“Somos soldados, tenemos que luchar”. Así se inicia Songs of resistence 1942-2018 (Anti. Pias), el nuevo disco de Marc Ribot, el guitarrista lugarteniente de Tom Waits y Elvis Costello, que firma una colección de temas propios y versiones de clásicos de la resistencia anti-fascista del siglo XX, a ritmo de folk, funk, rock y jazz, en su cruzada contra Trump. “No voy hacerle el juego a un dictador”, explica Ribot, que se ha rodeado de colaboradores como Waits, Steve Earle o Meshell Ndegeocello.
Ribot (New Jersey. 1954) es uno de los músicos más reputados de las últimas décadas, un explorador incansable de ritmos y sonidos que nunca se ha sometido al dictado mayoritario en ninguna de sus aventuras sonoras, firmadas por él mismo o junto a Los Cubanos Postizos, Ceramic Dogs o The Young Philadelphians. Curtido en los vericuetos del jazz, el rock, el blues, la experimentación y la música latinoamericana, Ribot se ha vuelto popular como lugarteniente de Tom Waits desde que grabara Rain dogs.
También colaborador de Costello, John Mellencamp, Norah Jones, The Black Keys y el gran disco compartido entre Robert Plant y Alison Krauss, Ribot acaba de publicar un disco en el que rescata el espíritu del folk combativo de Woody Guthrie, activista y héroe de Dylan y Springsteen que portaba en su guitarra el lema “esta máquina mata fascistas”.
Ribot, que ya había grabado Song for Che, de Charlie Haden, o Esclavo triste, tiene ya en la calle Songs of resistence 1942-2018, un disco de corte político que combina temas propios y versiones de canciones tradicionales de partisanos italianos antifascistas de la Segunda Guerra Mundial y el movimiento de Derechos Civiles. “Cada movimiento vencedor ha tenido canciones”, explica el guitarrista, cuyo objetivo es enfrentar el repertorio al momento actual, en el que su país está presidido por Trump.
“Hay mucha contradicción en hacer música política”, reconoce, para preguntarse después “¿cómo actuar contra algo sin llegar a ser como ello, sin parecerse a lo que detestas?”. “A veces es difícil saber qué hacer, e imagino que cometeremos errores, y espero que aprendamos de ellos. Pero lo supe desde el momento en que Donald Trump fue elegido. No voy a hacerle el juego a ese hombre naranja aspirante a dictador. De ninguna manera”, apostilla.
Puños y música libre El CD, parte de cuyas ganancias se donarán a The Indivisible Project, organización que combate a Trump desde las comunidades locales, suena muy diverso. Incluye mucho folk, sí, pero también música afroamericana, algo lógico mirando la nómina de algunos de sus colaboradores, así como atisbos de un jazz inequívocamente free en temas como We are soldiers in the army, clásico de los Derechos Civiles de los años 40. “Somos soldados en el ejército, tenemos que luchar aunque tengamos que llorar/tenemos que sostener la pancarta ensangrentada hasta que muramos/algún día envejeceré... y lucharé de todos modos”. Así se abre el álbum, que tiene como una de sus canciones estelares su revisión de Bella ciao, canción de los partisanos opuestos a Hitler dada a conocer a las nuevas generaciones a través de la serie La casa de papel. La voz la pone Tom Waits, llevándola a su terreno, al de sus baladas melancólicas, lejos del espíritu de himno exaltador de multitudes original.
Otra es la estremecedora Srinivas. El imponente Earle narra la historia de un inmigrante sij asesinado en 2017 por un racista que lo confundió con un musulmán. “Un loco apretó el gatillo, Trump cargó el arma... un extraño le disparó gritando: “¡fuera de mi país!”, canta Earle, que logró que Ribot retirara el nombre del asesino de la canción. “Ese tipo es sólo un pobre idiota, se trata de los que le tendieron una trampa”, le explicó. “Esa inteligencia y sabiduría de los colaboradores fueron muy importantes”, reconoce. En el cierre del CD se oye: “nunca volveremos atrás hasta que todos seamos libres”. Se incluyen en la acústica We’ll never turn back, que Ribot comparte con la artista transgénero Justin Vivian Bond y la flautista Domenica Fossati. En el camino se disfrutan también la versión de Rata de dos patas, de la mexicana Paquita la del Barrio, con sus improperios feministas reconvertidos en políticos y dirigidos a Trump; esa defensa de la sanidad pública que es Ain’t gonna let them turn us; la del ecologismo en The militant ecologist; o su versión del abolicionista John Brown, a ritmo de funky y jazz.