Vitoria - La libélula, un ser vivo “perfecto”, cincelado por la naturaleza “para nacer y morir libre”, es el leit motiv sobre el que la escritora alavesa Aurora Nieva derrama en su nueva obra más de sesenta poemas y pequeños relatos con los que busca “cortejar” al lector.
“El cortejo tiene muchas formas, yo ahora lo estoy haciendo para que me escribas un buen reportaje”, señala a su interlocutor con una amplia sonrisa la que en 2016 fuera coautora del libro Vitoria-Gasteiz en acuarela y verso junto al pintor Javier Ortiz de Guinea, cuyo óleo ilustra precisamente la portada de El cortejo de la libélula (Tarqus Editorial), que puede adquirirse desde ya por diez euros en librerías gasteiztarras como Ayala y Arlekin.
El 12 de septiembre, a las 19.00 horas, la poetisa presentará su nuevo libro, tras lanzar Pétalos transparentes en 2017, en el salón de actos del centro cívico Aldabe, con la presencia del escritor Jabo H. Pizarroso, autor de la reciente Errekaleor, y la periodista Izaskun Prado.
Acompañado de un CD en el que recita algunos de sus poemas, su poemario es un compendio de experiencias personales y pinceladas de realidades en torno al erotismo, la naturaleza y la muerte, junto a temas “de los que no se habla mucho”, como el alcoholismo femenino - “el masculino siempre está más presente, mientras se oculta el de las mujeres pese a los muchos casos de chicas jóvenes que lo sufren”, relata-. La poetisa vitoriana, “liberada” de ataduras -“siempre fui muy sumisa, pero ya no lo soy, caiga quien caiga”- ofrece a los lectores una obra con casi tantos poemas como prismas tiene el alma humana.
Aunque no se lanzó a la escritura hasta después de su jubilación, o tal vez por eso, la poesía de Aurora Nieva -“eso que haces no es poesía, me dijo una vez un conocido que esperaba leer poemas con rima, como si no se pudiera hacerse poesía de otra forma”, recuerda- nace, según la propia autora, “de las tripas”, para de ahí pasar “al corazón” y enfilar el camino rumbo al lapicero. “Busco la musicalidad, pero no la rima”, enfatiza.
Algunas referencias son cristalinas, otras más veladas: “está parasitada de amaneceres blancos, días grises, cuerpo puros, sábanas planchadas y mesas apagadas, (...) se pone ruborosa con el carmín de sus labios, y pespunta su vestido con las manos”. A la hora de plasmar negro sobre blanco algunas de las vivencias que han marcado su vida no ha tenido grandes problemas en reflejar episodios que ahora recuerda con una sonrisa, como el momento en el que, en su propia boda por la Iglesia hace 51 años, su marido y ella se negaron a comulgar, pero sí habido un episodio personal de su niñez que, pese a estar incluido en un principio, acabó dejando fuera por recomendación de uno de los lectores previos a su edición. “Ahora me arrepiento un poco”, admite.
Nieva rememora también su paso por la escuela, “una tortura”, según refleja en sus páginas, aunque con el tiempo descubrió por qué. “Soy disléxica, pero por entonces no lo sabía. De hecho, no ha sido hasta hace unos años cuando lo he sabido. De pequeña siempre iba rezagada, aunque me esforzaba, pero tenía que ir a clases particulares. Para mí fue un suplicio, así que cuando supe que era disléxica me quité un peso de encima. Ahora tengo problemas al leer, me cuesta, leo un rato, me agoto y me despisto”, apunta, aunque el poemario que tiene en sus manos mientras habla es la mejor muestra de cómo ha sido capaz de superar esa adversidad.
recitales en coronación “Empecé a escribir de jubilada, cuando murieron mis padres y mis hijas se fueron de casa. Escribir me ayudó en el proceso de liberación personal. Hice teatro, empecé a pintar... pero prefería centrarme en algo y empecé a recitar, lo que me llevó a escribir para no estar recitando cosas de otros continuamente”, resalta. Los segundos miércoles de cada mes, bajo el título Caminando entre poemas, Aurora Nieva coordina sesiones de recitales en el centro sociocultural de mayores de Coronación. Una propuesta abierta a todos los amantes de la poesía, independientemente de su edad, en un espacio en el que aúna sus grandes pasiones y en el que consigue, junto a todos los asistentes, que los versos fluyan entre cuatro paredes.