Algunos tienen Mendizabala cerca de casa, así que el camino de vuelta ha sido fácil. A otros Gasteiz tampoco les pilla demasiado lejos y a lo largo de esta pasada madrugada han regresado a sus puntos de origen. Pero para unos cuantos azkeneros, hoy es día de viaje. Los hay, eso sí, que van a aprovechar para quedarse unas jornadas más por el País Vasco. O los que tienen la mirada puesta en Barcelona para encontrarse mañana con Neil Young. Todos, eso sí, se llevan unas cuantas gotas de agua sobre el cuerpo, un buen puñado de momentos vividos en Gasteiz difíciles de olvidar, más de un regalo en forma de concierto y alguna que otra petición para el futuro de un Azkena Rock Festival que en lo que respecta a su decimoquinta edición ya es historia.

Desde el jueves han estado aquí Mónica y tres de sus habituales compañeros en el certamen desde hace cinco años, un grupo que sube desde Valencia aunque esta vez ha venido algo reducido. “Ya sabes, la gente se casa y no se da cuenta de que no se pueden poner las bodas en junio, claro”, ríe la técnico de prevención de riesgos laborales. Ella, y es una opinión compartida por muchos, echa de menos la tercera jornada del ARF y por eso pide ese regalo en este 15 cumpleaños. “Casi hemos vivido más Azkena con dos días y aunque está bien, el ambiente no es el mismo, incluso aunque llueva, porque para cuando te quieres dar cuenta, te tienes que ir”.

Por supuesto, en las conversaciones se repiten deseos ya conocidos, desde una mejor señalización tanto del recinto como de los hoteles, hostales y pensiones de la ciudad hasta contar con un mejor sonido en algunas actuaciones, sin olvidar la crítica habitual al hecho de no poder abandonar el lugar si se tiene solo entrada de día. Y se comparte, muy a pesar de Primal Scream, la idea de que el evento ha salido ganando con la inclusión a última hora de The Hellacopters.

Pero como ésta ha sido una edición de celebración, a los azkeneros se les pide esta vez mirar hacia el futuro más que hablar de lo disfrutado este año, que ha sido mucho. Un viejo conocido del festival es Arturo, un “currela de la industria asturiana si es que eso todavía existe” que ha sido fiel a Gasteiz en todas las entregas del evento salvo 2002. “Las cosas han cambiado, sobre todo porque cada vez hay más hard rock, pero yo disfruto mucho y supongo que también es una forma de garantizar más gente. Siempre he tenido claro que cuando este festival sea grande, dejo de venir. Si el Azkena es capaz de mantener a la familia aunque sea con algún miembro más y no hace demasiadas tonterías con el cartel, tendrá futuro y contará conmigo. Si pasa a ser masivo y se toma demasiadas licencias con el rock and roll, que es su esencia, entonces adiós”.

La competencia de otros festivales, el precio del abono este año, la prohibición de entrar con paraguas... son temáticas que también se entremezclan en las conversaciones, charlas a pie de asfalto pero también en la Virgen Blanca o en otros puntos de la ciudad. “El ARF tiene dos cosas básicas que no puede perder si quiere llegar a cumplir 20, 30 o 50 ediciones: primero, el rock; segundo, Vitoria”. Lo dice Santi, informático que ha vuelto un año más desde Madrid (“no me ven en el Mad Cool ni loco, aunque me jode lo de Tito Young”). Eso sí, pide al certamen “ambición, igual no para crecer a lo alto pero sí a lo ancho”. Todo se andará.