el rock es mejor si está lleno de sentido, pasión e intensidad”, aseguró el veterano rockero Willie Nile a DNA. El estadounidense, un currito del rock sin la suerte de otros grandes que le veneran, caso de Bruce Springsteen, Bono, The Who o Bob Dylan, sigue en uno de los momentos más altos de su guadianesca carrera con World war Willie, el disco que le acerca nuevamente a Euskadi el próximo jueves, día 8, en un concierto en el Kafe Antzokia bilbaino.

La canción que abre el último disco de Nile (nacido Robert Anthony Noonan, en junio de 1948) define a la perfección al músico de Buffalo. Se titula Forever wild y en ella, a sus 68 años, sigue alardeando de juventud, marcha y rebeldía, como si fuera un adolescente. Cuando tenía esa edad biológica, se alimentó de la música que oía en casa. “Mi abuelo era pianista y tocó durante dos décadas con todos los músicos de vodeville que pasaban por la ciudad. Mis hermanos mayores traían discos de rock´n´roll a casa, así que estuve oyendo muy buena música desde la cama”, rememora el rockero.

Nile optó por el piano para después decantarse por la guitarra. Hoy, salta de uno a otro según tenga que interpretar “nanas y canciones de amor” o “tirar las paredes abajo”, respectivamente. El rockero, al igual que compañeros como Elliott Murphy, parecía predestinado a convertirse en una estrella del rock cuando publicó su debut discográfico homónimo, en 1980. Las críticas no pudieron ser mejores y los acólitos se multiplicaron con su continuidad, un fantástico Golden down que incluía clásicos como Poor boy, Shine your light, Les Champs Elysees, la balada I like the way o Hide your love.

Curiosamente, no pasó nada. “El dinero me habría encantado y habría tenido una vida más fácil pero la fama es una ilusión imprudente y nunca me interesó”, explica. “Cuando me haya ido del planeta, mi música seguirá ahí por sí sola. Y tener o haber tenido a Springsteen, Bono, Dylan, The Who, Lucinda Williams, Lou Reed, The Clash o Joey Ramone como fans, significa para mí más que cualquier lista de éxito”, apostilla. Con la industria dándole la espalda durante años, su carrera artística se enderezó en este milenio con la edición de discos altamente recomendables.

Beautiful wreck of the world, en 2005, marcó su ascensión artística en la última década, desde su propio sello, y la reanudación de sus visitas a Euskadi. Streets of New York, House of a thousand guitars, The inocent ones, American ride... Sus trabajos más recientes abren el camino de un compositor, cantante y guitarrista que dice ser “hijo de la música” de Jimmi Hendrix, Hank Williams, Robert Jonson, Dylan y los Stones.

el aitite le da al rock “Me gusta la variedad de estilos”, reconoció. La última prueba es su disco actual, el décimo, World war Willie, que está repleto de referencias clásicas y se abre con el rock fresco (con guiños al piano del Springsteen más efervescente de The river) Forever wild. Su eclecticismo es tal que se divierte con canciones con aire de himno como Let´s all come together; rock pesado a lo Romantics en Grandpa rocks; guiños a clásicos como Eddie Cochran en la canción que lo titula; baladas electro-acústicas como Beatiful you; piezas de regusto a blues, caso de Citibank Nile, o con aires a lo Mink de Ville, en Runaway girl; o al rockabilly en Hell yeah.

Nile sigue fiel a su filosofía vital y creativa, la que le hace combinar las letras de amor (en la preciosa Beautiful you), lúdicas y divertidas con otras comprometidas que recuerdan al disco The inocent ones, que dedicó a “las víctimas de la guerra, la pobreza, la crueldad y la ignorancia”. En Let´s all come together, tema que remite a This land is your land, de Woody Guthrie, critica la inutilidad de la guerra mientras que en Forever wild, Bad boy o Grandpa rocks alardea de rebeldía y juventud, y niega que “el abuelo no está todavía listo para el ataúd de pino”.

Sendos homenajes a dos de sus héroes fallecidos: uno a Levon Helm, batería y cantante de The Band; el otro a Lou Reed, con una versión de Sweet Jane, completan un disco que incendiará el jueves el Antzokia.