- "Hemos querido producir un electroshock. Vamos a desfibrilar al espectador en su sofá", así presenta el creador de la serie la cuarta temporada, en la que se pretende mover el "universo emocional" de la audiencia.
¿Cómo se pueden definir brevemente estos episodios?
-La temporada será más salvaje, más emocional y será la parte que provoque el shock más grande de todo lo emitido hasta ahora.
¿Y por qué estos altibajos?
-La serie es como una montaña rusa. Esta temporada hemos intentado modular y parar el ritmo para saborear las historias de los personajes. En medio de un caos brutal, quisimos hacer una subida en la que nos llevamos al espectador para luego provocar una bajada salvaje en la segunda mitad de la temporada, que es donde realmente le íbamos a golpear".
¿La audiencia se mareará?
-Hemos jugado más que nunca en el alambre, con el riesgo y con el peligro. Siempre hemos dicho que jugamos en la sala de guion a pegarnos un tiro en el pie, en el sentido de que buscamos situaciones irreversibles y esa es la realidad. Además de seguir jugando al despiste con el espectador, cambiándole constantemente la hoja de ruta, la cuarta temporada llega cargada de retos emocionales.
¿También ha sido la más emocionante para sus creadores?
-Voy a poner un ejemplo: estábamos al final del verano y prácticamente no llegábamos. Rodamos con tres unidades, durante veintitantos días, una locura. Tuvimos que rodar con helicópteros militares, cosas a las que no nos habíamos enfrentado antes. Cuando el espectador vea esta temporada se va a dar cuenta de que no vamos de broma. Tomamos decisiones que incomodarán al espectador o con las que no estará de acuerdo. Esas decisiones muchas veces nos permiten explorar otros mundos. Estamos constantemente intentando romper la estabilidad.
Javier Gómez, miembro del equipo creativo, incide en lo mismo.
-El reto fueron los tiempos y el ritmo frenético a la hora de escribir y rodar. Algo que ha convertido esta temporada en mi favorita. La escribimos en dos meses, casi a semana por guion. Eso es una locura. Una mañana fui a hacer una mesa con Jesús (Colmenar) porque había enviado la secuencia la noche anterior por Whatsapp, y a las 8 de la mañana estaba allí leyéndola con los actores.
Con tanto halago internacional, ¿la serie mantiene sus señas?
-Lejos de utilizar la internacionalización de La casa de papel para erosionar el ADN, lo hemos hiberbolizado. Hemos trabajado en un ADN manteniendo la idiosincrasia de nuestra ficción. Su compañero en la sala de guion, Javier Gómez, añade que "cuando renuncias a tu ADN, renuncias a tu calidad como narrador".