Madrid - Bebo Valdés (1918-2013) tenía "el secreto", el que le permitía "acariciar" el piano con un tempo único, pero además era "la pureza", una "buena persona" que llenó de belleza el mundo, sostiene su amigo Fernando Trueba que ha reeditado los discos que grabó con él para Calle 54: "era mi deber", asegura Trueba.
Bebo de Cuba, que saldrá el 24 de enero, recopila en una caja los discos, descatalogados ya, que grabó "uno de los pianistas más completos" que ha dado su país con la discográfica del cineasta y con los que logró 3 Grammy y 3 Grammy Latinos.
Son El arte del sabor, Suite cubana, El solar de Bebo, Beautiful music, Bebo y Juntos para siempre, además del inédito El cajón de Bebo, el DVD Old Man Bebo, un DVD con las mezclas 5.1 del álbum Suite Cubana y un libro con textos y fotos que muestran su vida en Cuba, su exilio en 1960 y su posterior "retiro" en Estocolmo, donde se ganaba la vida tocando en hoteles, así como su vuelta a primer plano.
Trueba, que hizo con le desde que le conoció en 2000 ocho discos y cuatro películas, quería poner en circulación de nuevo los discos y hacer una nueva mezcla con el que Valdés consideraba su "obra más importante", Suite cubana, explica el director y productor discográfico, que ha contado para esta "obligación" con Universal Music.
Esta es la "primera entrega" porque su idea es reeditar el celebérrimo Lágrimas negras, nacido de aquellos dúos que hizo para la película Calle 54 (2000) con Cachao y su hijo Chucho y que luego grabaron con Diego el Cigala, y las grabaciones que hizo con Javier Colina en Uve at the Village Vanguard.
"Estamos reeditando los trabajos que hizo en el tercer acto de su vida, el de su plenitud", sintetiza Trueba.
Valdés, creador del ritmo batanga y compositor y arreglista extraordinario, estuvo apartado de la escena pública casi 30 años, hasta que volvió en 1994, junto a Paquito D'Rivera, cuando ya tenía 76 años.
"Los artistas tenemos vanidad, ambición, intereses y ganas de reconocimiento, pero hay como gente como él que está más allá de estas debilidades humanas. No tocaba por el dinero, la crítica o el éxito sino por amor a la música y para hacer a la gente feliz. Su música es tan extraordinaria porque lo era él también", afirma.
"'Tengo 90 años y me cuesta mucho levantarme pero cuando me siento al piano es como si tuviera 21 años', decía Bebo. No se por qué elegía esa edad. A veces yo me siento mayor y empiezo a rodar y me siento un guerrero imbatible, sin edad", recuerda Trueba, que el próximo sábado cumplirá 65 años.
Está "justo acabando" la copia de su nueva película, El olvido que seremos, la adaptación de la novela homónima de Héctor Abad Faciolince, que se ha rodado en Colombia y que es una carta de amor del escritor a su padre, tiroteado en Medellín por los paramilitares en 1987.
"Estoy muy feliz de haberla hecho. Me parecía imposible porque no se puede reproducir el amor de un hijo a un padre. Lo hemos hecho contando la historia de amor de una familia y dentro de ese núcleo, la burbuja de ellos dos. Enseña lo que es la vida", afirma el director, que se reconoce "mucho" en ese trabajo.
Asegura que es "muy feliz" haciendo discos y compartiendo estudio con personas como Bebo Valdés o Niño Josele y que también lo ha sido haciendo su última película: "la ventaja de la música es que yo no soy el artista y no siento ese estrés, esa tensión. Las películas te hace sufrir más pero quizá también disfrutar más cuando lo consigues".
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