Vitoria - Conocen a la perfección Helldorado, aunque desde 2015, Arizona Baby como tal no ha pisado el escenario de la calle Venta de la Estrella. A eso se le va a poner remedio este mismo sábado 12, estando las entradas disponibles por 15 euros en anticipada y 18 en taquilla (13 para los socios). Hay que estar atentos, porque la última vez se colgó el cartel de completo.
Están en el arranque de la gira de ‘Sonora’ y casi no hay huecos en su agenda para este arranque de 2019. En estos tiempos de tanto festival, parece que hacer el tour por salas se está convirtiendo en un lujo, ¿no cree?
-Sí, sí. Hay que reivindicar a las salas. Hay nuevas generaciones de público que quizá esto se lo están perdiendo. Parece que sólo se les ofrece ir a festejos abiertos a todo el mundo en la calle o a festivales. Sinceramente creo que ese público más joven que se está empezando a acercar a la música en vivo disfrutaría mucho del ambiente de una sala, de la cercanía con el artista, de ese calor que se concentra, de esa humanidad que a veces, si todo va bien, hace que se entre en un éxtasis catártico, en una comunión casi diría atávica... Eso es muy importante, es un elemento primordial para la música rock, un ritual fundamental. Es como si en la religión católica nos saltamos la eucaristía, pues no estaría la cosa completa (risas). Está muy bien que haya festivales y festejos municipales pero no podemos perder las salas y ahí los políticos también tienen que estar a la altura de las circunstancias, demostrando que con la mano que firman el acuerdo con un festival no firman la defunción de las salas. No podemos seguir legislando y gestionado la cultura desde las concejalías de turismo. Yo lo que hago no es para llenar plazas hoteleras o para llenar restaurantes, yo lo que hago es para llenar corazones y oídos, para estimular mentes, y para que la gente disfrute de la música en unas condiciones.
¿En esas salas ve gente joven, hay relevo en el rock?
-Afortunadamente, sí. Ves que viene mucha gente, algo que tiene su reflejo en la salas. Supongo que también por influencia de los que son más mayores, que les han dicho que si van a las salas, se lo van a pasar bien. A través de los medios de comunicación y de las redes parece que con ver un vídeo o escuchar un single en streaming de una banda ya conoces el grupo. No. Para conocer a una formación, como mínimo, tienes que escuchar un disco entero. Y te tienes que informar un poco porque cada obra y cada banda tiene su contexto cultural, social... Esto es arte, no un hilo musical. La música ha sido un factor importante en la vertebración de comunidades y de sociedades, y merece de mejor consideración, también por parte de quienes legislan y de quienes comunican e informan. A partir de ahí, sí que ves relevo, sobre todo en los festivales. Y tenemos que dar ese paso de manera más generalizada en las salas. Ahí también tenemos que estar a la altura los que pertenecemos a generaciones más mayores para saber pasar el testigo. No podemos ir de subidos, de chaval, no tienes ni idea, de ir por la vida con esa condescendencia del rockero con galones, que se cree que reparte y retira carnés de rock según su consideración del momento.
Con Arizona Baby, casi desde sus inicios, las expectativas siempre son muy altas cada vez que hay un proyecto nuevo sobre la mesa. ¿Qué es para usted ‘Sonora’?
-Que las expectativas estén altas supongo que se basa en logros anteriores. Es un orgullo que la crítica y el público sean exigentes con lo que hacemos. Pero la presión que tenemos nosotros es más artística y creativa que comercial. Sí tenemos unos seguidores muy fieles que son conscientes de que sin ellos no podemos seguir adelante. Saben que cuando compran un disco o una camiseta de Arizona Baby están ayudando a que la banda siga existiendo. Esto, al final, es como todo, si a tu bar favorito no vas y un día cierra, no puedes ponerte: qué pena, si era de lo mejor que tenía la ciudad... No me vale eso de que te habías hecho una cuenta de Netflix, que estabas cansado todos los días, que estabas a gusto en el sofá con tu mantita... ¿Sabes lo que pasa? Que a veces hay que mover el culo hasta para pasarlo bien. Si no, luego tus artistas favoritos tiran la toalla o cierra ese bar o esa sala favorita y tu vida se hace un poco más triste, anodina. Nosotros somos una banda de rock en el sentido amplio, un grupo de ahora, contemporáneo, sabiendo que todo viene de algo anterior. Sonora es un disco de rock hecho por un grupo de ahora más allá de que tenga ingredientes o influencias de otras épocas y lugares. También te digo que es un disco que no podría haber hecho un americano.
¿En qué sentido?
-Es que a veces, para explicar lo que hacemos, hablan de este grupo que hace rock sureño y no sé qué... Nuestro rock and roll bebe del Pisuerga, no del Mississippi. Somos pucelanos a mucha honra y lo llevamos con orgullo por todo el mundo, incluso por Estados Unidos cuando hemos girado por allí. Nos han dicho que tenemos un punto familiar pero también exótico porque para ellos es exótico una cadencia de jota o un guitarreo aflamencado. Sonora es un disco muy plural en el sentido de que hay muchas influencias que nos interesan. Tampoco se ha ido buscando de manera premeditada que una canción concreta respondiese a un estilo señalado. Se ha ido haciendo según nos ha ido apeteciendo. También por eso se ha grabado por tandas en tres estudios diferentes, intentando que las canciones conservasen la mayor frescura posible. Además, creo que es un disco coral, en el que los tres hemos participado mucho en diferentes campos. Todo eso se nota en un resultado que nos ha sorprendido a todos para bien. Si había una premisa inicial era que pudiésemos tocar el disco de principio a fin en cualquier concierto.
Eso sí, en estos tiempos que corren de consumo cultural rapidísimo, hay que meter en el álbum un tema de 14 minutos...
-Lo hemos hecho adrede. Es que son cosas que nos gustan, de la misma forma que seguimos a artistas que en ocasiones tienden a la expansión. Hoy parece que estamos en la dictadura del hit, del pepinazo de tres minutos, de que el estribillo entre antes del primer minuto no sea que la gente pierda la capacidad de atención y cambie de canción, más allá de que esto siempre ha existido en el mercado. Nosotros en Sonora tenemos canciones cortas, pero también largas y Just say it’s so es especialmente larga por eso, porque decimos: mira, si la mayor pega que le vas a poner al disco es que hay una canción demasiado larga, vamos por buen camino. Vivimos en una época en la que la capacidad de atención es muy corta en el tiempo. A los 30 segundos de un vídeo ya estás mirando cuánto le falta para terminar. Si hay tanta inmediatez, no hay reflexión, y sin reflexión no puedes sacar conclusiones. Vivimos en una época de memoria de pez.