madrid - Ricardo Darín llega a la gran pantalla mañana con el thriller Nieve negra, una película dirigida por Martín Hodara en la que comparte set por primera vez con Leonardo Sbaraglia, que se convierte en su hermano en la ficción. “Cuando aparece la codicia y el maldito dinero todo el mundo deja caer su careta. Hay integrantes de familias que terminan odiándose por cuestiones económicas”, manifestó el actor durante una entrevista concedida con motivo de la presentación del filme.
Este es precisamente el motivo que mueve al protagonista de Nieve negra, Marcos (Sbaraglia), a viajar con su mujer, Laura (Laia Costa), para reencontrarse con su hermano, Salvador (Darín), a quien quiere convencer de vender la casa familiar en la que él vive, aislado y convertido en ermitaño, con el lastre de haber sido acusado de matar a su hermano pequeño durante su adolescencia. Tal y como señaló Darín, esta película le ha dado la oportunidad de interpretar a un “personaje distinto” de los que habitualmente ha encarnado: “Vive aislado de la sociedad, en un lugar remoto en la montaña, rodeado de nieve, en la altura, casi sin vinculación con el exterior”. Esta personalidad, que “encierra demasiado resentimiento” y “demasiada bronca”, se aleja de los personajes “locuaces” que habitualmente interpreta. Además, indica que el relato de Nieve negra es “tramposo”. “Es un personaje del que se habla previamente, se describe casi de forma monstruosa, y a medida que avanza la historia se descubren diversos aspectos, como si se tratara de una especie de engaño permanente, puesto que los personajes no son lo que parecen en primera instancia”.
riesgo A la dureza normal de cualquier rodaje se sumaron en esta ocasión dificultades físicas como la altura (casi tres mil metros) y la nieve. “Lo único que puede haber más complicado es filmar bajo el agua”, aseguró. En cuanto al riesgo que supone trabajar con un director que afronta su primer proyecto, Darín dice que siempre existe en una ópera prima, pero en esta ocasión la sensación que tuvo no fue la de “tirarse a una pileta sin conocimiento”, puesto que ya habían trabajo juntos en varios proyectos. “El riesgo está en el movimiento, en afrontar diferentes formatos e historias. Nuestro oficio es de exposición pública permanente, está sometido al juicio de los demás, y eso encierra un riesgo. Luego entra en juego la decisión de cada uno para diversificar y no aburrir a la audiencia”, comenta.
DIRECCIÓN Y TEATRO Darín ha “batallado” en ese “puente permanente” entre España, Argentina, Uruguay, Chile y Brasil, entre otros países, y ha filmado en “lugares rarísimos”. “Se podría decir que soy uno de esos integrantes de la legión”, señala en referencia al star system de actores iberoamericanos que, como Sbaraglia, tienen cierto poder de atracción en taquilla allá donde van.
Darín se estrenó en la dirección con La señal (junto a Hodara) y asegura que lo volverá a hacer, aunque “sin prisa”, porque quiere sentir atracción por una historia que llegue a sus manos e incluso convertirse en autor, y además añade que ha bajado el “ritmo” desde hace tiempo para estar “en casa con la familia y los amigos”.
En cuanto al teatro, género al que Darín también dedica su energía y que trata de compaginar con el cine, señala que tiene que ver con las entrañas. “Es el taller, el campo de juego, el entrenamiento, la zona más arriesgada de la interpretación, porque tiene esa altísima dosis de adrenalina que en otros formatos cuesta encontrar”, apunta. - E.P.