Vitoria - La vigésima edición del Festival de Cortometrajes de Gasteiz Cortada ya es historia. Con la Noche Freaky Power y la gala de entrega de premios conducida por Gorka Aginagalde e Iñigo Salinero Txaflas se puso el punto final a unas jornadas intentas que han tenido al Aula Fundación Vital como punto de referencia, aunque como en los últimos años, la cita arrancó el martes desde el Campus de Álava.

En lo que al palmarés se refiere y de entre los 100 títulos participantes en el festival dirigido por el realizador alavés Kepa Sojo, el jurado de este 2016 decidió que el primer premio fuese a parar a Timecode, de Juanjo Giménez, que suma así un nuevo reconocimiento dentro de un camino que ya ha triunfado, por ejemplo, en el pasado Festival de Cannes relatando esta historia sobre una relación entre dos vigilantes de un aparcamiento subterráneo que en realidad nunca coinciden en sus horarios laborales.

Además, el galardón de la sección Gureak al mejor corto vasco fue a parar a Mikel Rueda por Caminan, mientras que el premio Hemengoak, que distingue a la mejor producción alavesa, quedó en mano de Ilune Díaz por Impulso. En cuanto a las preferencias del público, sus votos eligieron como la mejor propuesta de este año Villa Mnemósine del gasteiztarra Rubén Salazar.

En lo que respecta al resto del palmarés, la mención especial del jurado correspondió a El divino de Sendoa Cardoso, mientras que hubo dos triunfadores en la sección de mejor documental: Gure hormek de Las chicas de Pasaik (compuesto por la gasteiztarra María Elorza y la donostiarra Maider Fernández) y Julia de Castro, De la Puríssima: Anatomía de una criminal de Javi Giner. La mejor animación, por su parte, fue para Beti bezperako koplak de Ageda Kopla Taldea.

Asimismo, las distinciones universitarias se entregaron a Marc Barceló por Mater salvatoris (en el caso de la categoría UNIlabur) y Sergio Juarros por Actores de reparto (dentro de EHUlabur). Y no hay que olvidar que el premio de la noche freaky correspondió a Piel canela de Alejandro de Vega.

A partir de aquí es hora de empezar a mirar a 2017 sin perder de vista el camino que Cortada ha recorrido en estas 20 ediciones, una senda que no siempre ha sido fácil (de hecho, hay que recordar que el certamen no se celebró un año y que esta crisis económica casi se lo lleva por delante si no llega a ser por Sojo y el apoyo de la Universidad del País Vasco). Un futuro reforzado, desde el año pasado, con la designación de la cita como evento calificador para los Goya, algo que sólo ocurre con otros 29 festivales del Estado, y los Forqué. Un mañana que, como expresó su director hace unos días, quiere pasar también por abrirse a los cortometrajes de producción europea. De momento, se va a intentar abrir un pequeño espacio pero con la intención de ampliarlo. Todo lo que sea sumar, en realidad, será bueno para el evento y para los amantes de los cortos, que no tienen muchas oportunidades de disfrutar a lo largo del año con este género y menos desde una plataforma con esta relevancia e impronta.