Nos interpela. A ti. Juantxo le clavó un dedo en el pecho a Unai. A mí. Juantxu se clavó también su dedo en el pecho. Tanto apretó que le hizo daño a Unai. Como él mismo cuando se clavó su propio dedo.

A Unai le costó sentir el dolor. Se dio cuenta un poco más tarde de que le dolía bastante en el lugar donde le clavó Juantxu el dedo de manera tan enérgica.

Llevaban casi toda la noche bebiendo sin haber cenado mucho. Cruzaron a nado bajo el puente que iba de las cuatro botellas de vino hasta la botella de bourbon a la que le quedaban tres líneas de alcohol dentro del vidrio. Pero todavía podían sostenerse. Lo bastante como para seguir cotejando teorías y comprenderse desde aquella lucidez acrobática que otorga este tipo de vitales circunstancias.

Juantxu clavó el dedo en su pecho como si hubiera encontrado por fin la solución a su personal experimento clave. Lo hizo satisfecho. Lo hizo como a punto de gritar la palabra Eureka a los cuatro vientos corriendo en pelotas por las calles vacías y oscuras de aquella hora, las tres de la madrugada del domingo quinto de cuarentena.

Y repitió la palabra interpela. Esta vez mejor pronunciada, con mayor detenimiento en cada sílaba para que Unai entendiera bien. Luego bebió a pico de botella del bourbon. Secose la boca con la manga del jersey.

Lo que busca ese tal Matos, que por mucho que me digas y redigas y me cuentes, que no, que no me acuerdo de él, que ya te lo he dicho, Unai, que sí, pero no me acuerdo, ¿Te ha quedao claro? No le recuerdo.

Juantxu hablaba con lengua de trapo y de vez en cuando se detenía para dar un golletazo a la botella de bourbon y luego coger aire para poder continuar.

A lo que iba: es, es, es, ¿cómo te diría yo? Se parece mucho, ¿eh?, pero un mogollonazo, ¿eh? ¿Me estás oyendo? ¡No te duermas, coño! ¡Que lo que te voy a decir es lo más importante que has escuchado en tu puta vida, joder! ¡Hazme caso, Unai!

¡El océano! Dijo Unai.

¡Eso es! El océano metamórfico pensante de Solaris. Dijo Juantxu. Que actúa idéntico a cómo lo hace el Matos. Él quiere que descubramos dónde están los límites de nuestro conocimiento, de nuestros recuerdos. Lo mismo que hace ese océano en Solaris con los científicos que tratan de estudiarlo. Lo mismo que pasa en Solaris. Dijo Juantxu.

¡La solarística va a llegar! Gritó Juantxu de manera histriónica.

Unai se dejó desbordar por una carcajada imprevisible.

La novela que te has leído esta tarde. Dijo Juantxu.

Juantxu se limpió las manos como a la caza de una nueva línea argumentativa. Hincó las pupilas de sus ojos en Unai y siguió develando lo que quería decir.

El asunto del virus es una mitología del virus. Nos está probando como parte de un experimento, cuyo instrumental es la literatura, en este caso una novela. En vez de probetas, microscopios, retortas o lo que sea que haya en un laboratorio clásico. Utiliza las palabras que construyen tramas e historias dentro de otra realidad llamada ficción, que tiene que ver con lo real nuestro, pero da un paso más ¿me explico? Acabó por decir Juantxu.

Juantxu se lanzó a uno de los cuadernos que estaba revisando desde hacía unas horas y que estaban llenos de notas, gráficos, dibujos, tachaduras. Eran cuadernos de tamaño cuartilla, con tapas de cartulina dobladas, con marcapáginas hechos de hojas de otroño secadas dentro de plásticos.

De este tipo de experimentos hay muchísimos a nivel planetario ahora mismo. Contó Juantxu. Están aprovechando el experimento natural que ha sido la crisis del virus, la pandemia que tenemos encima. Sobre ese experimento natural aprovechan para hacer otros. Yo creo que Matos hace eso. Y sabe muy bien lo que hace. Lo que desconocemos y tenemos que descubrir es para quién o para qué entidad, institución, trader, corporación, o mierda lo que sea trabaja. Para quién hace lo que está haciendo.

En ese momento a Juantxu le entró el hipo.

Experimenta con nosotros. Hip. A raíz de la crisis virológica que tiene a toda la población confinada en sus casas. Hip. Y hay gente que no sé si lo sabe, pero le apoya. Hip. Por ejemplo, Jelen, tu mujer, bueno, tu exmujer. Porque Jelen no existe hoy tal y como. Hip. Existía antes de este periodo de cuarentena. Hip. De este tiempo en paréntesis. En Solaris, la mujer de Kelvin mierda de hipo.

Juantxu se dio golpes en el pecho como si fuera un gorila, para espantar el hipo, cosa que extrañamente consiguió.

Sí. Yo también he pensado eso cuando estaba leyendo la novela. Dijo Unai.

¿Ah que sí? Contestó maravillado Juantxu.

Pero ¿tú no te acuerdas de Matos? Yo he acabado acordándome de él. Iba con nosotros al instituto. Dijo Unai.

No. No me acuerdo. Dijo Juantxu.

¿Seguro? Preguntó Unai.

Lo que ninguno de los dos sabía era que Juantxu, en lo alto de la biblioteca de su despacho, guardaba una caja de cartón de la época del insti, llena de cartas, recortes de prensa y discos de vinilos olvidados. Lo que no sabían era que allí había un disco que le regaló Matos en aquel tiempo a Juantxu. Todavía sin abrir. Con el papel de regalo puesto y el sello de Disco Ritmo en un extremo. Kind Of Blue, de Miles Davis. Regalo de 1988, el año en el que tocó Miles en Vitoria-Gasteiz, el 12 de julio, en el Jazzaldia. Un disco cuya primera canción era So What, (Y ahora, ¿qué?). Continuará...