Hay quien dice que la vida es un viaje. Incluso los hay que del viaje hacen precisamente su forma de vida. Hay quien viaja hasta las antípodas y otros que prefieren quedarse algo más cerquita. En el caso de Germán Zubiaur e Ibon Gordejuela, dos amigos getxotarras, decidieron fusionar ambos estilos y viajar a otro mundo sin salir de casa. ¿Cómo? Mediante la magia del cine. El destino: Poniente, donde sus aventuras les llevaron a luchar con Daenerys Targaryen por el Trono de Hierro.

El visionario de este viaje fue Germán, aseguran ambos. Apasionado lector del mundo de George R. R. Martin desde que se tradujese al castellano la primera novela de la saga Canción de Hielo y Fuego allá por 2002, nada más llegar a sus oídos que la serie de HBO Juego de Tronos iba a rodarse en Euskadi no dejó de investigar cómo vivir esa experiencia lo más plenamente posible. Así dio con Modexpor, la empresa encargada de la selección de los extras en el Estado español, y decidió que él tenía que estar entre ellos. Desde ese momento, su agenda se llenó de fechas y anotaciones relacionadas con el casting de Juego de Tronos. También comenzó a dejarse barba y el pelo largo. Hasta que meses después, un domingo a las 14.30 horas, llegó la gran noticia: Modexpor buscaba hombres altos, de complexión atlética y sin tatuajes para la serie. La fecha: el día siguiente, lunes 10 de octubre, a las 10.00 horas en Zumaia.

Germán tenía clase, una presentación y un examen ese mismo día, pero decidió arriesgarse: “Llevaba prácticamente un año esperando esa oportunidad y decidí aprovecharla”. Sin pensárselo dos veces, llamó a Ibon, que se encontraba pasando el día en el Faro del Caballo, en Santoña. “Germán estaba tan emocionado que no pude negarme y decidimos hacer noche en Zumaia previendo la cola que se iba a generar al día siguiente”, recuerda Ibon. Mientras éste regresaba de Cantabria, Germán se dedicó durante dos horas a maquillarse con la ayuda de su hermano los tatuajes que tenía en los pies. Para las 21.30 horas ya estaban de camino y a eso de las 23.00 llegaron a Zumaia. Pero no eran los primeros: ya había 51 personas con colchones, sillas y tiendas de campaña haciendo cola. “Fue toda una aventura y una experiencia el simple hecho de ir allí y pasar la noche a la intemperie con el frío que hizo”.

El resto de la gente llegó sobre las 8.00 de la mañana, pero para entonces el sitio ya estaba “petado”. Aproximadamente, unas 1.200 personas probaron suerte para obtener una de las 200 plazas anunciadas, que finalmente se quedaron en 30. Eso minó un poco sus expectativas de ser elegidos, pero como todo su círculo cercano tenía confianza en que fueran seleccionados, ellos también terminaron creyéndoselo. Una semana después, les llamaron para la segunda fase del casting: la prueba de vestuario. Allí les hicieron probarse los trajes y, días después, les confirmaron que participarían como extras en Juego de Tronos. Aunque Germán había estado dejándose melena, le comentaron que no era suficiente y que querían contar con él para hacer de inmaculado, para lo que tenía que cortarse el pelo. “Les dije que me rapaba la cabeza y lo que hiciese falta”. A Ibon, por el contrario, le eligieron como dothraki. “No me esperaba que me fueran a coger para ese papel, ya que no tenía la melena tan larga en ese momento y, además, me había recortado la barba dos semanas antes del casting”. Aun así, asegura que para la fecha del rodaje ya tenía una barba más decente.

“una pasada” Y así llegó noviembre y, con él, las fechas de rodaje. “Fue una pasada”. Aunque las expectativas de estos dos getxotarras eran altísimas, la experiencia superó con creces todo lo esperado. Y, como era de suponer, el secretismo no podía faltar. Solamente sabían qué personaje iban a encarnar y dónde y cuándo iban a rodar -lo que indicaba que estos dos amigos no iban a coincidir durante las grabaciones-, pero ahí se acababa la información. Ni con cuántos extras más, ni si coincidirían con alguno de los personaje principales? Nada. De ahí que Germán estuviera emocionado cuando en San Juan de Gaztelugatxe le tocó escoltar a Daenerys Targaryen a su hogar en el primer capítulo de la séptima temporada. En total, estuvieron 6 horas esperando con los trajes de inmaculado -que asegura que tienen un peso considerable- para grabar 6 minutos haciendo la escena.

Pero el día gordo para él fue el de Zumaia. Desde las 8.00 hasta las 14:00 horas rodaron el desembarco en Rocadragón. “Como era noviembre, hacía un frío que te mueres”. Pero estar al lado de Daenerys, Tyrion, Missandei o Gusano Gris dice que mereció la pena. “Los últimos 3 minutos del capítulo es nuestra escena. Nosotros somos los inmaculados que estábamos allí”, apunta Germán sacando pecho.

no hablar primero Ibon, por su parte, también lo dio todo desde el principio. “Imagínate mi cara cuando veo que el primer día de rodaje sólo estamos cuatro extras y empezamos a ver a gran parte del elenco de actores paseándose a nuestro lado”. Y el nivel de los siguientes fue en aumento. “Cada día era diferente: conocías a gente nueva y compartías espacio con otro miembro del elenco de actores en dos localizaciones tan impresionantes como el flysch de Zumaia y San Juan de Gaztelugatxe”. Respecto a su trato con los actores principales, las pautas que les dieron a ambos fueron no interactuar con ellos salvo que hicieran el primer acercamiento. Pero aun así, tuvieron la suerte de cruzar palabra con la mayor parte, tanto durante el rodaje como fuera de él. Germán se encontró con Tyrion en los servicios e incluso se atrevió a entrar antes que él después de cómo (el ahora Mano de la Reina) mató a su padre: con una ballesta mientras Tywin estaba sentado en un trono no menos complaciente pero sí generalmente más seguro que el de Hierro.

También les sorprendieron los directores de los diferentes capítulos que rodaron, que parecían siempre dispuestos a escuchar propuestas, ideas y comentarios de cualquiera que estuviera allí presente; y Lord Varys, que en la vida real no es calvo, tal y como aparece en la serie. “Lleva una peluca de calvo que es imposible diferenciar incluso estando a 30 centímetros”, asegura Germán. Pero quien conquistó sus corazones fue sin lugar a dudas Sir Davos Seaworth, el Caballero de la Cebolla, quien les agradeció el trato con el que le estaban obsequiando los extras vascos y alabó Euskal Herria. “Solo nos habló dos minutos, pero con eso nos conquistó”.

‘Botín de guerra’ Ambos getxotarras insisten en que fue un sueño hecho realidad. Y cuando parecía a punto de llegar a su fin, el equipo del casting les ofreció ir a Cáceres a grabar el capítulo con la batalla más impactante hasta el momento de toda la serie: Botín de Guerra. Germán, que al final había conseguido cambiar el examen y la presentación que estuvo a punto de sacrificar para ganarse su puesto como extra, tuvo que resignarse y rechazar la oferta. Sin embargo, Ibon decidió viajar a los campos que darían vida a Altojardín.

La experiencia allí fue completamente distinta. Si el despliegue de medios en Zumaia y Gaztelugatxe ya era impresionante, en Cáceres fue infinitamente mayor: “En Euskadi el día que más extras coincidimos fuimos 40, aproximadamente, mientras que en Cáceres rodábamos cada día alrededor de 300 personas de media”. Para Germán, lo más impresionante fue sin duda el “brutal” despliegue de medios y la coordinación para cada secuencia. “La escena del desembarco fueron 6 horas de grabación para una escena de 8 segundos”. Ciento veinte personas detrás de la cámara, mil planos diferentes? “Si te cae una gota de agua, la directora de maquillaje viene al instante con un ayudante a ponerte bien. Íbamos impolutos de arriba abajo y eso que casi no se nos ve”. Por su parte, Ibon destaca la calidad humana durante el rodaje. “Desde mis compañeros dothrakis hasta nuestros rivales en el campo de batalla, pasando por el equipo de casting, maquillaje, vestuario y peluquería, que al final eran las personas con las que más trato teníamos y las que se encargaban de que todos estuviéramos bien, a gusto y no nos faltara nada”.

Una experiencia inolvidable. Eso ha supuesto para estos getxotarras participar como extras en Juego de Tronos. Si bien ambos ya habían participado en rodajes a nivel local, aseguran que en comparación este ha sido “una locura”: “Cuando lo ves desde casa y no has vivido la experiencia de verlo desde dentro, uno no es consciente de todo lo que hay detrás de cada escena”. Por eso, se sienten agradecidos por haber podido participar en una serie que está redefiniendo la narrativa de la pequeña pantalla y sólo desean que en la octava temporada Juego de Tronos regrese a Euskal Herria para su desenlace final. “Sería un puntazo”.