- La asociación cultural Burubio de Amurrio se encuentra en verdaderos apuros para no tirar la toalla y echar la persiana. Y es que si la crisis ocasionada por la pandemia del coronavirus covid-19 se ha cebado de manera especial con muchos negocios de hostelería, comercio y servicios, el problema se acrecienta cuando se habla de sector cultural de cualquier ámbito, y más si se trata de espacios relacionados con la música en directo.

De hecho, la mayoría de ellos es como si siguieran en estado de alarma porque ni han recobrado actividad ni saben cuándo podrán hacerlo porque aplicar las medidas de distanciamiento social imperantes en esta nueva normalidad son incompatibles, no ya solo con el disfrute de un concierto de cara al público, sino también con cuestiones de rentabilidad económica para quien lo organiza, que más que ganar algo no alcanzaría a cubrir gastos e incurriría en pérdidas. "¡Encima nosotros somos una entidad sin ánimo de lucro, lo cual implica que estamos en una especie de limbo en el que no podemos acogernos a ningún tipo de las ayudas lanzadas desde las instituciones, pero sí tenemos que seguir haciendo frente a los muchos gastos!", explica el portavoz de Burubio, Egoitz Palacios quien, no obstante, no tiene más que palabras de agradecimiento para los propietarios de las instalaciones que tienen por sede en el pabellón número 19 del polígono industrial de Maskuribai. "Nos perdonaron el alquiler de marzo y abril, y nos han añadido otros dos meses al contrato, bajándonos el importe de la renta. Ahora mismo tenemos contrato hasta agosto de 2023", subraya.

Con todo, ahí siguen mes tras mes los gastos en seguros, luz o cámaras de vigilancia, a los que no pueden hacer frente solo con las cuotas anuales de su medio centenar de socios, y de ahí que ofrezcan sus completas instalaciones para rodajes de videoclips, spots, cortometrajes, trabajos de fotografía, ensayos o preparativos de giras, como los que han llevado a cabo grupos como P.I.L.T, por poner un ejemplo. De hecho, gestionan 400 metros cuadrados en los que cuentan con ocho locales de ensayo insonorizados, un estudio de grabación comunicado con una sala de uso polivalente y la propia sala de conciertos, así como una oficina, un almacén, un camerino y servicios. "En el último mes hemos recuperado los locales de ensayo. Solo tenemos uno libre y la verdad que da gusto ver de nuevo a la gente que viene a ensayar y que hay actividad, pero seguimos necesitando la aportación municipal anual acordada por convenio, o nos hundimos", reconoce.

De hecho, Burubio lleva desde 2016 asentada en Maskuribai (el pasado 27 de abril hubiesen celebrado el cuarto aniversario de la celebración de su primer concierto) y en 2017 firmaron un acuerdo con el Ayuntamiento por el que éste les aportaba 5.000 euros anuales, a cambio de enriquecer la actividad cultural del municipio, organizando el certamen de bandas Amurriock, encargándose de la producción y asesoramiento de los conciertos en fiestas o cediendo sus instalaciones a la Escuela Municipal de Música para que realice ensayos o grabaciones de fin de curso, entre otras.

"Hasta el momento hemos recibido la ayuda correspondiente a los ejercicios de 2017 y 2018; es decir, 10.000 euros, y este jueves [por hoy] tratan en Junta de Gobierno la de 2019 que no se nos ha entregado aún, ni mucho menos la de 2020€ lo necesitamos como el comer. De hecho, nos encantaría adelantar la renovación del convenio para los próximos cuatro años y ganar tranquilidad hasta 2023. Llevamos cuatro años aportando cultura amplia y variada al municipio y su entorno, y para poder seguir haciéndolo necesitamos la implicación institucional", inciden.

Lo que, de momento, descartan es volver a configurar una agenda de directos, aunque en plena desescalada sí estuvieron estudiando las posibilidades de ofrecer conciertos, adaptándose a esta situación extraordinaria. "En un principio pensamos en reducir aforo para cumplir distancias de seguridad entre personas y, a la vez, emitir las actuaciones en streaming. Tenemos el estudio a lado y es factible. Pero viendo como está el sector, nos parece poco ético hacer cosas y, después de debatirlo, hemos renunciado a ello", explica Palacios.

No en vano, él mismo es técnico de sonido y está sufriendo en carnes propias la dramática situación que la pandemia ha ocasionado a los profesionales de este sector que, en Euskadi, han sacado adelante hasta un sindicato (Teknikariok) para poder luchar juntos por sus derechos. "La verdad es que montar bolos en Burubio, en estos momentos, es echar piedras sobre mi propio tejado, así que estamos estudiando otras alternativas", apostilla.