berlín - El director alemán Volker Schlöndorff volvió ayer en la Berlinale a sus esencias de la mano del impecable Stellan Skarsgard, en una jornada a concurso en que Portugal brilló con Colo, centrado un derrumbe familiar a zarpazos de la eurocrisis.
Retourn to Montauk, una nueva incursión de Schlöndorff en su alter ego, el escritor suizo Max Frisch, aportó la presencia del actor sueco en un festival del que Skarsgard es fiel visitante, esta vez convertido en pareja de Nina Hoss, otra habitual de la casa. Quince años después de Homo Faber, el cineasta alemán traza en esa película la historia de una expareja que trata de recomponer las piezas rotas de una relación, por supuesto desde el “lugar de los hechos”, junto a la maravillosa playa de Montauk. “Nunca he dejado de pensar en los temas que quedaron pendientes en ese filme, en temas como el remordimiento, la dificultad por encontrar la reparación o la exculpación, sea por lo que no se hizo o por lo que sí se hizo, pero mal”, explicó el cineasta. Su puntal es Skarsgard, en el papel del escritor que reflexiona sobre el arrepentimiento o la inutilidad de arrepentirse y quien demuestra su aparente incapacidad, como actor, para no dar la talla, sea lo que sea lo que interpreta.
Return to Montauk, el retorno de Schlöndorff al festival tras Diplomaty, en 2014, gira en torno a dos formas de elitismo -el intelectual del escritor y el de los ricos clientes de la jurista-, con un retorno sobre los corazones rotos con poco poder reparador.
‘colo’, desde portugal El cine portugués brilló con Colo, dirigido por Teresa Villaverde, una realizadora que en 1991 estrenó en ese festival Os Mutantes, entonces como talento a descubrir, y que ahora regresó desde su posición de voz consolidada entre el llamado cine “de autor”.
Sin estridencias ni dramatismos, el filme recorre el proceso de desmantelamiento de una familia, formada por el matrimonio y una hija adolescente, en el que todo podría funcionar perfectamente, si no fuera porque el desempleo crónico del padre es un cáncer que devora el tejido familiar. En ellos se reflejan los efectos, a medio plazo, de una crisis económica que parece endémica y que además ha contagiado a todo el entorno social, escolar y vecinal de su barrio, la ciudad y el país donde ocurre. La crisis ha condenado a la condición de inútil a un esposo y padre que no consigue trabajo, simplemente porque no lo hay, mientras la madre trata de sacar adelante a la familia entre sucesivos trabajos mal pagados.