias”.
Al contrario que en la anterior, Los colores del incendio en la que Alexandre Dumas y su El conde de Montecristo eran un referente, en El espejo de nuestras penas “hay menos modelos narrativos”, si bien es consciente el autor galo de que “conforme avanzaba la trilogía” más radicalizó su “método folletinesco”. Y, de hecho, su próxima novela, que ya está escribiendo y que estará ambientada en la Francia de los 50, también trabaja siguiendo el ritmo del folletín, “con capítulos de la misma dimensión y que acaban con la sorpresa para interesar/frustrar al lector”, un sistema que ve “eficaz para tratar la narración”.
Lemaitre piensa que “el folletín se asemeja al sistema de las series televisivas que se han convertido en el modo de narración más popular en todo el mundo” y él hace “lo mismo que las series pero en versión novela, porque así es el lector actual”.
Sobre esa nueva novela, ha dicho que “se inicia en 1949 y transcurre hasta 1951, y habla de esa época especial que es la salida de la II Guerra Mundial; algo que remite al primer libro, que hablaba del final de la I Guerra Mundial”.
A Lemaitre no le interesaba ni la época de colaboracionismo ni la resistencia, ni la depuración que se produjo al final de la guerra, “temas muy trillados por la literatura”, y optó por “un ángulo menos frecuente como el mercado negro al final de la guerra y las dificultades que vivió la población en el período previo a la reconstrucción”. El foco de Lemaitre se fija en “la gente normal y corriente”, las personas que forman parte del extracto social del que ha salido él mismo, “la clase media baja”. “Escribo sobre los conserjes y las porteras y no de cirujanos estéticos que operan a actrices de Hollywood”, recalca.
Lemaitre anuncia que, como ha pasado con algunos de sus libros, la segunda novela de la trilogía, Los colores del incendio, se convertirá en una película cuyo rodaje está previsto que comience en octubre, para su estreno en 2021. No habrá película para la tercera “porque sería demasiado cara para los presupuestos del cine francés” y ve más factible hacer una miniserie televisiva como ya se hizo con su novela Recursos inhumanos.