Hace casi dos años que no actúan delante del público de su ciudad. De hecho, el de esta semana va a ser su único concierto en Gasteiz de todo 2018. No hacen falta más motivaciones. Eso sí, un nuevo disco va a pedir paso en breve y con él, un salto internacional en la carrera de Childrain.
¿Y a partir del 4 de febrero, qué?
-Ese día tenemos que presentar a nuestra manager el nuevo disco. Tenemos muchas esperanzas puestas en que el nuevo trabajo vaya a funcionar muy bien. Se va a publicar en Europa, como mínimo, y es posible que tenga distribución mundial. Así que va a ser cerrar el camino de Matheria e iniciar al día siguiente, y con la resaca puesta todavía, otro ciclo.
¿Habrá oportunidad de escuchar el sábado alguno de esos nuevos temas?
-Imposible. Tenemos cosas grabadas desde hace tiempo pero no las podemos sacar por cuestiones de confidencialidad dentro de las negociaciones que estamos teniendo con varias compañías. Como los amigos de la SGAE suelen rondar por estos lares, hemos decidido que no haremos nada nuevo.
Antes de que llegue lo próximo hay que despedir ‘Matheria’. ¿La del sábado será una noche para ponerse un poco, por así decirlo, tontorrones después de todo lo vivido?
-Matheria ha sido un disco determinante para nosotros, nos ha llevado a un nivel en el que estamos muy a gusto. Cuando pensamos cómo cerrar el periplo vital de este trabajo, teníamos claro que tenía que ser en Vitoria. La gira la iniciamos aquí hace dos años y terminar en la Jimmy es el mejor broche posible. Por supuesto que en el futuro, las canciones de Matheria tendrán continuidad en nuestros repertorios, pero tenemos que empezar a mirar a lo nuevo.
¿Qué cree que es lo mejor que les ha dado este disco?
-Nos ha dado algo muy importante, que nosotros, en la península, cuando nos llaman ahora lo hacen ya para encabezar festivales. Eso te hace ver que eres una realidad y que te valoran como tal. Este año, por ejemplo, nos vamos a ir a Canarias a encabezar un festival por el que han pasado bandas como Angelus Apatrida, es decir, grupos que en este estilo están en lo más alto. Este trabajo nos ha llevado a eso, a ser cabezas de cartel en festivales de medio formato. Y, además, nos ha permitido tocar en los certámenes gordos, como pasó con el Download Madrid y el VOA Fest de Portugal. Bueno, tocar y tomarte un cubata gratis mientras pasa Tom Morello (Rage Against the Machine) a tu lado, que eso es una pasada. De todas formas, lo mejor que nos ha dado son esas experiencias con las que hemos llegado a un punto en el que estamos muy cómodos y en el que vemos reflejado en cosas tangibles todo el esfuerzo que hemos hecho.
Al final, el grupo se mueve en una escena específica, con un público muy fiel y también exigente.
-La escena del metal es algo marginal. Si el nivel de éxito que estoy teniendo dentro del metal lo tuviera en el pop, hace tiempo que hubiera dejado de trabajar donde lo hago y tendría un coche mucho mejor. Pero hacemos la música que nos gusta. El que se meta aquí para hacer dinero es gilipollas. Si quieres hacer pasta, haz cualquier cosa, pero no metal ni, incluso, rock. En esta ciudad, por ejemplo, tienes bandas como The Soulbreaker Company y Arenna, que son top, que podrían tocar tranquilamente en el puto Mad Cool ese con Pearl Jam, pero no pueden llegar a eso porque no son reconocidas, porque son de Vitoria. Con el metal pasa lo mismo, sólo que un poco peor. Lo que tiene de bueno, eso sí, es que a los que les gusta esto, son seguidores para siempre. ¿Críticos? Sí. Hombre, es que en un concierto, la mitad de la gente que te está mirando o está o ha estado en una banda. Pero aunque son muy exigentes, no están en una fase. Ser metalero o rockero no es una fase que tienes de los 15 a los 20. Esto no entiende de modas.
¿Qué distingue a Childrain?
-Con cada disco vas aprendiendo y creo que nos hemos soltado. Antes sí que respetábamos más los cánones de lo que es el metal. Lo que hemos hecho con Matheria, en una medida, y con el nuevo trabajo, en una gran medida, es dejar entrar lo que sea. Las pizzas se hacen todas con algunos ingredientes que son los mismos, pero luego... Nosotros igual, mezclamos cosas que, si nos podemos académicos, no están bien vistas. Tenemos un sonido que es reconocible. En nuestros temas puedes encontrar partes que parecen Simon & Garfunkel, otras que son Bad Religion y otras que dices, esto es Cannibal Corpse. Esa mezcla, que es lo que nos sale de ahí, nos da una dimensión que, para nosotros, es positiva, aunque no sea académica dentro del metal.
Por cierto, ¿el sábado habrá alguna sorpresa?
-No te las voy a decir (risas). Vamos a hacer un espectáculo a la altura de la cita. Va a ser una despedida por todo lo alto.
¿Y eso de no tocar en casa en todo 2018 salvo esta semana?
-Nos estamos enfocando de cara a Europa, están saliendo cosas... Vamos a ir paso a paso.
Si el sábado se acerca alguien que está empezando en esto y le pide un consejo...
-Yo estoy cumpliendo sueños desde la primera gira. Por ejemplo, soy un fanático desde que tenía nueve años de Soziedad Alkoholika. Hace cinco años, me fui de gira con ellos. Eso, para mí, es un sueño que nunca pensé que se iba a cumplir. Nos han ocurrido cosas que ni siquiera nos habíamos planteado. Así que lo primero que le diría es que le recomiendo vivir la experiencia. Eso sí, esto no es que te suene la flauta. Hay que trabajar sin descanso. Hay que tener un talento, aunque España sea el ejemplo de que puedes triunfar sin tenerlo. Y hay que creer en tus sueños. Si tienes el objetivo claro y crees en él, si estás dispuesto a hacer todo el trabajo que requiere, luego verás la recompensa, que es salir al escenario. Esto no te va a dar dinero, pero el ir cumpliendo sueños poco a poco es lo mejor de todo esto.