Un siglo después de que viera nacer el Cabaret Voltaire y los primeros coletazos del dadaísmo, Zúrich acoge la gran cita artística Manifesta, un punto de encuentro de creadores de todos los lugares que ahora cumple su undécima edición -recaló en San Sebastián en 2004 y en Murcia, en 2010-, con la figura del alemán Christian Jankowski en su ADN, ya que actúa como comisario principal y traslada sus fórmulas de trabajo al tema principal de la cita, cuyo título es Qué es lo que hace la gente por dinero. En esta bienal europea, que se celebra desde el pasado sábado, 11 de junio, y hasta el 18 de septiembre, toma parte el artista navarro Fermín Jiménez Landa (1979). Él, como el resto de convocados, entre los que se encuentran el madrileño Santiago Sierra (1966) y el catalán Carles Congost (1970), se ha sometido al modus operandi de Jankowski para la cita, en la que a cada artista se le ha asignado una profesión determinada.
“Las reglas del juego que inventó Jankowski consistían en que el artista elegía una profesión y el equipo de Manifesta, desde Zúrich, localizaba a alguien de esa profesión dispuesto a convertirse en el anfitrión del artista”, cuenta Jiménez Landa, quien, antes de la inauguración de la bienal, tuvo que viajar a Zúrich para que su anfitrión, el meteorólogo Peter Wick, le enseñara su lugar de trabajo y los pormenores de su oficio. “A partir de ese encuentro, los artistas proponíamos un proyecto y debían plantear obras para su lugar de trabajo y para el museo”, agrega. Por ello, el artista navarro propuso una “intervención invisible” para este meteorólogo y hombre del tiempo, es decir, le propuso “alterar la temperatura de su estudio”. Así, la temperatura irá variando durante los cien días de la bienal en función de la prevista para el día siguiente. “Dos grados más si creen que mañana habrá dos grados más, etcétera”, subraya Jiménez Landa, y explica: “El público es informado por un vídeo en el que el propio hombre del tiempo va explicando que si a partir de ese día le vemos en la televisión abrigado o sudando es por mi intervención, un vídeo que también está en el museo”.
Dentro del museo, que tiene una temperatura controlada, hay una sauna activa que contiene un congelador también activo. “El objetivo es que en el centro de la pieza haya la misma temperatura que fuera”, dice el artista, ya que se trata de una “especie de situación absurda que vuelve a trabajar con la temperatura, algo muy simple, pero con unos aparatos que te llevan a pensar en la relación entre cuerpo y tecnología, con el sudor, con los alimentos...”. En otra esquina de la sala que ocupa el proyecto de Jiménez Landa se encuentra una olla a presión con alta presión en su interior y un barómetro. “No podemos saber cuánta presión hay sin abrir la olla y alterar la situación”, añade.
Además, también ha trabajado con otro meteorólogo muy distinto a su anfitrión, un profeta que adivina el tiempo dejándose cubrir por hormigas. “Me pareció fascinante su método totalmente anticientífico y mucho más artístico que muchas de las cosas que yo hago”, cuenta el artista, a quien le gusta pensar que con este proyecto “a alguien del público le haya perturbado un poco su percepción del día a día, del clima, de los objetos, de las temperaturas y de la ecología”.
Fermín Jiménez Landa fue contactado por Christian Jankowski en ARCO de 2015, mientras el comisario realizaba una visita de investigación. “Varias personas le dijeron que el planteamiento del proyecto tenía muchas conexiones con mi manera de trabajar y como yo no estaba en su agenda improvisamos un encuentro rápido en un bar”, comenta el artista. Para él, tener que trabajar bajo el comisariado de Jankowski está resultando una experiencia “muy divertida”, ya que, según opina, “es una persona muy inteligente y muy rápida”. “Era un poco vertiginoso por esa velocidad que él tiene y porque Manifesta se desdobla en muchos proyectos -cuenta el navarro-. Me hubiera gustado estar más a menudo sentado con un café debatiendo tranquilamente, pero la máquina iba a otra velocidad”.
“Siempre es interesante aunque reconozco que Zúrich es duro”
La idea final de esta undécima edición de Manifesta es que todos los artistas trabajen desde el contexto local y que sean otros profesionales, ajenos al mundo del arte, los que desarrollen o completen la obra. Algo que no le es extraño a Jankowski, famoso por convertir sistemas alejados del mundo del arte en parte integral de su proyecto, desde destaca, por ejemplo, Telemística (1999), con el que consultaba a diferentes videntes televisivos sobre su propio devenir en la Bienal de Venecia. “Trabajar desde el contexto local siempre es interesante, pero hay que reconocer que Zúrich es un contexto muy duro, un hueso duro de roer, con demasiado dinero”, sostiene el artista.
Jiménez Landa, que vivió como espectador otras ediciones de Manifesta, aplaude la de este año por tratarse de una bienal diferente. “Todo lo que tiene de caótica lo tiene de extraordinaria”, subraya. “Creo que el formato de exposición queda eclipsado por el proceso, algo muy bien resuelto con las películas de cada proyecto visionadas en una plataforma flotante en el lago”, señala, y apunta: “Durante toda la bienal ocurren cosas, todas las noches hay performance en el Cabaret Voltaire y yo iré a poner música en agosto”.