donostia - Comprometida con su oficio, se considera disciplinada a la hora de ejercerlo. Le gusta contar historias; no olvida la actualidad, pero ofrece una mirada al pasado para saber por qué hay tantas heridas sin cerrar y por qué no hay respuesta a muchas preguntas.
Apunta a convertirse en la Pérez Galdós del siglo XXI, ¿no?
-Eso es mucho decir, ¡ya me gustaría a mí! Sigo un camino que trazó Galdós. Él narró el siglo XIX en dos tipos de novelas: la contemporánea, sobre la España donde él vivía y Los episodios nacionales, donde contó de dónde venía, qué cosas habían pasado antes, para explicar cómo era el país en el que él vivía a finales de ese siglo.
Sus primeras novelas están muy alejadas del nuevo libro, ¿cómo las calificaría?
-Como la narración de los tiempos que me han tocado vivir. Viví en la época de La movida, los 80 y los 90, los tiempos del desencanto del fin de siglo. Estos cuatro libros de esta colección responden a la realidad del principio, del por qué hemos llegado hasta aquí y del cómo lo hemos hecho. He contado la segunda parte antes que la primera, me he permitido ese desorden.
Supongo que se habrá leído ‘Los episodios nacionales’.
-Varias veces?
¿Varias veces? ¿Es una penitencia?
-Están muy bien, los recomiendo.
¿Cuántas horas de documentación le llevan estos libros?
-Muchas. Lo que más me gusta en el mundo es escribir y lo segundo, buscar información sobre mis libros. Me divierte mucho.
Ha dicho que ‘Los pacientes del doctor García’ es la labor más ardua de todos sus libros.
-El hecho real en el que se basa el libro es muy hermético. En Argentina se creó un organismo oficial para acoger a los nazis; esos archivos se han abierto y los investigadores han hecho un trabajo fantástico.
¿Una serie para lectores de izquierdas o también de derechas?
-No escribo para unos lectores determinados, pero intuyo que me lee más la izquierda. Los herederos de la antigua izquierda son los que tienen la herida abierta de lo que ocurrió, tienen la necesidad de encontrar la verdad. Tengo lectores de derechas, les gustan mis novelas aunque no piensen lo mismo que yo.
¿Escritora compulsiva?
-No me definiría como tal. Después de darle muchas vueltas, he llegado a una conclusión: escribo porque necesito escribir. Las necesidades no se consideran en función del placer, del frenesí o la amargura que produzcan. Soy una escritora muy disciplinada: concibo la escritura como un oficio, no una inspiración divina o locura transitoria.
Su novela anterior, ‘Los besos en el pan’, fue un libro inesperado.
-También lo fue para mí; fue la consecuencia de una serie de circunstancias mientras escribía Los pacientes del doctor García.
Con él ponía rostro, voz y llanto (también algunas risas) a la crisis.
-Llevaba media novela escrita del doctor García cuando mi marido (el escritor Luis García Montero) decidió presentarse a las elecciones autonómicas. Fue una grieta enorme en nuestra vida cotidiana, no podía con dos frentes, e hice la campaña con él. La realidad es que puse caras, biografías y llanto a la crisis. En la campaña de Luis conocí a parados, a despedidos de la Coca Cola de Fuenlabrada, a desahuciados? Conocer esa realidad fue un impacto brutal.
La crisis se estaba cebando en las clases medias.
-Y en otras clases que no llegaban a medias, pero no es lo mismo verlo por la prensa que vivirlo. Luis no consiguió un escaño por décimas y ganó la derecha. Nos quedamos muy hundidos y cabreados. Para salir de ese impasse escribí Los besos en el pan.
¿No le costó retomar ‘Los pacientes del doctor García’?
-Desde el principio había sido la novela más potente de todas, al menos en mi cabeza y, afortunadamente, la novela misma me rescató de ese impasse. Quizá otra novela me hubiera costado más, hubiera sido más traumática la pausa. En este caso, me impresionaba tanto la historia que pude volver a escribir después de haberla abandonado.
¿Cree que algún día Catalunya entrará en este tipo de historias que usted escribe?
-No lo sé. La literatura necesita que los procesos se sedimenten y terminen para poder producir libros interesantes.
¿Cómo cree que terminará el proceso catalán?
-Creo que acabará mal. La sociedad catalana está en un estado tal que cualquier retorno a la normalidad, sea independiente o no, se reforme la Constitución o no? Cualquier solución implicará que un porcentaje importante de la sociedad catalana se sienta excluida.