Cuatro grandes lienzos recuerdan, a simple vista, el Guernica de Picasso en San Telmo Museoa. Lo hacen en sus dimensiones (el mayor mide 15 metros de largo y 3,5 de alto), en su estética, en sus líneas, en sus figuras... Pero no son el Guernica. A través de ellas el artista donostiarra José Ramón Amondarain homenajea la obra más icónica del siglo XX en su 80 aniversario y, al mismo tiempo, ofrece una reflexión y abre el debate sobre conceptos clave del arte como la copia, la originalidad, la representación y la imagen.

En realidad, La Risa del Espacio (Guernica), que se podrá visitar hasta el 25 de febrero en el museo donostiarra, es la continuación de un proyecto emprendido hace cinco años en el Artium de Gasteiz. Con motivo del 75 aniversario, en 2012 Amondarain emprendió una relectura del cuadro. “Quería atravesarlo, como si se hiciera un corte de bisturí hasta sus entrañas”, explicó ayer Amondarain. Gracias a ocho fotografías sacadas en su momento por la compañera de Picasso, Dora Maar, es posible conocer los estadios y fases de creación del autor hasta completar su obra, en sólo 33 días. En ellas se ve cómo el malagueño se subió a una escalera para pintarlo, cómo hizo pruebas con el color...

En su exposición Tiempo y Urgencia (el segundo término es un anagrama de Guernica), Amondarain recreó esas ocho fotografías y la culminó, al igual que el propio Picasso, con la recreación de la obra completa. Aunque la muestra se exhibió durante siete meses en Gasteiz, la familia del autor pidió que se retirara por considerar que era una reproducción o copia del original. Ante la imposibilidad de trasladar esa exposición a San Telmo, Amondarain ha decidido, en colaboración con el Artium y el museo donostiarra, hacer una nueva relectura de la obra y crear la nueva muestra, marcada claramente por las circunstancias que le impiden volver a colgar los lienzos creados hace cinco años. En realidad, esas obras están en Donostia, guardadas en grandes cajones de madera a la entrada de la exposición para plantear el citado debate sobre los límites del arte y sobre conceptos como la originalidad o la copia que parecen sagrados en el ámbito artístico, como destacó ayer la diputada de cultura alavesa, Igone Martínez de Luna, que, al igual que la concejala de Cultura de Donostia, Miren Azkarate, alabó la valentía del donostiarra.

También el escritor Bernardo Atxaga ofrece en la publicación que acompaña la exposición su punto de vista sobre la creación artística y defiende que el objetivo artístico de Amondarain no es “corregir el mundo”, sino “corregir la representación del mundo” y, de alguna manera, recrear la propia representación: “Amondarain conoce la lengua que a lo largo de los siglos ha servido para expresar por medio de formas los mundos interiores y exteriores y, a la hora de crear, como hablante privilegiado que es, utiliza esa lengua a su manera, acrecentando sus significados, pronunciando las viejas formas de manera inusual, obligando a los diferentes materiales a decir lo que antes nunca habían dicho”.

El propio Amondarain añadió ayer, durante la presentación de la exposición, que en realidad lo que se ha convertido en un icono del siglo XX es más la imagen del Guernica, que se conoce prácticamente en todo el mundo, que el cuadro real, que sólo algunos han podido ver directamente en su ubicación actual, el museo Reina Sofía de Madrid: “La imagen se hace a veces más real que el objeto; Guernica es más una imagen que un cuadro”.