Bangkok - El gibón de Elizabeth Taylor que provocó un revuelo entre los ecologistas o la visita del escritor Joseph Conrad son algunas de las historias ocurridas en el mítico hotel Mandarin Oriental, el más antiguo de Tailandia.
El establecimiento ha acogido a monarcas como el rey Juan Carlos, estrellas de Hollywood como Robert de Niro o al escritor Tennesse Williams, que fueron recibidos por la tailandesa Pornsri Luphaiboon, la jefa de Relaciones Públicas del Mandarin Orienal durante casi tres décadas.
“Con Liz Taylor tuvimos una gran experiencia. Vino tres o cuatro veces; cada vez con un novio diferente. En 1982 vino con un abogado mexicano llamado Víctor. En 1985, vino con Malcolm Forbes, el famoso Malcolm Forbes de la revista Forbes”, explica Pornsri en una entrevista con Efe. Taylor, ganadora de dos premios Oscar en Hollywood, y Forbes llegaron en un lujoso yate al Mandarin Oriental y la actriz británico-estadounidense le pidió al millonario una cría de gibón como regalo.
Un empleado del hotel consiguió comprar un gibón en el mercado de Chatuchak en Bangkok y, cuando Taylor apareció en una rueda de prensa con el animal, los ecologistas la criticaron porque los cazadores matan a la madre para capturar a las crías de este simio. “Liz Taylor quería llevarse el gibón a América. El gerente me dijo: Pornsrit, deshazte del gibón”, recuerda la tailandesa, quien finalmente entregó el animal a un zoológico privado para que lo cuidara hasta que pudiera ser liberado. Pornsri, que se jubiló en 1993, relata que en otra ocasión la actriz visitó de forma privada al primer paciente de VIH en Tailandia y fue la única de su comitiva que subió a ver al enfermo e incluso le dio la mano, un gesto audaz para la mentalidad de la época.
Cuenta el periodista Harold Stephens, autor del libro At the Oriental Hotel, basado en entrevistas con Pornsri, que uno de los primeros personajes famosos en visitar el hotel, fundado en 1876, fue el futuro escritor Joseph Conrad. El autor, que entonces usaba solo su nombre polaco, Theodor Korzeniowski, llegó navegando por el río en 1890 y no se hospedó en el hotel porque era demasiado caro para él, aunque sí disfrutó del billar y se tomó un par de cervezas. Como jefa de Relaciones Públicas, Pornsri le conseguía entrevistas a Stephens con escritores como Gore Vidal o Tennesse Williams, de los que no se llevó una buena impresión. “Sí, estaba bastante borracho”, espeta el periodista en una entrevista al hablar del autor de Un tranvía llamado deseo. El ya nonagenario periodista, autor de numerosos libros sobre Asia, afirma que los tiempos de Pornsri en el hotel pertenecen a una época distinta, donde el contacto humano era la prioridad.
La tailandesa tenía que cuidarse, por ejemplo, de que se adaptara la cama para que cupiera el actor Christopher Lee, que medía 1,96 metros, o en conseguir un vuelo para que el director Oliver Stone no se perdiera una reunión importante en Nueva York.