Nació como el Centro de Promoción del Arte y la Literatura Arte Activo y su primera publicación vino firmada por el desaparecido poeta Mariano Íñigo. Difícil imaginar, por lo menos aquí, un nombre tan especial -en todos los sentidos- para arrancar la andadura de un proyecto que con el tiempo perdió sus otras vertientes para quedarse sólo con la destinada a la edición. Quince años después son 85 los títulos que configuran un catálogo que tiene previsto celebrar este aniversario con distintos actos que se irán sucediendo a lo largo de las próximas semanas y meses tanto en el territorio como en Bilbao y Donostia.

De hecho, la primera vela se soplará justo el próximo fin de semana en la Plaza Nueva. El sábado y el domingo se instalará, como es habitual por estas fechas, la feria promovida por el gremio de libreros, que ha querido invitar a la apuesta impulsada y dirigida por el también escritor Roberto Lastre para que cuente con un stand propio en el que mostrar, y vender, sus títulos. Asimismo, se están preparando, para llevarlos a cabo a lo largo de la primavera, una serie de recorridos literarios por Vitoria que se detendrán en algunos de los lugares que han aparecido entre las miles de páginas relatadas por distintos autores en esta década y media. Además, sin salir de tierras alavesas, la idea es ofrecer en otoño una exposición con algunas de las obras de arte que han servido para acompañar muchas portadas. En el caso de las capitales vizcaína y guipuzcoana, la intención es realizar encuentros entre escritores alaveses y de cada uno de los territorios que han sido publicados por la editorial, una iniciativa que en el caso de Donostia se llevará a cabo en mayo con el Aquarium como escenario.

Pero el cumpleaños llega sin detener el camino habitual. Las próximas novedades esperan y el ritmo no puede bajar, entre otras cosas porque la crisis económica ha convertido a Arte Activo en uno de los últimos ejemplares vivos en Álava de una especie que parece destinada a la extinción. Con todo, Lastre mira con optimismo al futuro. Primero porque piensa que, en algún momento, “las cosas tienen que volver a su lugar”. En segundo, porque sostiene que su trabajo diario le muestra la existencia tanto de lectores que no buscan “la escritura del entretenimiento” sino que exigen “creatividad y calidad”, como de escritores que cumplen estos niveles y que están explorando vías para dar rienda suelta a sus creaciones. De hecho, a la editorial están llamando cada vez más autores “de renombre” desde ciudades como Madrid o Barcelona, entre otros lugares.

Pedro Tellería, Ángela Mallén, Fernando García Murga, Ángela Serna, Francisco Taboada, Kepa Murua, Amado Gómez Ugarte, Juan L. de la Cruz... imposible resumir tantas y tan variadas firmas. Autores con los que Lastre vive cada libro de manera intensa, un modo de trabajar que también tiene una consecuencia que no gusta al editor: en estos años, salvo una excepción y era una traducción, el euskera no ha encontrado su sitio. “Soy responsable de la calidad de lo que publico y en el caso del euskera me faltan las herramientas para garantizar eso; pero en el futuro es posible que me asocie con alguien que sí pueda hacerlo”.

Proyecto consolidado “Cualquiera puede hacer una editorial. La cuestión no es esa. Lo esencial es que tu propuesta tenga un alcance, una proyección fuera del ámbito local en el que realizas tu actividad”. Ese punto de inflexión llegó para Arte Activo en 2004, cuando en la Feria del Libro de Barcelona entró en contacto con una exportadora (Celesa) y una distribuidora (UDL) que supusieron derribar todo tipo de fronteras. “Hace unas semanas, sin ir más lejos, desde China me llegó un pedido de 15 títulos y para allí que han viajado”.

Esa compañía le supuso al responsable de la firma alavesa poder centrarse de manera completa en su labor de editor, un trabajo que en los inicios se desarrollaba desde dos caladeros principales. Por un lado, las personas que acudían a su taller de escritura creativa, “donde siempre había alguna cosa muy interesante”. Por otro, el ámbito universitario, ya que en la capital alavesa residen profesores “con un potencial literario enorme, también avalado por premios y trayectoria”. Desde esos cimientos se fue construyendo una apuesta que hoy recibe, y publica, propuestas llegadas incluso desde Francia.

“Hay otra cuestión importante para que una editorial sobreviva, que es tener un listón de exigencia. El prestigio que ha alcanzado Arte Activo, y lo digo sin vanidad, es gracias a un catálogo de calidad” sea en poesía, cuento o novela, aunque hay espacio para otras colecciones relacionadas con el arte o el pensamiento. “Queremos, de alguna manera, coger esa parte que llevaba Ernesto Santolaya en Ikusager, puesto que la demanda está y hay que cubrirla”. Lo próximo, en este campo, vendrá firmado por el también periodista Ángel Resa.

Calidad y sostenibilidad Bajo la premisa de que los libros deben tener una vida “larga”, Lastre es consciente de que los obstáculos son varios cuando de una editorial de este tipo se trata. En primer lugar está el cambio de hábitos que hace que sean pocos los lectores que hoy van a las librerías a dejarse aconsejar y pocos los libreros capaces de controlar todo lo que tienen en la tienda “cuando están recibiendo 600 novedades al día”. Echa en falta, además, espacios, en estos comercios, dedicados de manera específica a los autores locales, una manera de ayudar a una promoción que se hace muy complicada frente a los grandes grupos editoriales.

Y aún con todo, Arte Activo está empezando a ver en los últimos años “que los números rojos cada vez quieren ser más azules”. La clave para Lastre está en recuperar la inversión: “si cuadras eso, no has ganado dinero pero has aportado una pieza estética a la realidad”, y tal vez por eso cada vez que recibe un ejemplar recién salido de la imprenta siente “euforia”.

Con todo, la aventura económica no es fácil, sobre todo con la crisis de por medio, una situación que ha llevado a la editorial a hacer tiradas más pequeñas, pasados ya los años en los que los impresores “tenían más paciencia”. También hay que contar con la complicidad de los autores “para que convoquen a mucha gente en las presentaciones, puesto que allí se hace mucha venta directa”.

La relación con los escritores es un sello de la casa para Arte Activo. “Lo malo de las autoediciones es que el autor no tiene con quién contrastar la calidad de lo que hace. En el mundo normal, vas a un agente literario con un resumen de tu obra. Si le interesa, el agente te pide el manuscrito y se da cuenta al instante de que aquello hay que trabajarlo, para lo que cada uno tiene sus negros, que te ponen a punto el texto, un trabajo que al autor se le cobra sin saber siquiera si el título va a terminar en una editorial. Todo ese proceso es algo que yo he asumido. Cuando hago un libro, me involucro con el escritor y también es mía la responsabilidad de lo que hay escrito” puesto que no quiere encontrarse con situaciones de dejadez “demasiado habituales en España”, un mercado en el que cada vez se cuidan menos aspectos tan fundamentales como el proceso narratológico.