Está el tiempo de la información política sometido a un ritmo turbulento y agitado, que convierte los días de los periodistas en un continuo sinvivir, sometidos al dictado de ruedas de prensa, comunicados, apariciones televisivas y otras maneras de ofrecer la actualidad, en un ejercicio continuado de veloces ritmos informativos, en base a la dialéctica de radios y televisiones que se han convertido en privilegiados escaparates de lo que está ocurriendo, en vivo y en directo. Y toda esta catarata de informaciones, desmentidos y fake news en un entorno digital/redes sociales que abastecen las informaciones con añadidos más o menos suculentos.

Los mecanismos de relaciones entre medios y actores políticos se ven modificados por la velocidad de respuesta ante situaciones políticas mutables y creadoras de un nuevo sistema informativo que las millonarias audiencias exploran en pos de influir en la Opinión Pública, siempre sedienta de conocer y digerir las noticias fabricadas a supersónica velocidad. Cada mañana es un nuevo tiempo para la noticia, los protagonistas agitados y los sucesos presentados a ritmo veloz, en programas de largo contenido, pegados a los hechos de la actualidad y de tal forma los magacines caseros y de entretenimiento se han convertido en espacios para la información y el comentario puro y duro.

Es un nuevo tiempo informativo, una manera audiovisual perfecta para relatar este tiempo de patos apresurados, por el que transita la información caliente, poliédrica y servida por medios idóneos, que los convierten en nuevos protagonistas de la mediática actuación de periodistas, cámaras y micrófonos. La extraordinaria capacidad de respuesta de teles y radios les permite mantener una cuota importante en el consumo de actualidad. El reto contemporáneo de la aceleración informativa está siendo respondido positivamente por canales, programas y periodistas. Consecuencias de la libertad democrática de información en estos tiempos que transitamos.