Ir por el mundo cargado con un chelo tiene mucho de pasión y emoción, también de soledad, pero Asier Polo busca en casa sus compensaciones. Cuando no viaja vive en Zeanuri (Bizkaia), una localidad en las estribaciones del Gorbeia. "Desde mi ventana veo el monte, veo todo el valle y me llena de tranquilidad. Necesitaba una casa amplia, una casa para un piano de cola, para ensayar sin molestar a los vecinos, porque a veces monto cada una con amigos... Cuando vuelvo de un viaje hago la compra para una semana y me encierro en casa", confiesa el músico vizcaíno. Descubrió siendo un niño que su vida tenía que estar relacionada con la creatividad. Le gustaba cantar y bailar y suspiraba por un piano. Tener un violonchelo en casa le señaló el futuro, un futuro que ha estado marcado por el éxito. "También por el esfuerzo personal, por el trabajo. Sin trabajo no hay nada", dice. Este fin de semana ofrece dos conciertos en Cantabria y el 19 de agosto estará en Donostia, en la Quincena Musical.
¿Por qué se dedica a la música?
No sé muy bien el origen, porque en casa no había nadie que se dedicara a esto. Gustaba, pero profesionalmente mi familia estaba al margen. Yo era el pequeño de cinco hermanos y dentro de mí tenía esa necesidad vital hacia el mundo del arte que me inclinaba constantemente a trabajar con la creatividad. Me gustaba bailar y cantar. Es verdad que mi tío tocaba el chelo, porque era profesor en el conservatorio y músico de la orquesta de Bilbao, pero no le recuerdo muy bien porque murió cuando yo tenía siete años.
Sin embargo, toca el mismo instrumento que él.
Sí, pero todo son circunstancias. Él era muy mayor y yo no tengo apenas recuerdos, solo lo que me han contado. Había un chelo en casa y cuando le dije a mi madre que quería tocar el piano, ella me dijo: Mira, hijo, empieza con el chelo que hay en casa y si te gusta la música, dentro de un año te compro un piano. Yo no me acerqué a este instrumento, pero una vez que lo tuve en las manos vi que podía ser un medio muy interesante de expresión.
Decía que le gustaba cantar y bailar€
Y podía haberme dedicado a ello, porque lo que quería era un medio que pudiera permitirme expresar mi creatividad. Podía haber sido la voz, el baile o la pintura, pero fue un instrumento el que me dio la posibilidad. Al final, la música me llegó por necesidad vital. Cuando se dice que hay ciertas profesiones que son vocacionales, en mi caso creo que fue totalmente cierto.
¿Quiere decir que nadie le obligó y que no tenía que seguir ninguna tradición familiar?
Eso es. Fue una cosa que me surgió de dentro y que me ha permitido sacar toda esa creatividad que sentía dentro desde que era un niño.
Así que las clases de solfeo no eran una tortura.
Ja, ja, ja€ Me gusta el solfeo e iba contento a clase. ¿Qué te parece?
Muy bien, pero reconozca que no le ocurría a la mayoría.
Es posible, pero no todos los que reciben clases de música tienen por qué dedicarse a ella. Necesitamos público, necesitamos que la sociedad sea mínimamente sensible. El arte, su estudio, ayuda a desarrollar un poco esa sensibilidad.
¿Qué es necesario para convertirse en una persona dedicada a la música?
Supongo que unas habilidades especiales y un trabajo bestial detrás. Sin este trabajo no hay nada que hacer.
El violonchelo no es un instrumento cómodo para trasladar de un lugar a otro.
Ja, ja, ja€ No, desde luego que no. Pero es algo de lo que no te das cuenta cuando eres pequeño, y cuando te fijas en que llevarlo a cuestas es un incordio, ya es tarde para cambiar. Fuera de bromas, lo más incordio son los desplazamientos.
Sobre todo para usted, que está todo el tiempo girando alrededor del mundo.
Ahora el mundo ha parado y es más difícil girar. Nunca imaginé cuando empecé en el mundo de la música qué quería ser. No sabía si iba a ser músico de orquesta, profesor de conservatorio o concertista internacional. Siempre aspiras a lo más, pero no sabes dónde está ese más.
¿Cuántos chelos tiene?
Cuatro. Habitualmente toco solo con uno de ellos y puntualmente puedo utilizar otro. Tengo uno en Suiza, que dejo allí para mis clases en el conservatorio. Tengo otro en casa, y me suele gustar dejárselo a algún alumno cuando necesita hacer alguna prueba. El chelo que utilizo como segundo lo preparo en barroco para interpretar composiciones de este tiempo.
Un instrumento que tiene su precio, ¿no?
Sí, pero no deja de ser una inversión. No es comprarte un coche, no es tirar el dinero, entre comillas. En definitiva, lo que decía, una pequeña inversión que haces para un instrumento que es la parte esencial de la profesión.
"Un violonchelo que suene mínimamente, de 30.000 euros no baja"
¿Pequeña inversión?
Depende el instrumento que sea. Uno que suene mínimamente, de 30.000 euros no baja. Generalmente son instrumentos modernos, no son antiguos, porque esos sí que tienen su precio. El único instrumento antiguo que tengo es con el que yo toco, una auténtica joya, pero desafortunadamente no es mío, es de la Fundación Santander y me lo han cedido indefinidamente. [Es una joya del siglo XVII, un instrumento de Francisco Rugieri fabricado en Cremona, Italia, en 1689].
¡Vaya suerte!
Es algo que suele pasar en otros países europeos: las fundaciones, incluso el propio Estado, ceden instrumentos que son de coleccionista a los músicos más representativos de cada país para que estén en activo. Estos instrumentos deben estar tocados, deben ser usados para que sigan vivos. Casi ningún músico es propietario de un instrumento de primera categoría, la mayoría son cesiones.
¿Cumplió su madre la promesa de comprarle el piano?
No necesitó cumplirla, se libró de ella. A la semana de empezar con el chelo me planté un domingo, uno de esos días que está toda la familia comiendo junta, y les dije con mis once años: Que sepáis que voy a ser chelista, que lo tengáis claro.
Les dejaría mudos de la impresión.
Me miraron entre divertidos y asombrados.
Sería más grande el violonchelo que usted...
El de mi tío, con el que mi madre me dijo que empezara, sí que era más grande que yo. En el conservatorio me cedieron un tres cuartos durante el primer año y en el segundo ya pude pasar al grande, al de casa.
¿Nunca tuvo dudas sobre el mundo de la música como profesión, lo tuvo siempre claro?
Sí, claro que sí. El problema de esta profesión es que uno empieza de forma inconsciente muy joven, y hay una parte mecánica y gimnástica que es importante practicar antes de que uno esté hecho físicamente. Esto es igual que la gimnasia deportiva: no puedes estirar la pierna con 20 años, ya no te funciona. Pasé alguna que otra época mala, con quince, dieciséis, diecisiete años surgieron las dudas. Son momentos en los que no sabes qué vas a hacer, eres rebelde, lo quieres dejar todo. Tuve un montón de baches, pero es verdad que me llamaba ese mundo que a veces me parecía que me obligaba a llevar un camino cuesta arriba, pero otras...
¿Infierno y paraíso?
No hay que dramatizar, pero a veces se podría ver así. Nunca llegué a dejarlo definitivamente, pero esa edad adolescente es una época mala para el crecimiento personal en cualquier persona. Aunque algo te guste mucho siempre hay baches, hay momentos más intensos y momentos menos intensos.
Concertista internacional. Suena muy bien, pero, ¿cómo se llega a ese punto? ¿Cómo consigue que su nombre esté en los principales programas musicales del mundo?
¡Y yo qué sé! Son muchos factores: tener capacidad para ello; trabajo y constancia, que es lo que más funciona; y ¿suerte? No lo sé. Me parece erróneo marcarte una meta, porque si no la consigues puedes crearte muchas frustraciones. Pienso que mi motor es la ilusión, y después disfruto recorriendo el camino que me voy abriendo. Ese camino te va llevando a sitios, lugares, a encontrarte con personas, personas que creen en ti, que confían en lo que haces, que apuestan por ti€
¿Quiénes son esas personas que se han cruzado en su camino y que le han llevado a alcanzar cumbres musicales tan importantes?
A veces es un director de orquesta, otras un representante, en ocasiones un colega que te enseña nuevas cosas€ Lo importante para mí es no parar, continuar dando pequeños pasos. Es verdad que ahora, con la globalización, las carreras se hacen más inmediatas, parece que estás en el mundo pop. Te sacan en una portada, estás estupendo, y cinco años más tarde desapareces.
¿Es su caso?
No, pero puede ocurrir, aunque digamos que la música clásica es una carrera de fondo, o yo sigo defendiendo que es así. Las carreras hay que analizarlas en el transcurso de una vida. Yo he disfrutado del camino y he visto cómo se me han abierto algunas puertas, aunque otras se han mantenido cerradas, pero sigo en el camino.
Muchos jóvenes abordan el mundo de la música con la intención de ser concertistas, y sin embargo un número importante se queda por el camino o en la docencia. ¿Es frustrante?
Totalmente. Me parece un planteamiento erróneo. Al empezar muy jóvenes y tener un exceso de protección familiar, se escucha: Mi hijo es el mejor. Mi niña lo hace todo bien y toca como los ángeles. Tiene el futuro en sus manos€
"Una carrera musical no es como ir a Operación triunfo"
Amor de padres, supongo.
No, lo que estás creando es un monstruo. Cuando eres niño te crees todo lo que tus padres te dicen, y si no se cumple es por culpa de otros. No todos llegan a concertistas, pero tiene un gran valor el hecho de ser un gran maestro, un gran profesor, un buen pedagogo musical... Tienes que estar convencido de que es el camino que quieres tomar. Una carrera musical no es como ir a Operación triunfo, cantar cuatro canciones y creerte que ya eres Barbra Streisand. No, esto no es así. Dedicarte a la música supone un esfuerzo y es un camino más largo de lo que nos quieren hacer ver en los programas de televisión.
A lo mejor es que los padres se proyectan a través de las habilidades de sus hijos...
Puede ser, pero sigue siendo un error decir a los hijos que todo lo que hacen es estupendo. Todo se basará en el esfuerzo personal y en la capacidad que tenga cada cual para desarrollar ese esfuerzo. Cada uno está hecho para una cosa y no por ello tienes que ser mejor o peor. A lo mejor una persona que toca muy bien no sabe dar una clase. Es muy habitual.
¿Emoción y pasión frente a técnica?
La técnica es muy importante, pero sin emoción y pasión la música no existe, al menos para ser instrumentista. Igual que un actor o cualquier otro artista, somos transmisores de emociones cuando nos subimos a un escenario. El directo es riesgo, es pasión, emoción, y todo ello hay que trabajarlo y desarrollarlo. Hay que trabajar esas emociones igual que se trabaja la habilidad técnica, y si no lo haces así, no transcenderá nunca el arte.
El piano, el violín y otros instrumentos pueden sonar rabiosos, enfadados, apasionados€ El chelo parece más tranquilo, ¿o no?
Puede ser tan rabioso como un piano o un violín, pero no es su naturaleza. Se ha dicho muchas veces, y parece un cliché, pero es el instrumento que más se parece a la voz humana. El chelo, el violonchelo, es uno de los instrumentos que mejor cantan. Puede ser un instrumento muy virtuoso, muy veloz, pero no lo es como el piano o el violín, que son tremendamente ágiles. Por tesitura es lo más parecido a la voz humana, pienso que la naturaleza del chelo es melódica más que virtuosa.
¿Alcanza las mismas octavas que la voz humana o las supera?
Abarca los cuatro registros de la voz humana, puede ser una soprano o un bajo. Es algo que el violín no puede hacer, tampoco la viola o el contrabajo. Por eso el chelo se encuentra en el intermedio siempre.
Hablando de voz, usted le fue infiel al canto, una de sus primeras pasiones.
Un poco, pero no definitivamente. Yo intento cantar a través de un instrumento, y nada mejor que el chelo para conseguirlo. Siempre me ha interesado la voz. He investigado los recursos de expresión de la voz humana. Cuando voy a una melodía intento plasmar recursos de expresión vocal para crear con mi instrumento un estado anímico, crear un personaje, pensar en el texto imaginario.
¿Es fácil combinar clases y conciertos?
Nada, lo contrario, pero yo lo necesito porque de momento tengo mucha energía y si no la vuelco soy insoportable. Me gusta todo lo que hago. La pedagogía me ha aportado mucho, me ha ayudado a asentar muchos conceptos y me mantiene en contacto con la gente joven que está descubriendo un mundo. Es una profesión en la que estoy muy solo, y dar clase es una manera de encontrarme con gente que también quiere vivir la experiencia musical.
Y da seguridad económica.
También. A un músico concertista le puede ir muy bien una temporada, pero es como a un actor. Te sale bien un tiempo y luego estás cuatro años en tu casa sin nada, rascándote la nariz.
No es su caso...
No, de momento no, pero no depende de ti el hacer concierto, dependes de otras personas, de que se acuerden de ti y de que crean en lo que haces. Eres autónomo y eso conlleva sus riesgos. El hecho de tener una mínima estabilidad mensual como profesor te permite una tranquilidad. También, con la edad que tengo, pienso en un futuro. Llegará el día en el que no me apetecerá seguir viajando a países muy lejanos y estar mañana aquí y pasado mañana allá. No me apetecerá estar yo solo pasando días y días en hoteles y cargando siempre con el chelo.
PERSONAL
Edad: Edad: 49 años.
Lugar de nacimiento: Bilbao.
Formación: Se formó en música con maestros del País Vasco, pero también de Madrid, Köln y Basel. Pronto destacó con el violonchelo, lo que le ha llevado a labrarse una exitosa carrera que le ha subido a escenarios de medio mundo, como solista y junto a las mejores orquestas. Es, además, jurado habitual en prestigiosos certámenes musicales nacionales e internacionales.
Trayectoria: Su trayectoria se caracteriza por haber sabido compaginar la nueva música con el gran repertorio de la literatura clásica y ha quedado registrada en 17 trabajos discográficos que recogen lo más relevante de la creación española para violonchelo.
Aficiones musicales: Es un enamorado de los compositores centroeuropeos a nivel profesional. También le gustan la música brasileña y el jazz.
Aficiones personales: Todo lo que esté relacionado con un escenario, y por deformación profesional es un amante de la ópera y el teatro.
Inspiración: La encuentra en su casa, cuando desde la ventana se enfrenta a la naturaleza que le muestra en Zeanuri el valle del Gorbeia.
Su último trabajo: Un disco: Vivaldi, Boccherini y Haydn. Está grabado con la orquesta de música barroca de Sevilla.