Vitoria - La agenda no le permite muchos huecos libres. Y a veces en la conversación se escapa algún detalle que no se puede contar. Los temidos spoiler. No hay peligro. Quien está al otro lado de la conversación sabe qué no puede reproducir. Eso sí, antes de que la vorágine promocional de la segunda parte de la Trilogía de la Ciudad Blanca (Los ritos del agua) lo monopolice todo y mientras se van cerrando los detalles del rodaje en Vitoria de la versión cinematográfica de El silencio de la ciudad blanca (Planeta), Eva García Sáenz de Urturi se toma un pequeño respiro para hablar del oficio de escribir y de su trayectoria.

Desde que en 2012 se publicó ‘La saga de los longevos’ hasta hoy le han pasado muchas cosas. ¿Va el tiempo demasiado rápido?

-No, no. Cuando empecé a escribir La saga de los longevos era 2009. Se publicó en 2012 y desde entonces han llegado cuatro novelas más, siendo Los ritos del agua la quinta. Pero para mí el tiempo no ha pasado rápido. Han sido y están siendo años de mucho trabajo, al principio compaginándolo con la labor en la universidad y dos niños muy pequeños, y desde hace un par de años, que opté por la excedencia, dedicada por completo a la escritura. Han sido años de ir subiendo escalones, eso sí. Con estas cosas suele ocurrir el efecto Cenicienta, es decir, cuando un libro, una película o una canción explota ante el gran público, todo el mundo habla de la sorpresa del año y la gente se pregunta cómo llevas toda esa efervescencia tan de repente, sin darse cuenta de que tú ya llevas unos cuantos años trabajando duro aunque sea ahora cuando el gran público conoce lo que haces. Desde 2009 no he dejado de meter todas las horas del día y todos los días del año en escribir. He ido subiendo escalón tras escalón, cada vez con más lectores, consiguiendo que cada libro tuviese más proyección pública y mediática que el anterior, pero eso no quiere decir que el tiempo haya pasado rápido.

¿Hay tiempo y espacio para leer?

-Soy una lectora que a veces escribe. En sí, lo duro y complicado de escribir es ese primer borrador con el que normalmente tardo entre tres y seis meses. Luego, con el resto de borradores, tardas entre otros seis y nueve meses más, tiempo que dedicas a pulir, a ponerle capas a la historia... Pero el resto del tiempo me lo paso leyendo, no sólo novela negra o de otros géneros, como la novela histórica, que también. Leo mucho libro de empresa, que es un interés que mantengo de mi trabajo en óptica y después en la universidad, y me intereso muchísimo por los libros de técnicas de escritura creativa. Creo que en mi biblioteca personal tengo todo lo publicado en España sobre esta última cuestión. Soy una devoradora de libros que se pasa más tiempo leyendo y analizando que escribiendo.

De la novela histórica a la novela negra. ¿Todo es escribir o cada camino requiere posicionamientos y pasos diferentes?

-Son diferentes. La novela negra es más técnica, requiere más planificación y me alegro de haberla afrontado en mi cuarto título porque ya tenía los recursos básicos de creación consolidados. En la novela negra tienes que tener en cuenta de manera constante al lector. Tú tienes tu sospechoso principal, tienes otro secundario con el que quieres que los lectores más avezados crean que les estás engañando y luego tienes a tu asesino, que va circulando por ahí escondido, aunque tienes que dar siempre algunas pinceladas sobre él para que, al final, el lector no se sienta ofendido o engañado. Para hacer eso bien, todo el resto lo tienes que tener dominado. No es que la novela histórica me haya dejado de suponer un reto, pero la novela negra me pone todavía más alto el listón y me hace estar más atenta.

La primera consecuencia de ese cambio de un género a otro fue un ‘El silencio de la ciudad blanca’ que va camino de la decimocuarta edición, que va a ser traducida al alemán y al italiano, que va a tener su versión cinematográfica, que tiene un protagonista que muchos lectores tratan de manera personal...

-Mira, justo eso último es lo mejor. Hay lectores que me escriben y me ponen el vello de punta porque ves que se han creído la novela, que Kraken existe, que el abuelo está vivo... Al final, lo piensas y dices: yo tenía una fantasía en la cabeza, la llevé al papel y hoy miles de personas toman un tren, un coche o un avión y se van a Vitoria para ver dónde mataron a este personaje o dónde vive Kraken. Cuando consigues meterte en la cabeza de tantas personas y sabes que la gente quiere saber más, que no se quiere quedar en el libro, es algo muy bonito.

A usted le ha tocado hasta ser guía por la ciudad.

-Pero es que es algo que me parece muy chulo, aunque yo esté allí de mini vacaciones. Me gusta aparecer por sorpresa, estar con los lectores... Claro que es algo que me cuesta porque es robarle tiempo al descanso y venir a Vitoria ha dejado de ser venir de vacaciones, pero es que a mí me gustaría mucho que me pasase algo así como lectora. Además, todo esto es algo que te sucede una vez en la vida y así tienes que tomarlo.

¿Se le ha puesto alguien celoso en Alicante?

-Cuando tengo alguna presentación o me hacen entrevistas aquí, siempre me preguntan cuándo voy a ambientar los libros en Alicante, pero es que aquí no tenemos la luz como para matar (risas). Aquí no me sale para nada escribir novela negra. Conozco muy bien la provincia, llevo muchos años viviendo aquí y tengo unos cuantos escenarios que pueden pegar bien para un libro, pero si es una novela negra... Yo tenía muy claro desde hace años que quería ambientar en Vitoria una de mis novelas. Es una ciudad que se nos ha olvidado mucho a nivel nacional y, sin embargo, hay tanto pero tanto que enseñar.

‘Los ritos del agua’ se publicará el 4 de abril, justo un año después de ‘El silencio de la ciudad blanca’. Teniendo en cuenta que la primera parte de la trilogía todavía está dando tanto de sí, ¿no hubiera sido mejor esperar o, todo lo contrario, es precisamente el momento de llegar con la segunda entrega?

-Los planes los hace Planeta. Ya he pasado por varias editoriales tanto aquí como en el extranjero y después de ese camino te puedo decir que creo que el equipo con el que estoy ahora trabajando es el mejor de España. Saben muy, muy, muy bien lo que están haciendo. Así que me pongo en sus manos. Que dicen el 4 de abril, pues el 4 de abril.

¿Este calendario quiere decir que se cerrará en abril de 2018 la trilogía o...?

-Todavía eso es mucho decir. Sí puedo decirte que es una novela que estoy escribiendo ahora mismo. Y que está avanzada, la verdad. Pero bueno, suficiente que tenemos la fecha para Los ritos del agua (risas).

Por cierto, en lo que respecta a la versión cinematográfica que Atresmedia va a realizar de ‘El silencio de la ciudad blanca’, ¿va a tener presencia en la elaboración del guión?

-Tengo derecho a verlo y leerlo, pero no a modificaciones. Pero vuelvo un poco a lo de antes, es que sinceramente creo que estoy en buenas manos porque, por ejemplo, me gusta mucho lo que han hecho con Palmeras en la nieve o con El tiempo entre costuras. Partiendo de ahí, hay que entender que el cinematográfico es otro lenguaje, otro medio, que de 440 páginas, ellos tienen que escribir un guión de 120 y que eso supone, como me decía Mikel Lejarza, que hay que eliminar personajes y tramas. Eso puede dolerme o chocarme, pero creo que lo vale porque a la novela le va a hacer mucho bien la proyección que te puede dar una película con el presupuesto que va a tener ésta. Hay más gente que va a las salas de cine que a las librerías, eso es así, así que el efecto puede ser multiplicador. Así que hay que hacer algunas renuncias pero hay que tener la madurez para saber qué es lo que estás dando y por qué. Por ejemplo, no decido el reparto y sé que puedo no coincidir, pero bueno. Lo que también tengo claro es que sé que los lectores me van a escribir a mí si no les gusta algo. Es más, es que hay gente que me llama porque quiere salir en la película o que se ofrece para trabajar en ella o para que se rueden algunas escenas en sus casas. ¡Como si yo fuese la jefa de casting o de producción! Y hay quien me escribe para que no salgan tetas en la película y te quedas... ¿Perdón? Es que yo no decido qué va a salir o no. Soy consciente de que soy la cara visible de un proyecto que no es mío. Pero bueno, pasaremos eso. Será otra prueba, otro escalón.

Como decíamos, antes de que comience el rodaje en verano en Gasteiz, llegará la presentación de ‘Los ritos del agua’. ¿Cómo hacer para que el lector no piense que hay peligro de repetirse?

-Con las segundas partes siempre pasa que está el peligro de las expectativas muy altas. Como dicen los guionistas en Estados Unidos, la gente pide más de lo mismo pero distinto. Es decir, la gente quiere Kraken, que salga el abuelo, Germán, Alba, Vitoria... pero cada uno en su cabeza ya no parte del lienzo en blanco con el que se encuentra la primera novela. Cuando el lector termina un libro y sabe que va a realizarse una continuación tiene una idea de lo que le gustaría leer y lo que no. Es imposible contentar a todos. Yo lo veo a diario en lo que me escribe la gente, que me pide que haga con los personajes una cosa y, al mismo tiempo, la contraria. Por ejemplo, para no desvelar mucho, unos te dicen que ni se te ocurra salir de Vitoria y otros que sitúes la trama en cualquier sitio que no sea Vitoria. Las segundas partes nunca satisfacen porque las expectativas son muy altas. Si tienes la madurez para afrontar esa situación, te vas a encontrar con la libertad de escribir lo que te sale porque no escribes para contentar sino lo que quieres. La clave para escribir una segunda parte está en partir de las consecuencias de cómo termina la anterior. ¿Los casos? Bueno, creo que los escritores tenemos que tener un sello personal. En mi caso, nunca he abandonado ese poso de la novela histórica. Así, en Los ritos del agua, que habla de la Triple Muerte celta, nos metemos en algo desconocido para nosotros porque los alaveses no pensamos que fuimos celtas y sí lo fuimos. Me parece muy bonito contar que hace 2700 años éramos los granjeros de Europa. Cuando escribí La saga de los longevos me documenté muchísimo sobre la cultura celta, es algo que me encanta y que me pide seguir trabajando con ella. En el nuevo libro me voy a ir también a Cantabria porque hay más poso celta y porque también quería que Unai se airease un poco. Meter todos los asesinatos de nuevo en Vitoria me parecía muy duro, también para la ciudad. Por eso, aunque el 70% de la novela transcurre en Álava, también me he ido a Cantabria, Bizkaia y Gipuzkoa.

Cerremos con una ficción. ¿Si se encontrase con esa Eva de 2009, qué le diría?

-Lo primero le pegaría un capón y le diría: ¿pero cómo no has empezado antes a escribir? (risas) He sido muy lectora desde niña. Mi padre era abogado pero también era escritor y mi casa era una auténtica biblioteca. He mamado leer y escribir desde niña. He ido a muchos cursos de escritura, novela... Lo mismo que tocaba la guitarra o era scout, escribir era una de mis habilidades. Pero bueno, que toques un instrumento no significa que grabes un disco. Además, igual con 20 años no hubiera escrito estas novelas porque a esa edad no tienes la madurez para ver el tema, que en mi caso siempre es la familia. Te faltan unas cuantas putadas que te tiene que hacer la vida, las pérdidas de la gente cercana... también el hecho de ser madre... pero aún así, si me encontrase con una Eva más joven le diría: ponte a escribir pero ya, aunque no vayas a publicar de momento. Me habría despertado la vocación mucho antes.