EN la capital de Sierra Leona, en Freetown, la ONG salesiana Don Bosco Fambul lucha por ayudar a las centenares de niñas menores que se dedican a la prostitución en las calles para poder comer y pagarse la escuela. Ellas, víctimas de la guerra civil y epidemia de ébola que sufrió el país y dejó miles de muertos. Ellos, misioneros y educadores dispuestos a cambiarlo. Esta es también la historia de Love, el documental que la productora navarra Kanaki Films ha grabado, en colaboración con la ONG, para visibilizar esta realidad. El 4 de abril lo estrenaron en Madrid y en solo una semana ha sumado más de 13.000 espectadores. En Iruñea podrá verse el 24 de abril y también está on line en YouTube.
hacia la casa del terror Cuando Kanaki Films recibió la propuesta de sumarse a este proyecto, vía Alberto López Herrero de Misiones Salesianas, Raúl de la Fuente, director del documental, plantea que surgió cierta preocupación sobre cómo abordarlo: “Es un tema duro e interesante, una realidad que denunciar... Teníamos delante un reto muy grande”. Y nada más aterrizar en Freetown encontraron cómo. Jorge Crisafulli -misionero salesiano, director del centro Don Bosco Fambul-, les condujo, tras casi una hora caminando por una favela, a lo que De la Fuente define como “la casa del terror”, y allí estaban sus protagonistas, su historia.
Apiñadas, un grupo de niñas de entre 14 y 17 años y en la puerta, el chulo, que “ni se ocultó ni sintió que estuviese haciendo nada raro, ese es el problema”. Un problema y realidad que ellas quieren cambiar, comenta De la Fuente, ya que “eran las niñas quienes querían aparecer en el documental, mostrar su rostro y tratar de conseguir salir de esa invisibilidad”.
Con ellas estaba también Jorge Crisafulli, que lleva 23 años trabajando en África y desde 2016 dirige el centro Don Bosco Fambul. Actualmente cuentan con nueve programas para niñas en riesgo en Freetown y fue en septiembre de 2016 cuando después de la epidemia del ébola fueron conscientes de la cantidad de niñas que se prostituían como modo de supervivencia: “Invité a un grupo de siete niñas al centro, para hacerles un chequeo médico”. Él pensaba que no iría ninguna, al día siguiente acudieron seis. A partir de ahí Jorge Crisafulli comenzó a trabajar en un programa especial para ofrecerles alimentación, educación, un futuro laboral... Y se planteó la idea de rodar el documental, del que ha quedado muy satisfecho. “Raúl es un artista, ha presentado un tema tan delicado, como la prostitución infantil, sin ninguna sensiblería ni morbosidad”, apunta.
Por su parte, Raúl de la Fuente reivindica que se trata de “un trabajo de equipo, de un equipo increíble al que quiero agradecer su profesionalidad y sobre todo la calidad artística de su trabajo.
“se respeta más a un perro” Jorge Crisafulli denuncia que en Sierra Leona “se respeta más a un perro que a una niña” -desde el respeto hacia los animales, aclara-. En ese sentido, De la Fuente habla de la sociedad desestructurada que es el país, donde “los agresores han sido niños soldado en su mayoría y tienen asimilada la violencia como algo natural”. Y en el otro lado, “niñas huérfanas por la epidemia del ébola de 2014 y 2016, que no tienen otra salida que vivir en la calle”. Las calles de Freetown son una gran cárcel, afirma.
A nivel mundial, la cifra asusta: 223 millones de niños y niñas trabajan en el mercado del sexo. Y sin embargo, son muchos los que coloaboran en tratar de invisibilizarlo. De hecho, recuerda la visita de una viceministra del país: “Me dijo que me olvidase de las niñas, que estaban perdidas y estaba gastando recursos humanos y dinero en ellas... Imagina que te diga eso un político”. Por ello no duda en definir a sus niñas como “heroínas”. Y es que desde que iniciaron su trabajo, ya son más de 100 niñas las que han conseguido dejar la calle.
El propio documental así lo recoge, ya que como cuenta De la Fuente, seis meses después de aquel viaje, trabajando ya en el montaje del documental, recibieron una llamada de Jorge Crisafulli: “Supimos que Aminata, una de las protagonistas, había dejado las calles”. Aquello motivó un nuevo viaje a Sierra Leona, donde se encontraron con una niña y que había recuperado “la dignidad y la sonrisa”. Y, también con que ganaba más dinero que vendiendo su cuerpo. Antes en la calles cobraba tres euros al día y ahora gana mucho más trabajando en una pequeña peluquería y tienda que ha montado con ayuda de los Salesianos. “En el pueblo, a pesar de que muchos saben cuál ha sido su vida, la admiran y la tienen como una heroína”, apunta Raúl.
La propia Aminata quiso enfrentarse a su anterior vida viendo el documental, comenta Crisafulli. Y lloró: “Decía que estaba bien, pero que lloraba por todo el sufrimiento al que estuvo sometida. Solo repetía ‘cuánto sufrimiento y dolor”. Porque aunque consiguen salir adelante, apunta, los traumas las persiguen durante años.
proyecciones y concienciación Sumergidos en plena gira internacional de proyecciones, buscan derribar esa invisibilidad y conseguir apoyos y soluciones políticas. “Se está acudiendo a las instituciones adecuadas para intentar que esto cambie”, señala De la Fuente. El Parlamento y Comisión Europea en Bruselas, o la sede de Naciones Unidas en Ginebra han sido algunos de los escenarios. Y Aminata no ha sido la única que ha llorado al verlo. “Varios eurodiputados tenían lágrimas en los ojos... Y está bien que sientan la realidad de las niñas y no sean indiferentes”, concluye Crisafulli. Y lanza una pregunta: “¿Vamos a taparnos los ojos?”.