El libro de relatos Como si todo hubiera pasado del autor Iban Zaldua (Donostia, 1966) recopila las diferentes etapas del conflicto del País Vasco, reflejando de esa forma, mediante personajes en su mayoría civiles, lo que suponía vivir cotidianamente con la violencia. De ese modo, el autor traslada al lector a dicha época. ya que en su mayoría fueron escritos en ese momento, convirtiendo la obra así en una “novela contemporánea”, como él mismo destaca.

¿Qué idea quiere reflejar con el título ‘Como si todo hubiera pasado’?

-Me he inspirado en uno de los relatos, como si nada hubiera pasado. Quería hacer referencia por una parte a la visión que intenta transmitir ese cuento, ya que intenta reflejar el espíritu del libro y la situación actual, y quiere jugar con dos cuestiones. Por una parte intentar conjurar la tentación del olvido. Se ha terminado la violencia de ETA pero las raíces del conflicto continúan. Además, soy de los que piensa que hay que enfrentar el pasado por muy doloroso que nos resulte porque no hemos estado a la altura de lo que se podía haber esperado de nosotros como sociedad.

Por lo tanto, ¿cree que hay una falta de memoria histórica hoy en día?

-Yo creo que hemos tenido un proceso de descompresión muy grande, eso que decía Atxaga de que cuando nos quitamos la losa de ETA de encima vamos mucho más ligeros y flotamos sobre el suelo. Yo creo que es verdad y es un alivio, pero creo que en algún momento hay que dejar de flotar y volver la mirada al pasado. Y yo creo que es uno de los peligros de hoy en día y también recordar con cierta nostalgia algunos de los episodios, la propia de la mística de la violencia. Aunque es verdad que uno de los peligros más inmediatos es el olvido.

Sin embargo, aunque el conflicto ha terminado, se sigue usando en contra de los vascos, como puede ser el caso de Altsasu.

-Sin duda. Por eso La cosa -así denomina el autor al conflicto vasco- no ha terminado. En ese sentido la violencia que se ejerce desde el Estado y los poderes judiciales me parece mucho más peligrosa, como el auge del fascismo o todo las amenazas que hay en contra de la libertad de expresión. Es un peligro en estos momentos mucho más importante y real.

El libro es una recopilación de varios relatos que ha ido escribiendo a lo largo de 20 años. ¿Cómo ha sido esa selección?

-He intentado hacer una selección lo más amplia posible. He intentado meter casi todos los que he escrito durante más de 20 años porque aunque el primero se publicó en el 99 algunos de ellos fueron escritos antes. La intención era por una parte ofrecer una panorámica lo más amplia posible de la producción relacionada con el tema y por el otro ofrecerla de una manera cronológica que diera pie a ofrecer una lectura diacrónica histórica de la cuestión tal y como la he tratado yo.

¿Cree que el formato relato le permite abordar una temática más amplia que si fuera una novela?

-Creo que es la ventaja del libro de relatos. De alguna manera puede dar una visión mucho más polifónica de cualquier tema. Si hubiera abordado la cuestión mediante una novela tradicional, que es desde el que se aborda normalmente, el resultado es más monolítico, el resultado no es tan polimorfo. Es la ventaja del libro de cuentos, abordas diferentes tramas, estilos y puntos de vista. Aunque la desventaja del libro de relatos es que tiene menos público.

A pesar de que los relatos son ficticios, es un repaso de la historia del País Vasco. En su conjunto los relatos cuentan desde los primeros años hasta el final de la banda. ¿Ha introducido su faceta de historiador y escritor?

-Intento separar las dos cosas, la historia y la literatura. El efecto del libro sí que puede ser ese, por el mero hecho de la acumulación de relatos y el orden cronológico. Pero es un efecto del libro, porque la manera de abordar los temas era muy contemporáneo. En los cuentos aparecen los problemas que me preocupaban en ese momento. Al ser una compilación de más de veinte años adquiere ese patín historicista pero la mayoría de ellos están escritos en tiempo real, por lo tanto yo diría que es una novela contemporánea.

También se podría decir que ha introducido una crítica en cierta manera, ¿verdad? Como afirmar por ejemplo que no sirve manifestarse pacíficamente a favor del acercamiento de presos si hay un sector que actúa con violencia, o poner en boca de un personaje que la amnistía también le servirá a él, teniendo en cuenta que protege a los políticos franquistas.

-Sí, uno de los elementos principales que empujan a los escritores a escribir es la disconformidad con el mundo que te ha tocado vivir. Por eso, muchas veces esa falta de comodidad con el mundo que te rodea se refleja en los cuentos. Es cierto que hay crítica en ello, una critica que está dirigida por la ficción, por lo tanto no es directa e intenta no crear un texto que sermonea, pero late debajo en muchos de los cuentos.

¿La ficción es una manera de ‘escudarse’ para contar cosas que de otra manera sería más difícil?

-Un escudo no, pero sí un vehículo para hacerlo. En algunos casos puede llegar más lejos, se empatiza más con los personajes, incluso con ideas con las que no tienes que estar totalmente de acuerdo.

Las situaciones que narra son bastante cotidianas, protagonizadas por ciudadanos vascos. ¿Ha querido reflejar el día a día en esa época?

-Hay cuentos sobre víctimas de ETA, del Estado, de terroristas... pero es cierto que los que dominan son protagonizados por civiles. Es la sociedad misma la que estaba contemplando la situación, en algunos momentos se activa, en otros discute... narro las riñas que había en familias y cuadrillas sobre los sucesos del momento. Por eso, aunque los grandes protagonistas no sean los que salen más, también salen. También porque está más cerca de mi. Y es que todos hemos tenido un contacto más o menos lejano con el asunto. Todos hemos tenido un amigo al que han podido torturar, o un conocido o compañero de trabajo que ha tenido que exiliarse por la presión de ETA. Mi visión como ciudadano vasco está más cerca de esa y es la que más aparece.