El fenómeno de la corrupción abarca latitudes mundiales y actualidad presente, y tras la publicación de los llamados Papeles de Panamá, la lista de famosos enfangados en asuntos como evasión de capitales, blanqueo, impagos fiscales y otras lindezas que hermosean la viña del Señor, permiten construir una amplia galería de famosetespillados en estas prácticas egoístas e insolidarias.
Tal es el caso de tres estrellas de la tele y el cine que han visto sus nombres manchados por cuestiones de ingeniería financiera en actividades ladronas y escandalosas. Pedro Almodóvar, Imanol Arias y Ana Duato han saltado a los medios por comportamientos sucios, que han pretendido explicar con argumentos como lo mío ha sido poquito en comparación con Bárcenas o yo no me enteraba de estos chanchulletes cuyos beneficios si gozaba amplia y tranquilamente.
Hay casos de corrupción que perjudican la imagen pública de quienes los cometen y por ello debe de haber una acción ejemplarizante para frenar en seco estas prácticas delictivas. La estupidez de Pedro Almodóvar arrogándose el papel de “figurante” en la tragicomedia de los corruptos no deja de ser añagaza para dar un palo a los medios, culpables, según el manchego de la demonización de los dueños de El deseo.
Lo de Arias y Duato es de juzgado de guardia, defraudando dinero público cuando han cobrado del erario común. La imagen de Imanol y Ana ha quedado dañada y la decisión de los gestores de La 1 al suspender la continuidad de la serie de mayor éxito en el panorama actual de la tele “ Cuéntame”, diecisiete temporadas en antena, ha sido contundente y ejemplar.
Auténtica tomadura de pelo de quienes se creyeron por encima del bien y el mal, libres de compromisos fiscales y más listos que un ejército de ratones colorados. Más listos que el hambre, llenos de glamour y popularidad, pero simple y llanamente cazados por la Hacienda Pública.