La autobiografía de Woody Allen, titulada A propósito de nada, ve la luz en castellano después de que el pasado mes de marzo Arcade Publishing la pusiese a la venta de forma sorpresiva, después de que la todopoderosa Hachette se echase atrás a la hora de publicar estas memorias, debido a presiones recibidas por parte de su plantilla y también de Ronan Farrow, hijo del cineasta, ganador del Pulitzer por sus investigaciones sobre Harvey Weinstein.
A propósito de nada, que sale hoy a la venta de mano de Alianza, es un libro de más de 400 páginas en la que el autor de Annie Hall repasa su vida, sus matrimonios y sus influencias, y desmiente las acusaciones de su hija adoptiva, Dylan Farrow, quien mantiene que Allen abusó de ella cuando tenía siete años.
El cineasta se detiene para hablar de su paso el pasado verano por Donostia, momento en el que rodó su hasta hora última película, Rifkin's Festival, ambientada en el Zinemaldia y protagonizada por Wally Shawn y Gina Gershon. Una película para la que, según cuenta, le costó encontrar financiación y un elenco, después de que muchos intérpretes renunciasen a rodar con él tras la denuncia del #MeToo. "Algunos hombres pueden prosperar bajo presión. Yo, por supuesto, no soy uno de ellos, y si la película sale bien, será un milagro", asegura el cineasta sobre la cinta que se rodó en el territorio.
Es en las últimas páginas cuando hace referencia a la filmación en Gipuzkoa y en su capital, un "mini paraíso" que compartió con dos de sus hijas y con su mujer Soon-Yi Previn, que disfrutó haciendo "turismo" y "senderismo".
Rifkin's Festival tiene previsto su estreno en el Estado el próximo 25 de septiembre, siempre que las condiciones derivadas del COVID-19 lo permitan. El estreno coincidirá en fechas con la 68º Zinemaldia y su director, José Luis Rebordinos, desea que este largometraje pase por alguna de sus secciones; aún más teniendo en cuenta que la cinta pretende a ser, en general, un homenaje al cine y, en concreto, a las figuras que han marcado su trayectoria como Ingmar Bergman o Federico Fellini.
Pese a acumular medio centenar de películas a sus espaldas y un gran conocimiento del séptimo arte, el cineasta de 84 años niega tener "nada de valor" que ofrecer a los estudiantes de cine. Es más, dice preferir la escritura al trabajo en plató, porque es "duro" e implica trabajar de madrugada y a merced del clima.
La polémica
Woody Allen, nacido como Allan Stewart Konigsberg, narra su vida desde su infancia en Brooklyn, pero sin intentar ser complaciente con su pasado. Lo deja claro desde las primeras líneas al establecer un paralelismo con el protagonista de El guardián entre el centeno: "Al igual que le ocurría a Holden, no me da la gana de meterme en todas esas mierdas al estilo David Copperfield, aunque, en mi caso, algunos pocos datos sobre mis padres tal vez os resulten más interesantes que leer sobre mí".
Tampoco elude la polémica, se defiende de las acusaciones de abuso sexual y habla sin tapujos de los problemas que esto le ha ocasionado en el último tiempo, por ejemplo, con un gran número de actores de su pasado que han renegado de él y con otros tantos que rechazaron participar en su largometraje filmado en Donostia. A este respecto, también presenta una disculpa un tanto frívola al lector. No en vano, lamenta dedicar "tanto espacio a una falsa acusación" en su contra, pero reconoce que es "un fascinante elemento de drama" para una vida, que de otra manera, sería "bastante rutinaria".
Además de Shawn y Gershon, acompañan a Allen en esta producción el cineasta e intérprete francés Louis Garrell, además de Elena Anaya y Sergi López. "Estaba rodando en España y la ley tributaria española requería que usase a un alto porcentaje de actores de la Unión Europea", se congratula Allen sobre la elección de casting.
Después de que el #MeToo se movilizase en contra del neoyorquino debido a las denuncias públicas de su hija Dylan Farrow -esta publicó en 2014 una carta en The New York Times relatando lo ocurrido en primera persona-, tuvo verdaderos problemas con encontrar intérpretes.
"Uno tras otro, los actores rechazaban trabajar conmigo. Estoy seguro que algunos creen que soy un depredador. Algunos pensaron que estaban haciendo algo noble rechazando ofertas para aparecer en mi película. Su gesto podría haber sido significativo si de hecho yo fuera culpable de algo, pero como no lo era, simplemente estaban atacando a un hombre inocente y ayudando a confirmar el recuerdo implantado de Dylan", se lamenta el cineasta, también Premio Donostia en 2004.
Con ese comentario sobre el "recuerdo implantado" en la memoria de su hija, Woody Allen hace referencia a los hechos ocurridos en el 4 de agosto de 1992 en la casa de campo de Mia Farrow, con la que el director de Hannah y sus hermanas mantuvo una convulsa relación de más de una década, que también detalla en esta autobiografía. Allen niega en sus memorias las acusaciones de Dylan Farrow: "No le toqué ni un pelo, nunca le hice nada que pudiera interpretarse erróneamente como un abuso".
La Clínica de Abuso Sexual Infantil del Hospital Yale-New Haven y el Centro de Bienestar Infantil del Estado de Nueva York investigaron el caso y concluyeron que Farrow, entonces de siete años, había sido mediatizada -"envenenada", en palabras del director- por su madre en el proceso de su ruptura.
La reactivación de la polémica provocó que su anterior película, Un día de lluvia en Nueva York, no haya podido estrenarse en Estados Unidos, y le obligó a buscar refugio en Europa, donde encontró financiación para Rifkin's Festival gracias a The Mediapro Studio. "Incluso en circunstancias ideales hacer una película decente es como un campo de minas. Cuando se presentan obstáculos adicionales, el poste de la portería se empuja muy, muy atrás", se lamenta.
Tráiler de 'Un día de lluvia en Nueva York'. Vídeo: EP
Pese a los obstáculos, Allen pudo rodar su cinta e, incluso, acabó la filmación en Donostia antes de lo previsto, algo que podría definirse como un final satisfactorio. Aun así, haciendo gala de la inseguridad con la que suele vestir a muchos de sus trasuntos fílmicos, el cineasta no las tiene todas consigo: "Entonces, ¿cómo será Rifkin's Festival? ¿Quién sabe? Pero sí sé que fue divertido y grandioso escuchar a Wally decir las líneas que había escrito. La lección aquí, supongo, es que algunos hombres pueden prosperar bajo presión. Yo, por supuesto, no soy uno de ellos, y si la película sale bien, será un milagro".
Autor: Woody Allen (Autobiografía).
Editorial: Alianza.
Páginas: 440 páginas.
Edición: Rústica con solapas.
Dimensiones: 15,50x23,00 centímetros.
Formato: Físico y ebook (próximamente también en audiolibro).
Precio: 19,50 euros la edición física; 13,50 la de ebook.