Vitoria - Puede que la casualidad lo haya querido así o que la realidad es tan tozuda que no queda más remedio que se produzca la coincidencia. Son dos las citas que el Principal tiene con el público justo antes de que llegue el paréntesis festivo para la gran mayoría, y en ambos casos, esa desgraciada costumbre que tiene el ser humano de enfrentarse entre sí en conflictos violentos aduciendo los motivos que sea es el hilo conductor. Como se explicó en estas mismas páginas hace unos días, el escenario de la calle San Prudencio acoge hoy a las 20.00 horas a la Banda Municipal de Música de Gasteiz, que va a compartir tablas con la Coral Manuel Iradier para compartir el concierto The Armed Man: A Mass for Peace (El hombre armado: una misa para la paz), una composición que el galés Karl Jenkins dedicó en el cambio de siglo a las víctimas de la crisis de Kosovo. Ya mañana, esta vez a las 20.30 horas, el espectáculo multidisciplinar Beroki gorria se adentrará en la misma cuestión, en esta ocasión para hablar de las consecuencias que los más pequeños sufren cuando los mayores juegan a combatir.

Tomando como referencia el álbum ilustrado del mismo título que hace tres años publicaron el escritor Patxi Zubizarreta y la ilustradora Yolanda Mosquera, el autor ha guionizado un montaje que centra la mirada en los miles de niños y niñas que tuvieron que abandonar Euskadi por mar en la Guerra Civil, jóvenes que pensaban que regresarían en breve a sus casas y con sus familias, pero que descubrieron pronto, metidos en campos de refugiados, que eso no iba a ser nada sencillo. “Hoy son miles y miles los niños de Siria, por ejemplo, que siguen perdidos en Europa intentando encontrar un futuro”, asume el creador guipuzcoano, consciente de que la situación, en diferentes momentos y con distintos protagonistas, se repite sin cesar.

Este “ejercicio poético de memoria” se construye, por tanto, desde la realidad para presentarse a los espectadores a través de las narraciones del propio Zubizarreta, a lo que se suman las ilustraciones de Mosquera, que reclama “más proyectos de este tipo” en los que se reúnen personas de “diferentes talentos, creadores de los que poder aprender tanto”. No en vano, en el viaje, palabras e imágenes cuentan con la compañía de la música de Pello Ramirez, que se sirve tanto de composiciones propias como de canciones de cuna.

Sonidos que se plasman asimismo con la aportación de Maddi Oihenart y de los 80 componentes del coro infantil Zariatxo, bajo la dirección de Imanol Elizasu, quien tiene claro que “para nosotros, todo esto es una experiencia muy enriquecedora” en lo artístico y en lo personal, puesto que es también una forma de transmitir a las nuevas generaciones lo que les pasó a quienes fueron niños como ellos.

A esos cimientos, eso sí, se une además la danza gracias al trabajo de Sahatsa Ramirez. Es decir, muchos elementos a los que coordinar aunque “cuando cuentas con gente profesional y que sabe improvisar, adaptarse” todo es más fácil, según el escritor, a lo que Pello Ramirez añade que “todo se basa en un guión muy bien trabajado y concreto, y eso facilita mucho las cosas”. Así lo podrán comprobar quienes mañana se acerquen al Principal, que tiene entradas a la venta por un precio único de 15 euros. “No es un espectáculo para alguien en concreto. También los niños pueden asistir, por supuesto. Hay mucho montaje para ellos que peca de ser azucarado. Aquí hay sal y azúcar”, comenta Zubizarreta, que además invita a quienes no suelen tener mucho interés por la cultura o no saben euskera. Al final, la memoria de lo que pasó y la realidad de lo que sucede debería concernir a todos.