Vitoria - “Es una obra dura porque pone delante del espectador la realidad tal cual es. Muchas veces, lo que les sucede a los jóvenes se termina convirtiendo en un grito ahogado que la sociedad no quiere escuchar. En Punk rock no sucede eso”. Así lo quieren demostrar una vez más los miembros de La Joven Compañía, proyecto nacido en 2012 en Madrid que, tras años de trabajo y reconocimiento, llega por primera vez a la capital alavesa.

Lo hace dentro de la programación invierno-primavera de la Red de Teatros para ofrecer tres representaciones de este montaje escrito por Simon Stephens y dirigido por José Luis Arellano. Todos los pases se producirán en el Principal pero dos de ellos -los que se producirán en horario de mañana- están cerrados a los estudiantes gasteiztarras de 4º de ESO y Bachillerato que ya ha comprado sus entradas a través de sus centros escolares. Para el público en general la cita será hoy a las 20.30 horas, estando los pases disponibles por 15 euros.

“La experiencia nos dice que lo más complicado con los espectadores adultos es conseguir que vengan porque eso de La Joven Compañía les suena a amateur o a poca calidad. Pero toda vez que lo tienes en el teatro, el público adulto es muy respetuoso y sabe comportarse. Pero los jóvenes no tienen no tienen esas consideraciones, no se esconden en sus reacciones” para lo bueno y para lo no tanto, según explican los intérpretes Cristina Gallego y Víctor de la Fuente. Cuestiones como el acoso escolar o las relaciones familiares, sentimentales y sexuales se ponen sobre el escenario a través de esta obra protagonizada por siete jóvenes que se encuentran en un instituto. “Son personas que sienten la presión de la sociedad para que tomen una serie de decisiones, pero cada uno tenemos nuestra manera de afrontar y sacar esa presión. Por eso aquí se habla de dónde están los límites de los adolescentes”.

Todo ello se hace de una manera cruda y directa con un doble objetivo, que responde a las intenciones generales de La Joven Compañía. Por un lado, comunicar y a partir de ahí generar reflexión y debate. Por otro, conseguir que el público joven y la escena se encuentren. “Nos encontramos con muchos espectadores de 15 o 16 años que reconocen que nunca han pisado un teatro. Eso no puede ser, no nos podemos permitir eso como sociedad”, y para ello es necesario comprometerse con unas formas y unos fondos pensados de manera específica para este público.