madrid/barcelona - El hispanista y experto en historia contemporánea Ian Gibson rememora sus recuerdos y sus años en España en el volumen Aventuras ibéricas (Ediciones B), un repaso a las cuestiones sobre las que ha reflexionado desde 1957, año en el que el autor de origen irlandés llegó por primera vez al país. “Una república federal ibérica sería lo más idóneo para la península, que tiene una maravillosa mezcla de sangres, etnias y culturas, y no explotarlo sería un error”, sentencia Gibson con motivo de la publicación de este libro. “Me gustaría que la gente leyera a Pessoa en portugués, porque Portugal está a dos pasos, e igualmente a Josep Pla. Sería interesante que se conocieran los idiomas del Estado, porque nadie sabe nada de catalán en Madrid, pero es un error porque también Catalunya tiene su historia”, señaló.

Éste es uno de los asuntos sobre los que este hispanista medita en Aventuras ibéricas, que según señala no es una biografía ni un libro de viajes, sino “un cajón desastre” que aborda los asuntos que más le han atraído en lugares como los escenarios del Quijote, el Museo Arqueológico Nacional (MAN) o la Granada de Lorca.

Gibson llegó a España con 18 años, cuando estaba en la universidad de Dublín, con el objetivo de aprender español. Nunca había estado en un país con dictadura y lo que recuerda era el “miedo a los grises” así como la intervención de la censura en la llegada de la prensa británica al país. Finalmente, se mudó a España con su mujer y sus hijos en 1978, después de haber publicado La muerte de Lorca, que estuvo prohibido en España y no apareció en las librerías hasta la llegada de la democracia. A su juicio, el cambio que experimentó el país desde entonces fue “tremendo”, porque pasó de sentir “vergüenza” sobre la dictadura a vivir en una “España democrática”. Además, señala que la entrada en Europa “cambió la mentalidad de la gente, sobre todo de los jóvenes”.

Preguntado por sus ánimos para continuar escribiendo sobre Lorca, ha señalado que todos los días “afloran” sus versos, pero no se ve “capaz” para iniciar nuevas líneas de investigación. No obstante, reconoce que sigue pensando mucho en la muerte y está convencido de que su cuerpo está “muy cerca” del lugar en el que se buscó por primera vez. - E.P.