Vitoria - Un trauma infantil, como es la muerte prematura de su padre, sigue retumbando en el inconsciente del fotógrafo Santos Montes y se ha convertido en la columna vertebral de la exposición Las olas no preguntan que se presentó ayer en la sala Amárica. Instantáneas en blanco y negro, con un gran trabajo de oscurecimiento, reflejan “momentos desenfadados de ocio familiar que se transforman en vivencias silenciadas que tiñen la biografía del autor”, explicó Igone Martínez de Luna, diputada de Euskera, Cultura y Deporte. Desde 2008 a 2015, en apenas dos películas, el artista captó niños jugando en charcos de agua bajo el sol de la playa de las Catedrales de Lugo, imágenes que tras el oportuno tratamiento reflejan “la fragilidad o la volatibilidad de los recuerdos”.

El artista, por su parte, apuntó que la obra materializa su idea de “coómo se desvanecen los sentimientos que pensábamos que eran sólidos y las relaciones familiares se trastocan muchas veces por motivos tontos”. A lo que añadió que “la fotografía es un proceso químico que puede acabar deteriorándose” al igual que las relaciones. Dos pensamientos que ha plasmado por medio de retratos de, en su mayoría, niños porque “tienen un punto de espontaneidad que me gusta mucho”, aunque apunta que fotografiar a este colectivo da muchos problemas.

Un proyecto que, confiesa, le ha llevado “miles y miles de pruebas” recogidas en libros junto con imágenes de prensa que para el santanderino forman diariamente “una exposición“, sobre todo de accidentes y atentados. Una selección de vivencias congeladas, que se han ensamblado formando la muestra final, que el público podrá disfrutar hasta el 10 de septiembre. Aunque no es el único lugar de Gasteiz con su trabajo, ya que Artium en sus fondos también cuenta con parte de su obra.

Luces y sombras, siluetas y estampas borrosas que confluyen en un trabajo que el autor definió como “muy personal”, que habla de él mismo, al que le costó mucho encontrar una forma fotográficay un título. En un primer momento se iba a llamar La muerte del padre, pero tras una conversación con su madre, Montes decidió llamarla de una forma “abierta” y “poética” como es Las olas no preguntan. Un título poético para una poesía en imágenes llena de drama. “Es curiosos cómo algo que gusta tanto como es estar en la playa da esa sensación”, matizó Montes.