el universo íntimo con el que Frida Kahlo construyó su identidad sale de México por primera vez y llega al Victoria & Albert de Londres, en una exposición que se ha convertido en la que más entradas ha vendido para su inauguración en la historia del museo. Frida Kahlo: Construyéndose (Making Her Self Up), que se presentó ayer a los medios de comunicación en la capital británica y abrirá sus puertas el sábado, realiza un recorrido por la vida del icono mexicano para entender cómo forjó su identidad a partir de su origen, sus problemas de salud y su estilo.
La comisaria de la muestra, Claire Wilcox, aseguró que Kahlo es una figura sobre la que siempre ha existido un “elemento de misterio” que la hace interesante para el público. “Sabemos que era una artista maravillosa, carismática, fotogénica e interesante, pero esa cualidad que la hace tan fascinante quizá no podamos resumirla en una frase”, explicó. Para comprender un poco más la atracción que despierta, la galería ha reunido los objetos personales de la artista que permanecieron encerrados durante 50 años en un baño de la Casa Azul -el Museo Frida Kahlo en Coyoacán, Ciudad de México-, desde su muerte en 1954 a petición de su marido, el famoso muralista Diego Rivera.
La particular vestimenta de la mexicana desempeña un papel fundamental en el centro de la exposición y es que la artista empleaba su cuerpo a modo de lienzo en el que hacer declaraciones. “Su vestimenta era habitual en algunas regiones de México, pero no era habitual que una creadora educada, casada con el artista más famoso del país y que se movía en un entorno social muy intelectual, se vistiera de esa manera”, declaró. Agregó que su traje de tehuana, vestimenta regional mexicana, “era una declaración sobre su país y su ideología” que la hacía “diferente a sus colegas”. La muestra reúne muchas prendas que la propia Kahlo vistió, como sus rebozos de colores vibrantes, sus faldas que tocaban el suelo y sus huipiles -túnicas tradicionales-. Esa aproximación creativa a la vida se puede comprobar también en una pierna ortopédica para la que se diseñó unas botas de cuero con encaje rojo -en 1954 le amputaron una pierna, poco antes de morir- y en sus corsés de yeso, que debía llevar por problemas de columna, personalizados por ella misma.
Según Wilcox, el vínculo que la exposición forma entre la ropa, las joyas, las fotografías o sus pinturas, permite apreciar al icono feminista “en su totalidad”. Los más curiosos podrán observar el maquillaje, los medicamentos y las cremas hidratantes que la creadora usaba, envasados todavía en su caja original, así como su barra de labios o su lápiz para las cejas. Sin embargo, en palabras de la comisaria, el recorrido “cobra sentido a partir de las pinturas”, y es que la exposición reúne una vasta colección de sus autorretratos, un género en el que fue prolífica y cuya pasión heredó de su padre, un fotógrafo alemán afincado en México.