Huesca - Jordi Savall (Igualada, 1941), uno de los intérpretes más prestigiosos de música antigua en la actualidad, considera que España tiene una deuda “muy importante” con África tras siglos de esclavitud y de explotación que exige políticas “mucho más humanas y solidarias” con inmigrantes y refugiados.

En una entrevista concedida con motivo de su participación en un concierto junto a Carlos Núñez en el marco del Festival Internacional en el Camino de Santiago, Savall se muestra sorprendido por “este continuo querer protegernos contra el mundo africano”. “Es cierto -apostilla- que estamos en una época complicada y que no podemos abrir las puertas de una forma indefinida, pero también que este país puede permitirse acoger a los refugiados que tenían que haber sido aceptados en Europa según las asignaciones que se hicieron”.

Afirma, además, que la visión de los incidentes que se registran de forma continua en Melilla le hacen pensar que entre 1450 y 1850, los españoles, entre ellos el rey Fernando el Católico, “esclavizaron a millones de africanos en beneficio propio y los mandaron a trabajar a minas y explotaciones”. Una situación, subraya, por la que España “nunca ha hecho ninguna compensación ni ha pedido perdón”, y que ha generado, a su juicio, una deuda importante con África que “nos tendría que hacer pensar en tener unas políticas mucho más humanas y solidarias”. Savall expresa sus ideas con la convicción de quien ha profundizado e investigado en la cultura hispánica para destilar la música más hermosa que se conserva en antiguos manuscritos.

Descubrir obras bellas Jordi Savall, empeñado en hacer vivir la experiencia de la música antigua como un descubrimiento de “obras bellas”, advierte, sin embargo, que sólo un 20% de las piezas que se interpretan proceden del manuscrito, mientras que el ochenta restante lo crea el músico según sus conocimientos. “El acto musical es siempre un hecho contemporáneo, y la música existe solamente en el momento en el que la tocamos y la cantamos”, añade para tratar de explicar el por qué del creciente interés existente desde hace unas pocas décadas por la música antigua.

Por esta razón considera que esta música “de antiguo sólo tiene los textos”, e ironiza al afirmar que en el mundo del teatro no se hablaría de las obras de Shakespeare como “antiguas”. Asume, sin embargo, que existen diferencias entre el músico que se concentra en el repertorio clásico para interpretarlo de la forma “más bella posible”, y el intérprete de música antigua y barroca, que requiere un trabajo previo de investigación sobre la época. Una labor “profunda” de investigación que debe, en su opinión, combinarse con el talento de un intérprete para lograr transmitir emoción a sus oyentes. “Tú no puedes pretender ser intérprete de música antigua -apostilla- sin conocer la historia, sin saber lo que se hacía en la época, y sin conocer los tratados, la forma de articular o de ornamentar en música”.

Savall admite encontrarse “cómodo” tanto interpretando al autor medieval Guillaume de Machaut como a Beethoven, una labor que exige imaginación, estudio, técnica y aprendizaje pero que le permite ahondar en las obras. Según afirma, “en el momento en que tú controlas el conocimiento y la experiencia emotiva de tocar y de sentir esa música, es cuando consigues ser feliz”.

Lamenta el hecho de que la “improvisación”, que formaba parte del lenguaje musical de la Edad Media, Renacimiento y Barroco, se haya perdido “casi” completamente, a excepción del jazz o de indicaciones expresas por parte de un compositor contemporáneo. Savall se muestra convencido de que un músico que sabe interpretar “no es un músico completo, porque también debe saber improvisar y crear”, una capacidad que le lleva a asegurar que los intérpretes de música antigua “estamos creando una revolución de cara al futuro”.

Riqueza cultural Destaca, por otra parte, que la gran riqueza de la tradición hispánica se debe a la mixtura de culturas que se dio en la Edad Media española, donde convivieron judíos, árabes y cristianos de una forma natural. Esta variedad de influencias, sin embargo, fue tratada de eliminar de los cancioneros tras la Reconquista, con “un intento no dicho ni escrito de limpiar la cultura hispánica de influencias arábigo andaluzas”. Un proceso que se extendió a otros ámbitos de la vida cotidiana y que llevó a rechazar el laúd, instrumento de origen oriental, como un instrumento de culto, a pesar de triunfar en otras cortes europeas, explica Savall. “Es un intento de decir -destaca- que no queremos saber nada de instrumentos patrimonio de una cultura que no tiene nada que ver con la nuestra, una forma de racismo que llevó a tratar de convertir la Mezquita de Córdoba en una catedral a pesar de tener estructuras muy diferentes”.

“Lo cierto -añade- es que continuamos negando la historia y que la presentamos de una forma políticamente correcta”.