donostia - El Gobierno Vasco ha aumentado el presupuesto de la OSE para 2020 en 265.000 euros para fomentar su internacionalización. ¿Es la OSE una tarjeta de visita de Euskadi en el extranjero?
-Si mostramos la fuerza cultural de nuestro país fuera, de alguna manera, todos los ciudadanos se tienen que sentir interpelados. Hemos de considerar aquello que se suele decir de que somos embajadores de una apuesta musical de Euskadi. La música es un vertebrador social de nuestro país. La presencia internacional es muy buena per se para cualquier orquesta, porque te enfrenta a distinto público, pero también implica poder contrastar de forma interna esa respuesta internacional. Es algo que todas las orquestas intentan hacer para poder naturalizar su presencia.
¿Qué se necesita para girar por el extranjero?
-No es el objetivo de la OSE permanecer todo el rato fuera; la presencia internacional tiene que ver con la categorización que hace el mercado del trabajo que tú realizas. Eso facilita la presencia de mejores solistas y mejores directores, también en nuestro ciclo de abono.
Siempre hablan de institución de país. ¿Cómo ayuda la OSE a construir país?
-Nuestra gran dificultad está en ser un instrumento de país, en un lugar en el que, todavía, lo territorial y lo local tienen una importancia muy grande en algunos entornos, aunque no todos. Hay una cosa que personalmente me motiva mucho: que seamos instrumento de cohesión territorial desde la cultura. Ese es nuestro gran reto, podernos comunicar como orquesta de país y, por lo tanto, poder expresarnos en cada uno de nuestros auditorios de manera natural.
Se mueven por cuatro sedes.
-A veces nos cuesta explicarle a alguien que para nosotros es tanta sede el Kursaal, como el Euskalduna, el Baluarte o el Principal. Desde el inicio, hemos tenido en el ADN tener presencia en todos los territorios, y es lo que ha forjado el carácter de esta Orquesta.
Accedió al puesto de director general en 2014. ¿Se han cumplido sus objetivos?
-Los objetivos que uno quiera conseguir en cinco años, a veces, tiene que posponerlos . Hay algunos que sí se han ido consiguiendo. Uno de los principales es el de lograr una estabilidad en el proyecto; una mirada que tiene que ver con el concepto eternal. Una orquesta no se concibe como un proyecto que tiene una finalización y, por lo tanto, entendemos que este proyecto nos va a trascender, como lo hace la música. Creo que con Robert Treviño hemos conseguido ese proyecto estable. Ello no quiere decir que él vaya a estar aquí eternamente. Por otro lado, en los ámbitos internos también tenemos estabilidad.
¿Ha sido difícil?
-No niego que en el trabajo y el camino para conseguir un convenio colectivo ha sido largo y tortuoso, pero es algo que ha sido muy importante. El director general es un facilitador de recursos para que lo que está planteado como misión y objetivos de la Orquesta puedan cumplirse. A veces hablamos de herramientas de gestión puras y duras; el mismo convenio colectivo es una herramienta. También estamos hablando de elementos de interrelación interna que permitan una estabilidad en el futuro y que profundicen en el corte europeo que tiene la Orquesta.
¿Retos a futuro?
-Es verdad que uno de los puntos débiles de la Orquesta es que tiene un equipo de gestión técnico-administrativo corto; hay veces que no podemos trabajar de la manera que nos gustaría en ese ámbito. Es un reto a futuro.