Las cadenas de televisión son empresas dedicadas al negocio de la información o entretenimiento, que mueven sumas millonarias de euros con pingues beneficios para propietarios y accionistas. Este tinglado se soporta sobre audiencias alimentadas por masas de televidentes que por algo son medios de comunicación de masas.

Este tinglado requiere ingentes inversiones que deben producir grandes réditos para que la máquina siga funcionando en pro de la “pasta” caliente y diaria. La pelea por la supremacía en este mercado se dirime entre dos poderosas maquinarias audiovisuales: Atresmedia y Medisaet que manejan poderosas inversiones y arrastran millones de consumidores en un combate diario que no permite desfallecimiento, abandono o flojera.

La pugna entre estos dos colosos está cambiando de signo tras más de treinta meses de predominio del equipo de Vasile, italiano formado en la escuela berlusconiana, que ve cómo se desgasta su oferta televisiva.

La retirada de programas de antena, contraprogramación o recuperación de productos retirados al almacén de tiempos mejores, son mecanismos de gestión para solventar crisis en el negocio. Todo menos quedarse quieto y eso es lo que ha hecho T5 a la vista de los malos resultados y bajos rendimientos de una parrilla empeñada en retorcer, torcer y darle vueltas al modelo populachero y gritón de una manera de hacer tele que termina agotando al telespectador, aburrido de telerrealidad, tele basura y formatos manidos y exprimidos hasta la saciedad.

El pagano de la crisis, Jorge Javier Vázquez, que pensaba conducir GH con la zurda y ha estado a punto de estrellarse, y le han dado un respiro suspendido la emisión de Sálvame de luxe, el programa estrella de un conductor necesitado de una visita al taller de reparaciones profesionales. Son turbulencias mediáticas que pueden terminar en accidente.