Vitoria - Vuelta a Gasteiz pero en esta ocasión con su proyecto en solitario. Juancho Marqués acude este sábado a Kubik, donde las entradas están a la venta por 15 euros de manera anticipada.
Dicen que todo final es también un comienzo: ¿a qué puso fin tu anterior trabajo, la 'mixtape' 'Cierre', y qué ha detonado este cuarto disco titulado 'Álbum Uno'?
-Creo que Álbum Uno es la culminación de la búsqueda de la forma en la música. Yo vengo y pertenezco al rap y siempre me he preocupado más por el contenido, pero durante esta etapa sí que buscaba nuevos sonidos, juntarme con nueva gente, aprender? Y creo que ha sido justamente eso, una etapa de aprendizaje. Y a eso pone fin.
Un proceso en el que ha trabajado con una banda y con la colaboración de artistas como María José Llergo, Natos, Vic Mirallas, David Ruíz y Sule B. ¿Complejo, diferente y enriquecedor?
-Sí, precisamente es eso. A mí siempre me ha gustado no permanecer estático en mi música y moverme todo lo posible porque es lo que te hace aprender: enfrentarte a situaciones nuevas, trabajar con gente con la que no has trabajado y que tiene diferente metodología, que tiene una perspectiva distinta? Eso es lo que te va sumando y no creerme yo con la verdad, que lo sé todo. Siempre se puede aprender algo, me gusta tener esa posición en la vida. El resultado es siempre más positivo que cuando vas con los ojos cegados y con la visión de túnel, pensando que lo sabes todo.
Es, a su vez, un variado abanico musical, donde cada canción tiene su toque, su sonido. ¿Fue un reto dar con ese ropaje musical que presenta cada tema?
-Sí, cada tema tiene un tratamiento diferente. Empezamos por ejemplo con Quema, que llega a tener una orquesta de cuerda de más de veinte personas, aparte de guitarra, bajo, etc? Y luego hay otras que a lo mejor son más electrónicas. Yo me siento más cómodo en el movimiento, siempre he intentado mostrar versatilidad. Si lo consigo o no, no lo sé. Que la gente no se acostumbre a que sueno solo de una forma, sino que precisamente mi espacio es el no espacio, el movimiento. Incluso dentro de Álbum Uno hay temas que tienen más complejidad y hay otros que han sido más intuitivos. Lo que sí que he intentado es que tuviera cierta coherencia.
Atrás queda ya tu etapa en Suite Soprano y ahora, al escuchar ese "yo que quería triunfar en la música y ahora quiero vivir tranquilo ('Cuando fue la última vez')", da la sensación de que esta etapa en solitario también ha sido un giro en cuanto a perspectiva y objetivos.
-La vida es un aprendizaje constante y supongo que cuando eres pequeño y ves cantar a alguien en un escenario grande, sueñas con ser él algún día. Y luego la primera vez que te pasa, te das cuenta de que no te sientes como pensabas que te sentirías. En mi caso, en 2014 recuerdo un Viña Rock, con miles de personas cantando, y bajarme del escenario y estar triste y con ganas de llorar. Al final creo que el éxito en la vida no es cuantitativo, sino cualitativo más bien. Tiene más que ver con lo que te hace sentir bien y lo que te conecta con momentos de alegría, con la gente que te completa de alguna forma. Antes igual perseguía más ese tipo de éxito, que la gente te escuche y demás, y evidentemente ahora también lo busco en parte por reconocimiento de tu trabajo, pero también por la parte de sobrevivir y poder pagar las facturas. Pero una vez tengo cubiertos esos mínimos, el éxito para mí es poder dedicarme a lo que me dedico, independientemente de que venga más o menos gente. Mientras pueda hacerlo, para mí es ya un triunfo. Ya no es el hecho de llenar un estadio o dos. Llegó un punto de mi vida en que tenía ese tipo de reflexiones: cuál es mi objetivo, ¿llenar un estadio? Y una vez lo llenas, cuál es el siguiente objetivo: ¿llenar dos? ¿Y cuál es el límite? Esa mirada no tiene fin nunca y te va a generar insatisfacción siempre. Para mí el éxito es aprender a disfrutar del proceso, no dedicar, puteado, todos tus esfuerzos a un resultado que probablemente cuando llegue, nunca es como pensabas y entonces tus expectativas te asesinan un poco.
Precisamente esa no pausa, ese ritmo frenético y el excesivo consumo que parece mandar hoy es diana del tema 'Dime el lugar'. ¿Son tiempos de Big Mac, en los que lo cultural es comida rápida?
-Exactamente, la forma de consumo ahora es rápida, en general. Nos pasa a todos. Tenemos menos tiempo para comer, para leer, para dedicar a los hijos, a los amigos? Todo es rápido y con prisas. Y lo entiendo porque a mí también me pasa, pero es cierto que de vez en cuando hay que profundizar en cosas que te gusten... No tiene que ser lo mío, sino cualquier cosa. Ese era el mensaje: que si nos quedamos en lo superficial, nos perdemos un montón de cosas que merecen la pena.
De hecho, ha reivindicado su deseo de que sus canciones y su música superen eso y trasciendan más allá del paso del tiempo: "Todo el peso hacia mi obra, no a mi nombre", se le escucha 'El cielo sobre Berlín'.
-Claro, es que creo que pasa ahora con la música, que hay una tendencia X y al final ¿quién trasciende? Yo no soy nada de la gente que tengo en la cabeza que trasciende, ni lo pretendo, pero luego ves a gente que trasciende, que tiene un mensaje fuerte? Y yo tengo esa imagen en la cabeza, de no pensar en mi tiempo, ya que lo que quiero hacer es algo que cuando crezcan mis sobrinos y lo escuchen, se puedan sentir identificados. O que pase el tiempo, yo me vaya, y que el mensaje deje algo de valor para los que vengan después. Creo que eso es el éxito, no sé si lo conseguiré o no, pero eso es lo que pretendo: que cuando yo no esté, mi mensaje y mi paso por el mundo no hayan sido en vano.