Bilbao - Eneko Sagardoy aún se encontraba ayer bajo los efectos de las horas vividas en la gala de los Goyas: “es que no ha sido mi premio, es que han sido diez Goyas, ¡qué barbaridad!”.

Cuando habla de esa noche mágica para él y para el resto del equipo de Handia, prefiere hacerlo en plural: “es verdad que la película ha gustado, es la tercera con más Goyas en la historia de este premio. Ha gustado en muchos aspectos y en muchos gremios”. El joven actor de Durango apostaba a priori por un premio seguro, y no era el suyo: “El de música, el de Pascal Gaigne, venía con un recorrido importante y complejo”.

A solas La noche del sábado al domingo fue muy intensa, dice que no fue de juerga como muchos pueden suponer: “Después de que finalizase la gala, había un protocolo para atender a la prensa y saludar a la gente. A la fiesta llegué a las tres de la madrugada y me fui a las seis. Quería saludar a mi madre y a los directores (Jon Garaño y Aitor Arregi). Estuve tres horas y fueron para sacarme fotos y abrazar a la gente. No bebí casi nada, un botellín. En la fiesta estaba un poco sobrepasado de emociones, con ganas de irme a dormir; tenía ganas de estar solo, han sido días de tanta excitación, que lo que quería era descansar”. El que sí disfrutó fue su hermano gemelo: “Tuvo éxito y se fotografió mucha gente con él, y eso que ya advertíamos que él no era Eneko. Ja, ja, ja..”.

Dice que el Goya que recibió el sábado le produce “mucha felicidad. No sé lo que va a repercutir en cuanto a trabajo. ¿Me va a salvar la carrera? No lo sé, sería muy contundente hacer esa afirmación y nunca sabría si es cierta. De momento, voy a disfrutar de lo que tengo. Fue un premio hacer la película, fue un premio estar nominado y esos premios son ahora este Goya”, señala. - Rosana Lakunza