Sin un respiro, como un viaje que no tiene paradas, un recorrido con momentos dulces y delicados pero también enérgicos y juguetones. Así se vivió ayer por la noche en Mendizorroza el primero de los conciertos en el polideportivo. De la mano del gran trabajo realizado desde las partituras por Ernesto Aurignac, tanto el saxofonista como sus compañeros en MAP, el gran Marco Mezquida y Ramón Prats construyeron una versión única y especial de ellos mismos gracias a los integrantes de la Banda Municipal de Música de Vitoria que, bajo la batuta de Iker Olazábal, regalaron al público presente una actuación para guardar en la memoria. Ojalá el proyecto tenga desarrollo o alguna cita más, porque el resultado de tanto esfuerzo mereció la pena a todas luces. El público se puso en pie, por supuesto. Foto: Pilar Barco
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