Entre sus pasos por la gran pantalla, ha formado parte del reparto de Furia de titanes de Jonathan Lebesman, por ejemplo. En la pequeña, ha participado en series como Mar de plástico, Víctor Ros o La que se avecina, por citar sólo algunos títulos. Sus verdaderas sombras y West son algunas de sus últimas intervenciones en el teatro, aunque la lista incluye más producciones. Todo ese camino, Asier Macazaga lo ha desarrollado lejos de su ciudad natal, de una Gasteiz que abandonó en su momento para acudir a Londres y cimentar su formación como intérprete en la Universidad de Rose Bruford, una educación escénica que completó también en ciudades como Nueva York.

Pero en esta vida los caminos también son de vuelta. En su caso, por dos razones. Una personal, vinculada a su familia y al hecho de encontrar en la capital alavesa una tranquilidad que en Madrid, por ejemplo, le es imposible. “No hay problema a la hora de trabajar en cualquier rodaje o producción. En el tren estás en nada”. La otra, el impulso a la asociación cultural Argiztu. “He vuelto para crear, para generar nuevos puntos de vista, o por lo menos para aportar lo que pueda porque las cosas no se hacen si te quedas esperando”, apunta el actor.

Tres son las bases sobre las que se sustenta la acción de este proyecto. Por un lado, la apuesta por la educación. De hecho, ya se ha llevado a cabo algún curso inicial sobre interpretación frente a la cámara y está pendiente también la realización de otro sobre qué hacer después de salir de las escuelas de interpretación para dar los primeros pasos en el mundo profesional. Son dos ejemplos de lo que se busca ofrecer, encuentros de capacitación de cara a asentar el camino por un sector siempre complicado.

En una segunda línea, la asociación pretende también ser un motor de creación, sobre todo pensando en montajes teatrales y producciones cinematográficas, más que nada en el ámbito del cortometraje. A esto se une la tercera pata de la propuesta, la puesta en marcha de herramientas escénicas o audiovisuales que puedan servir de apoyo a eventos de distinta índole que se llevan a cabo a lo largo del año.

“Que nazca Argiztu no significa abandonar nada de lo que he estado haciendo hasta hora. Sigo en activo, eso por supuesto. Pero nadie puede negar que las cosas están complicadas ahora mismo, que el factor suerte también juega, que somos muchos y es difícil. Por eso me apetecía afrontar este reto”, una apuesta que “quería hacer desde aquí”. “Porque tengo esas otras actividades no me he marcado plazos con la asociación. Vamos a ir haciendo y ya está”, señala.

Sabe que la empresa no es sencilla. Todo cuesta. En cultura siempre parece que más, máxime en estos tiempos de crisis. Aún así, él quiere poner su experiencia sobre la mesa para encontrar otras formas de hacer y pensar. Pone el ejemplo de la realización de películas, con un ojo puesto en el caso de Navarra. “Aquí puedes desgravar un 30%, y aunque en Iruña sea un 5% más, no es comprensible que no estemos aprovechando esto” para atraer e impulsar, generando también beneficios en otros sectores de la economía de la ciudad. “Aquí está todo muy enfocado a la subvención. Es algo que tiene que existir, pero hay otras fuentes de financiación que se pueden, como mínimo, explorar. Ahí hay mucho trabajo que hacer”.