Los dos canales peso pesados de la pelea por el liderazgo en estos momentos de la temporada avanzada y probada en sus programas de referencia siguen atizándose cada vez que pueden con los datos de audiencia en sus manipuladoras manos que se calientan extraordinariamente cuando uno de los dos combatientes, Mediaset y Atresmedia se destaca en una dinámica punto cansina por repetitiva, poco original y diseñada para comer el coco al ingenuo personal que asiste más bien ausente a esta retahíla de eslóganes y frases hechas sobre ocupar el primer puesto en la dura y descarnada pelea de la competencia y los dineros, que una empresa de tele es ante todo una máquina de hacer dinerito caliente a la hora de facturar.
Es como un intercambio de puñetazos en un ring mediático donde se dirime el fulgor y la gloria de sumar más clientes, televidentes, seguidores como respuesta a la oferta exitosa de quien haya sido capaz de diseñar parrilla atractiva, variada y entretenida con gotas de singularidad y cierta clase que haya encandilado al personal consumidor.
Las pantallas se llenan de creativos reclamos más cercanos a la propaganda que a la publicidad para ensalzar los éxitos propios y menospreciar la trayectoria del rival en clara dinámica de relación capitalista (término en desuso pero real y actuante como la vida misma), donde uno machaca al contrario y este aguanta como puede el embate rival. Batalla incruenta pero presente en la vida de estas empresas donde ser el primero es vital para el éxito y reparto de dividendos para los accionistas que asisten emocionados al comportamiento de las acciones en bolsa. La imagen y relevancia de la marca se potencia cada vez que los audímetros transmiten claros datos de poderío y dominio, la madre del cordero de este sinvivir que es la pelea por el liderazgo audiovisual que se reparten dos cadenas, mientras que el resto asisten como Tancredos a la pelea de gallos de A3 y T5.