Vitoria - De la mano de la oficina de atención al sector cultural y creativo KulturAraba Bulegoa, mañana arranca el ciclo de conferencias Topaketak que pretende ahondar en cuestiones importantes para el desarrollo de la práctica artística pero que, en muchas ocasiones, no se sabe cómo afrontar, temáticas relacionadas con la fiscalidad, la financiación y la comunicación. Las citas, de carácter gratuito aunque requieren de inscripción previa, se van a desarrollar en Montehermoso.
En el primer encuentro que se llevará a cabo mañana desde las 18.00 horas, con los asistentes se encontrará Aitzol Batiz, que se asomará al siempre proceloso sendero de las licitaciones públicas y las subvenciones. “Me gustaría que los asistentes sacasen más preguntas”, apunta el promotor, socio fundador y coordinador general de Aisilan XXI, coordinador de la cooperativa de consultoría cultural Kultiba y miembro del comité ejecutivo de la asociación de innovación cultural y cultura de la innovación de Euskadi Karraskan.
Además de diferenciar de manera “muy clara” lo que son las subvenciones y los concursos públicos, “voy a intentar enfocar la sesión hacia cómo poder traducir los proyectos a eso que se pide en las diferentes convocatorias porque ahí está la clave y también uno de los errores más importantes que cometemos desde el sector. Cuando nos enfrentamos a este tipo de situaciones, queremos contar nuestro proyecto pero no lo hacemos respondiendo a las preguntas que nos plantean. Y si no respondemos a las preguntas del examen, no podemos aprobarlo por muy buen proyecto que tengamos, por muy adecuado que sea para nuestro entorno o para la ciudadanía”.
En este sentido, el experto asume que “la administración tiene un lenguaje muy burocratizado y legal, que muchas veces desde los sectores creativos y artísticos no se termina de entender. Pero también creo que desde el sector tenemos que hacer un esfuerzo para traducir el lenguaje de nuestros proyectos a ese lenguaje más técnico o menos simbólico”, algo que a su entender se debería empezar a conocer desde la época de la formación en las facultades de Bellas Artes, conservatorios, escuelas de teatro... “Y allí también se debería trabajar en desestigmatizar la profesionalización del sector. No hay nada de malo en que un profesional del sector quiera cobrar por su trabajo y que su labor esté bien remunerada. Es algo que entendemos cuando hablamos de otros sectores y, sin embargo, con éste nos cuesta. A veces parece que nos da vergüenza decir que nuestro trabajo vale dinero”.
Así, apunta que “si queremos que nuestra labor se convierta en nuestro modo de vida, tenemos que dotarnos de herramientas y de competencias para que eso sea así”, escapando del “prejuicio” de relacionar lo monetario con lo cultural: “poner en marcha un proyecto no solo sirve para poder desarrollar nuestra pasión, sino también para poder vivir dignamente de ella, como lo hace cualquier otro sector profesional”.