madrid - La profesión de guionista ha crecido en importancia en la televisión por el boom de las series, pero no ha sucedido igual en el cine, como coinciden en afirmar nominados a mejor guion original y adaptado de los Goya 2020 por películas tan dispares como Buñuel en el laberinto de las tortugas o El hoyo.
"En televisión sí ha cobrado más relevancia la figura del guionista. Sobre todo del show runner, que es el coordinador de guion", explica en una entrevista a Efe Eligió R. Montero, coguionista de Buñuel en el laberinto de las tortugas y con una larga trayectoria en la pequeña pantalla. Una opinión que corrobora Pedro Rivero, coguionista de El hoyo: "Es muy difícil que se ponga en marcha un guion a partir de la idea de un guionista. La industria del cine en España está muy arraigada al director", aclara. De hecho, de las ocho películas nominadas por guion, El hoyo es la única que está escrita sin la intervención del director ni a partir de un libro, destaca Rivero, que apunta que para que los guionistas tengan más importancia debería de haber "una mayor profesionalización" en el gremio.
Sin embargo, Montero ve "lógico" que en el caso del cine sea el director el que tiene más peso porque es el que controla todo el proceso, y en las series, que son largas y suelen tener varios directores, sea el coordinador de guion quien mantenga la unidad en los capítulos y temporadas respecto a la trama. Un tema que se debatió en una mesa redonda organizada por el sindicato de guionistas, ALMA, en la Academia del Cine y que contó con todos los nominados en las categorías de mejor guion original y adaptado de los Goya 2020, a excepción de Pedro Almodóvar, de Dolor y Gloria, y Javier Gullón, de Ventajas de viajar en tren.
Una cita en la que se habló mucho del proceso y los plazos de creación, que varían notablemente entre los profesionales. En el caso de los nominados de esta edición, unos necesitaron un año y otros en pocos meses sacaron el primer boceto. Es el caso de Alejandro Hernández, coguionista junto a Alejandro Amenábar de Mientras dure la guerra, que fue militar y se considera muy disciplinado a la hora de trabajar y siempre cumple los plazos de entrega. "En un mes y medio sacamos nuestro primer guion. Soy muy disciplinado, Amenábar y yo nos organizamos y tenemos buena conexión", explicó el guionista.
Isabel Peña, coguionista junto a Rodrigo Sorogoyen de Madre, tuvo que trabajar con el "tiempo justo". Tras el éxito que cosechó el corto, ella y Sorogoyen aprovecharon la oportunidad y se lanzaron en pocos meses con la película. "Teníamos poco tiempo para escribirlo", contó Peña, que dijo que hubo un momento en el que estaban tan atascados que ni encerrándose lograban avanzar, pero al final lo sacaron adelante y por su trabajo están nominados al Goya.
El conocido como síndrome del impostor -cuando se siente que no se está lo suficientemente preparado para afrontar un encargo- siempre ronda en la profesión de los guionistas. "Te golpeas muchas veces con las paredes. En los primeros meses que le estas dando vueltas a la idea puedes estar muy perdido pero tienes que asumirlo. Yo no me siento más impostor que en cualquiera situación de mi vida", aclaró Rivero. Sobre si es más importante el dinero o los premios, los guionistas no tienen una respuesta clara, destacan que lo ideal sería un equilibro entre los dos. "Que estés más o menos cubierto para poder crear y también recibir premios", resaltó Goenaga, guionista junto a Luiso Berdejo de La trinchera infinita, un filme que también dirige, a seis manos, con Aitor Arregi y Jon Garaño.