Vitoria - No todo lo que ocurre dentro de la programación invierno-primavera de la Red de Teatros tiene que pasar en el Principal. De hecho, mañana el escenario del Jesús Ibáñez de Matauco vuelve a reclamar la atención del público para encontrarse con Tendríamos que haber empezado de otra manera, una creación de Javier Liñera junto a Ekoma Teatro. La representación, como es habitual, se producirá a partir de las 20.30 horas, quedando todavía algunas entradas a la venta por un precio único de 15 euros cada una.

El propio Liñera y Aitor Pérez son los encargados de dar vida a los dos personajes sin nombre que protagonizan este montaje dirigido por Pablo Molinero, una “comedia negra” que arranca en el sótano de una casa en la que ambos se encuentran ante un cadáver. Eso sí, no se puede decir mucho más puesto que el montaje también tiene su lado de misterio, de ir solucionando y conociendo los antecedentes de lo acontecido y qué puede pasar en el futuro inmediato.

“Todo les ha salido mal pero lo peor no es eso, sino que cada paso que van a dar, cada cosa que van a hacer, se va a traducir en que todo va a ir a peor”, describe Pérez, al tiempo que Liñera habla de “dos héroes trágicos” que van transcurriendo en un montaje “en el que se pasa de lo sublime a lo ridículo” sin casi darse cuenta. La violencia, el hecho de si la venganza es la solución ante los problemas, el horror y la muerte salen así a la palestra, frente a lo que se pone el humor, la comedia como forma de contar y relacionarse con los espectadores.

Estrenada hace casi un año, la obra de Liñera se representa por primera vez en una Vitoria en la que se dieron varios de los primeros pasos para que el texto se hiciera realidad. El creador fue uno de los seleccionados en la segunda edición del programa de Nuevas Dramaturgias que la Red de Teatros, el Arriaga y el Victoria Eugenia llevan a cabo desde la celebración de Donostia 2016, y eso implicó varias estancias en la capital alavesa, incluyendo el hecho de que “la primera lectura se produjo en Montehermoso”.

Más allá de esta cuestión, desde su primera representación en abril de 2018 “nos estamos encontrando con muy buena aceptación”, a pesar de que las formas y los fondos -sobre todo en el primer caso- puedan chocar a determinados tipos de público. Además de haberse reído, Liñera espera que el público salga del teatro “con el cuerpo raro, extraño”, a lo que Pérez apunta que “en varios sitios nos ha pasado que a la gente le cuesta reírse al principio de la obra porque le da cosa reírse de determinadas cosas”. Habrá que ver qué sucede mañana sobre las tablas del centro cívico Hegoalde, donde se representará la pieza.