- Hace ya dos años que se estrenó Erlauntza/El enjambre, obra de Kepa Errasti protagonizada por un grupo de amigas de la infancia que acude a una casa rural para celebrar la despedida de soltera de una de ellas. Vito Rogado, Sara Cozar, Aitziber Garmendia, Getari Etxegarai, Leire Ruiz y Naiara Arnedo dan vida a esta propuesta dirigida por Mireia Gabilondo, que hoy llega a Araia en euskera. Será a partir de las 22.30 horas en el Arrazpi Berri.

La obra se está convirtiendo ahora mismo en una película.

-Bueno, nosotros como Vaivén, aunque evidentemente se nos ha hecho partícipes del proyecto, no estamos de manera directa en esa parte porque con este nivel de incertidumbre general no nos queríamos meter en más aventuras económicas. Pero han tenido una muy buena ocurrencia. El hecho de que la obra transcurra en un mínimo espacio pero que permite muchos vuelos, da mucho juego. Es una buena idea que hasta ahora está saliendo sin ayudas, aunque espero que una vez que se pueda ver en redes, la gente se anime a apoyarla. Es lo que desearía porque creo que hay mimbres muy buenos, con unas actrices excelentes y una dirección como la de Mireia. Les deseo mucha suerte.

Lo cierto es que la obra se estrenó en verano de 2018 y son dos años de recorrido, más allá del covid-19, muy exitoso.

-Está siendo un recorrido muy potente. Nosotros somos una compañía que, por suerte, le hemos podido dar a los espectáculos mucho recorrido. Último tren a Treblinka, por ejemplo, ha hecho 200 funciones. Algo que ya es un tanto inusitado en nuestros tiempos, como es el hecho de que las obras duren tanto, nosotros lo estamos consiguiendo, quizá porque damos en una clave concreta o porque somos muy pesados y no paramos hasta que le sacamos la última chispa a las giras (risas). Es verdad que la aceptación que ha tenido El enjambre ha sido brutal. Y eso que al principio pensamos que iba a tener un recorrido más localista.

¿Por qué?

-Bueno, pues porque al desarrollarse en un caserío y reunir a seis mujeres de aquí que son muy típicamente vascas, pensamos que la obra iba a tener un camino muy potente pero que se iba a quedar más en escenarios cercanos. Pero, de repente, se vio en dFeria, en Donostia, el año pasado y empezaron a salir propuestas muy interesantes como la de los circuitos de la Comunidad de Madrid y de Castilla La Mancha. Es una obra que lleva más de cien funciones y eso hablando de un momento tan complicado como éste. Es cierto que la gira se nos paró en seco, como le ha pasado a todo el mundo, cuando teníamos ya cerrados otros 30 bolos por delante. Eso es entrar en una situación de agobio muy importante porque, al final, tienes en tus manos la supervivencia de todo un equipo. Estamos en ello, intentando recuperar algo, aunque hay algunas funciones que se han perdido de manera definitiva porque respondían a momentos de programación muy concretos y porque hay ayuntamientos que se han quedado muy tocados. Es un momento en el que debemos tener una gran capacidad de escucha por todas las partes. Hay que primar, por supuesto, la salud, pero, como te decía, escuchar a todas las partes. Claro, ¿qué pedimos nosotros a día de hoy?

Es una buena pregunta.

-Primero que se considere absolutamente legítima nuestra supervivencia. Somos trabajadores como cualquier otra persona. Pero también que se vea a la cultura como una herramienta para el momento tan complicado en el que estamos y para el que se avecina. Vamos a necesitar tejer muchas redes, vivir otras historias, salir de nuestro ensimismamiento, alimentar el alma. Y en todo eso, la cultura puede ejercer un papel fundamental. Somos conscientes de que lo que ha pasado no ha sucedido en balde y de que va a tener muy malas consecuencias. Pero estamos convencidos de que la cultura nos lo puede hacer todo mucho más llevadero.

En esta situación, parece que los espectáculos que se están desarrollando al aire libre están consiguiendo mejor aceptación, mientras que a los teatros les está costando más atraer a la gente.

-Sí. Todos hemos oído que el virus se comporta más agresivo en un espacio cerrado. Pero te puedo decir algo con total rotundidad. Yo he estado en teatros y me he sentido más segura que en mi casa. Estuve en el Festival de Jazz de Donostia, tanto en el Kursaal como en el Victoria Eugenia, y no he visto sitios más seguros. Vas con la mascarilla, todo el rato tienes a disposición gel, se respetan las distancias de seguridad de una manera que ya me gustaría a mí que se diese en la calle... La cultura, a día de hoy, es absolutamente segura. Claro que puede pasar cualquier cosa, pero en un teatro y en cualquier sitio. También en tu casa. No existe el riesgo 0, pero tampoco podemos vivir con miedo 100. Con cautela, pero tenemos que relacionarnos. Lo que estoy viendo son espacios absolutamente seguros y comportamientos absolutamente ejemplares. Así que solo puedo animar a la gente. Entre otras cosas, también, porque necesitamos a la cultura. No va a salir adelante si no nos apoyan a quienes la hacemos. Hay que creer en la cultura, no nos podemos dejar llevar por el desaliento y el desánimo general. Y no soy ninguna optimista recalcitrante que no se da cuenta de lo que hay, pero es que, ante todo esto, hay que seguir y hacerlo con todas las herramientas que están a nuestro alcance, siendo una de ellas la cultura, que es vital.

Pues esperando que el público entienda los teatros como espacios seguros, quienes acudan esta noche a Araia se van a encontrar con una comedia pero que tiene unas cuantas cargas de profundidad sobre el ser humano.

-Es una obra en la que yo me río llorando. Te mueres de risa con muchos momentos porque hay pasajes que son un disloque, pero, por otra parte, vas entendiendo el drama de cada uno de los personajes. Se está hablando de temas con los que, por desgracia, las mujeres nos sentimos muy identificadas por aquello de que todavía nos quedan cotas de igualdad que conseguir. Se habla de la sororidad o solidaridad femenina, de la maternidad, de la amistad, de las cuentas pendientes, de la homosexualidad... es decir, se tratan un montón de temas que mucha gente va a sentir como próximos y, en concreto, las mujeres. Nos sentimos en la obra muy dibujadas y también parodiadas. Es una obra muy fresca, una función con unas actrices en estado de gracia, que se entiende muy bien, que parece de verdad que están reproduciendo cachos de nuestras vidas. A mí me gusta mucho que la pieza es un poco sacrílega, desmitificadora, sinvergüenza. Son mujeres que en un momento se emborrachan o consumen drogas o... Al fin y al cabo, es una despedida de soltera. Y nosotros aprovechamos ese pretexto dramatúrgico para hablar de muchas cosas.

Dejando un poco a un lado la función y la situación actual, sí me gustaría, como empresaria de la escena que es, que mirásemos al futuro más inmediato. ¿Cómo intentar dar pasos hacia delante ante un escenario de total incertidumbre?

-Te reconozco que he pasado por todas las fases psicológicas, de emociones y de análisis posibles. Cuando empezó la desescalada, primero entré en un espacio como de angustia. En el confinamiento, habías estado en casa, como a la espera, en un lugar fuera del tiempo, que no existía. Pero cuando sales, cuando empieza la desescalada, dices: ¿y ahora qué? ¿qué pasa con las dos giras que tengo entre manos, con un espectáculo recién estrenado, con los 20 intérpretes que tengo a mi cargo, con la oficina, con...? Pasada esa primera angustia, en lo que estoy es en el escenario de que todo vaya hacia adelante pero sin olvidar que puede paralizarse todo de nuevo. Así que voy continuando con mis programaciones de gira intentando rescatar los añicos que han quedado de algunas cosas. Ahora mismo tenemos un mercado que es muy incierto pero eso no puede significar que dejes de trabajar, sabiendo lo que hay, por supuesto. Yo estoy ahora mismo en el supuesto de que podamos tirar hacia delante con aforos del 50%, limitaciones presupuestarias y demás condicionantes. Pero es que no podemos hacer otra cosa. Estamos como cualquier otra persona, haciendo en el día a día. Hasta ahora he sido más pesi-optimista, más opti-pesimista, más dramática, más... ¿Que las circunstancias no pintan muy bien? Es verdad. ¿Que las noticias que nos llegan son tremendas? También. Pero no quiero caer todo el rato en el exceso de ruido. Tenemos que seguir viviendo. Tenemos que seguir cuidando a nuestros cercanos, cuidándonos nosotros y, no estaría de más, cuidando bastante más al planeta. Si esta situación nos sirve para repensarnos modelos económicos, ecológicos, sociales... pues oye. Tenemos que repensar muchas cosas.

EL SELLO DE TRAPU ZAHARRA: La compañía regresa hoy al certamen para presentar ‘Turistreando’

- La vigésimo séptima edición del Festival de Teatro de Humor de Araia entra hoy en su segunda jornada de la mano de una compañía que siempre ha dejado un gran sabor de boca en el certamen, Trapu Zaharra. El sello inconfundible del grupo regresa para presentar, en esta ocasión, el espectáculo Turistreando.

Al igual que ayer, la cita con el teatro de calle se producirá en el recinto acotado del patio de la ikastola, sede este año de todas las propuestas bajo el techo del cielo debido a las circunstancias que vienen marcadas por la aparición del covid-19. Para acceder -en cada función pueden entrar unas 200 personas- es necesario retirar invitación gratuita de manera previa, aunque para ver a Trapu Zaharra se agotaron todos los pases ya para el miércoles.

Santi Ugalde y Mila Espiga serán los encargados de encontrarse con los presentes, bajo la dirección de Isidoro Fernández. El público se encontrará con una agencia de viajes que decide lanzar una campaña pionera destinada a minimizar las consecuencias medioambientales del turismo industrial, del turismo de masas. La idea de su nuevo producto se basa en el diseño de viajes virtuales. Para ello tiene previsto programar una aplicación única y personalizada para confeccionar unas vacaciones a la carta. A partir de ahí, eso sí, la teoría puede decir unas cosas y la práctica conllevar otras.