- Dicen que nadie es profeta en su tierra pero a veces ocurre. Sino que se lo pregunten a la soprano Ariadna Martínez y al pianista Antonio Oyarzábal, respecto de su pueblo: Llodio. Y es que, precisamente, un disco fraguado en su localidad natal del que han sido protagonistas, en la parte interpretativa, les ha llevado a ver su nombre laureado en dos de las cabeceras de música clásica más reputadas a nivel estatal: Melómano y MelómanoScherzo.
En concreto, se trata de una parte del trabajo colectivo impulsado por la Cofradía de San Roque que llevó, el pasado mes de noviembre, a recuperar del olvido al músico laudioarra Julián Martínez Villar (1870-1944). De hecho, esta labor se materializó en un libro que recoge la biografía del compositor, escrita por el también investigador local Egoitz Bernaola; y en el citado disco, interpretado por Martínez y Oyarzabal, y lanzado bajo el sello de la discográfica Arsis, que engloba su poco conocida obra.
De esta forma, la reseña de la revista Scherzo Scherzoda cuenta del buen hacer de la edición y se detiene, especialmente, en destacar la interpretación de Oyarzabal “derrochando elegancia y buen gusto en las piezas para piano solo y sacando todo el juego posible a esas encantadoras piezas de salón de este desconocido autor alavés”. Por su parte, la crítica de Melómano Melómano-que le otorga su insignia de oro- afirma que “el dúo Martínez-Oyarzabal funciona a la perfección. Martínez tiene un timbre cálido y a su vez vigoroso. La dicción de los textos es completamente nítida y la expresividad de los dos intérpretes hace que el oyente se sienta involucrado con la música desde la primera sílaba pronunciada”.
Asimismo, el autor de la reseña -Francisco J. Balsera- alaba tanto el trabajo de la soprano laudioarra como la “frescura, naturalidad y elegancia en la dirección melódica” del pianista, que “deliciosamente acompaña con buen equilibrio sonoro y de planos, dándole todo el protagonismo a la voz”. Balsera termina su artículo agradeciendo con un “¡bravo!” la tarea de recuperación que se ha desarrollado con la figura de Julián Martínez Villar, que reconoce “ha sido todo un descubrimiento”.
114 años en el olvido No en vano, la existencia de este compositor alavés y su magna obra ha permanecido en el olvido hasta en su pueblo Llodio, debido a que emigró a América en 1905, para ocupar temporalmente el puesto de director de orquesta del Teatro Principal de la Ciudad de México y, por vicisitudes de la vida, ya nunca regresó. Sin embargo, sus descendientes estadounidenses (sus restos reposan en el cementerio San Fernando de San Antonio en Texas, donde falleció en 1944 a los 73 años de edad) sí sabían de las raíces de su abuelo y han revuelto Roma con Santiago para que en este lado del charco tampoco las olvidemos.
En líneas generales el disco recopila lo principal del legado de Martínez de Villar. Es decir, los arreglos para canto y piano de 31 canciones populares vascas, llegados a nuestros días a través de cuatro álbumes titulados Cantos vascongados, entre las que se encuentra el tema popular marinero Boga-boga, que otros compositores como Fauré o Guridi armonizaron para coro años después; más una selección de composiciones propias de muy diversos estilos, ya que van desde polcas y pasodobles hasta zortzikos y marchas. De hecho, el disco se cierra con una composición de su etapa norteamericana y de 1918: The Texans are ready, una marcha tejana para piano y voz, con letra de J. W. Falvella, cuya temática se enmarca en el contexto de la entrada de los Estados Unidos en la Primera Guerra Mundial.
“Decir que estoy contenta es poco, ha sido un proyecto muy especial, desde que recibí aquellas partituras por primera vez, hasta el concierto de presentación frente a su nieto lleno de emoción”, explicaba Ariadna Martínez en sus redes sociales al conocer las buenas críticas que ha recibido el disco por parte de las revistas especializadas. Su compañero al piano, Antonio Oyarzabal -afincado en Londres y para el que este es su segundo álbum, tras el lanzamiento en 2018 con Orpheus de The inner child, un viaje a su niño interior a través de piezas de Schumann, Debussy, Mompou y Ravel- la- replicaba “es que este dúo funciona a la perfección”, haciendo suyas las palabras de Balsera.
El álbum, que se completa también con la publicación de un libro, está sirviendo para recuperar la trayectoria del autor de Llodio