madrid - Sexo, drogas, humor, violencia y rocanrol del que no envejece, porque hace 30 años ya proclamaron “Europa ha muerto”; así es Mi vida entre las hormigas, compendio audiovisual “de los siete pecados capitales” a cargo de Ilegales, probablemente “la banda más salvaje de la música en español”.
“Lo somos, sin lugar a dudas. Ilegales es un grupo de rock y todo lo que se considera como tal ahora son en realidad travestis del rock”, aseveró Jorge Martínez, fundador, vocalista, compositor y líder de esta formación asturiana con varias décadas a la espalda, una espalda que se protegía con un stick de hockey.
Así aparece retratado en la portada de la citada obra, que se editó ayer e incluye, además de revisiones actualizadas de sus grandes temas, un corte inédito del mismo nombre en el que glosan su idiosincrasia. En la misma dirección, resulta muy relevante el documental de 96 minutos dirigido por Chema Veiga y Juan Moya. “Su historia está plagada de lagunas, lo que los hacía más interesantes aún”, destacó este ante un reto que los llevó a nutrirse con todo tipo de testimonios, entre ellos Miguel Ríos y, sorprendentemente, Víctor Manuel, quien jugó un papel destacado en su lanzamiento.
Arranca con los prolegómenos de Ilegales, una banda llamada Madson que Jorge Martínez compartió con su hermano Juan Carlos, anticipándose varios años a las célebres broncas internas de los Gallagher en Oasis, y también con los hurtos que realizaron para financiarse. “El primer equipo de Ilegales, en una época en la que era muy complicado conseguir uno, se lo debemos a la iglesia”, relató Martínez divertido.
Sobre aquel grupo que en 1981 ganó el concurso rock Ciudad de Oviedo, todos coinciden en algo: “Hacían lo que nadie”. Mezcla de rockers, mods y punks, con un punto de salvajismo, sobresalían por una guitarra lacerante y un bajo temerario, dominio del tempo y, en un panorama plagado de noveles, gran calidad técnica con un sonido nítido que permitía entender las letras.
De ellos también se destacan sus “provocaciones premeditadas”, algo que el vocalista no niega. “Con unos ojos mínimamente inteligentes se ve qué cosas lo eran, como lo de Heil, Hitler, dijo sobre uno de los temas más polémicos de sus inicios, que estrenó ataviado con una gorra nazi ante 15.000 personas, que a punto estuvieron de partirles la cara.
“Yo voy a las batallas con alegría, batallas reales en las que me he jugado la vida muchas veces”, afirmó el irreverente músico, protagonista activo de un tiempo muy fragmentado entre tribus urbanas, rivales las unas de las otras. De todas las guerras salió indemne, y eso que estuvo “inmerso en batallas colosales como las drogas”, con la heroína como responsable de la salida forzosa de algunos miembros de la banda.
Hoy, ya más aficionado al vino que a cualquier otra sustancia, Jorge Martínez concluyó que “no se ha perdido el orgullo de ser macarra, pero sí las facultades y fiereza necesarias para serlo”. - Efe