- Se dice pronto, pero son ya 44 años de andadura sobre las tablas, un camino iniciado en Abetxuko que, por supuesto, se ha desarrollado por la península pero que desde finales de los años 80 también mantiene firme la vocación de mirar más allá. "La internacionalización está en nuestro ADN", apunta Pilar López, coordinadora general de Paraíso. No en vano, la compañía Premio Nacional de las Artes Escénicas para la Infancia y la Juventud ha visitado ya una treintena de países como Estados Unidos, Canadá, Noruega, Finlandia, Francia, Bélgica, Alemania, Reino Unido, Rumania, Italia, Irlanda, Suiza, Austria, Luxemburgo, Holanda, Portugal, Croacia, Eslovenia, India, Singapur, Argentina, Uruguay, Brasil, Chile, México y Ecuador. A esto hay que añadir, la implicación del grupo en programas europeos como Small Size, Mind the Gap y Mapping.
"Cuando empezamos lo hicimos con nuestro precario francés e inglés. Pero a pesar de las dificultades, éramos persistentes porque pensábamos que teníamos cosas que aprender y cosas que decir. Además, hay una parte en el arte que traspasa las fronteras y los idiomas", recuerda López, al tiempo que subraya la curiosidad por ver qué se hacía en otras partes del mundo como ese acicate fundamental para dar el paso. "Queríamos ver qué pasaba, qué estructuras había, qué proyectos se hacían, cómo se habían organizado€ Y había que coger la mochila y salir al mundo", algo para lo que fue fundamental acudir a festivales de referencia en Francia y Bélgica, así como el apoyo y asesoramiento de compañeros de viaje como los multifacéticos Miguel Garrido y Carlos Herans. "La búsqueda de la excelencia y de la innovación significa afrontar el reto de confrontarse con otros. Cuando uno trabaja en el entorno, el nivel de competencia es pequeño. Para nosotros, es un reto mantenernos siempre en un alto nivel, confrontándonos con lo de fuera. Además, es una puerta al conocimiento. Los proyectos europeos te permiten estar trabajando con agentes que tienen un recorrido importante, que tienen conocimiento en el desarrollo de audiencias, en la gestión cultural€ y eso para nosotros es realmente importante".
Además, el hecho de entrar en programas europeos significa poder acceder a recursos económicos que son fundamentales también para generar puestos de trabajo y movimiento económico, algo que, dentro de las fronteras, no siempre se entiende. Un ejemplo de ello es que mientras en otros países hay compañías que pueden acceder a estas propuestas en base a convenios locales de cuatro años. "aquí trabajamos con proyectos a un año por los concursos públicos, que es algo muy de Atapuerca; eso significa que ellos pueden tomar unos compromisos y unos dineros que son inalcanzables para nosotros".
A pesar de ello, la relación con el exterior no se detiene, una conexión de la que aprender en diferentes áreas, como pueden ser la referente al relevo generacional dentro del sector o a los modelos de gestión. "En Italia hemos estudiado mucho sobre como se conformaron los centros de innovación escénica para la infancia y la juventud en los años 80. Quisimos hacer un centro similar en Vitoria antes de la crisis. Pensamos que era un modelo de colaboración público-privada interesante", aunque al final no cristalizó en una infraestructura determinada, más allá de que el espíritu de la idea impregne la acción del grupo: "hacemos por ir tejiendo dentro de la ciudad ya que no somos competencia, somos colaboradores".
En paralelo a la implicación en diferentes programas europeos, las giras internacionales son una constante para Paraíso. Este mismo año se ha estado en Italia y se empezó a desarrollar la primera parte del tour previsto por Francia, aunque el coronavirus truncó los planes. Aún así, ya hay acuerdo con el país vecino para volver en 2021. Además, a la espera de ver qué pasará con las actuaciones de Bélgica previstas para mayo, el grupo tiene en su agenda volver a China en otoño, donde ya se estuvo el año pasado visitando varios teatros dedicados a la pequeña infancia. Asimismo, sobre la mesa está regresar a Canadá.
Todo ello en un mundo en el que no siempre es fácil moverse por la burocracia. "Lo fundamental es saber cómo funciona el otro país. Por ejemplo, hay países, cuando no estás en la UE, en los que hay que tener cuidado por cómo son los impuestos", sin perder de vista que con los intérpretes también viajan otros materiales. "En los últimos años hemos aprendido mucho y eso nos ha llevado a viajar con maletas o paquetes suplementarios que van en el propio avión con nosotros. Hemos buscado la manera de simplificar mucho las cosas". Esto teniendo en cuenta que "la mayor parte de las veces que viajamos lo hacemos con parte de dinero público y es un dinero que tiene que ser lo más productivo posible. Nunca vamos a un sitio a hacer una función y ya está. Si tenemos una ayuda pública, por lo menos tenemos que hacer tres representaciones. Y si en el lugar al que vamos existe una institución tipo Cervantes o una euskal etxea, siempre nos ponemos en contacto para que, ya que estamos allí, nos aprovechen para lo que consideren".
Claro que en Vitoria, Paraíso es también anfitrión de no pocas compañías procedentes de otros países. "Siempre tenemos dulces de la ciudad en el camerino", sonríe López. "Cuidar a los artistas significa valorar lo que están haciendo, valorarles también como personas. Nuestra casa es humilde pero intentamos estar a la altura. De hecho, aunque todavía no la hemos estrenado, hemos creado una casita de madera detrás del teatro, que es una gozada. La calidad de cómo se hace el trabajo es importante. Éste es un trabajo minucioso, delicado, con un público también muy frágil y es muy importante cómo se está y cómo se hace todo".