Su paso en directo por el escenario del BEC dinamitó la generalizada imagen pública de artista comercial y pop de Elton John. Si bien es cierto que en casi medio siglo de carrera ha vendido en torno a 300 millones de copias, el compositor, cantante y pianista nombrado Sir grabó en los 70 discos de indudable brillo artístico, entre el rock, el r&b y el glam, y en los últimos años, ya cerca de convertirse en septuagenario, ha recuperado la buena forma, alejándose del pop y mirando hacia atrás, hacia los años 70, como demuestra su disco actual, Wonderful crazy night (Mercury. Universal), de nuevo con Bernie Taupin de colaborador.
Si bien la mayoría recuerda al británico -nacido Reginald Kenneth Dwight en Middlesex, en 1947- por su música almibarada de los años 80 y 90 y su imagen tendente casi siempre hacia lo hortera y lo kitsch, conviene no olvidar sus grandes discos de los años 70 -con Madman across the water y Goodbye yellow brick road al frente- y su reactivación en el último milenio, bien con producciones compartidas con el gran compositor Leon Russell o con discos propios que han pasado injustamente desapercibidos como Songs from the West Coast y el reciente The diving board.
El autor de My song, Cocodrile rock y Candle in the wind, acaba de publicar Wonderful crazy night, su trigésimo tercer álbum, co-producido junto al gran T-Bone Burnett y grabado en el Village de Los Ángeles. Y no resulta extraño el aroma setentero que desprende, una vez conocido su plantel de colaboradores, con Bernie Taupin al frente, autor de las letras de John desde hace casi medio siglo. Además, han colaborado el batería Nigel Olsson y el guitarrista Davey Johnstone, músicos de estudio y carretera del británico desde principios de los 70, el percusionista Ray Cooper, el bajista Matt Bissonette y el teclista Kim Bullard.
Elton, un grande de la historia del rock, en excelente estado de forma y con una espectacular banda de acompañamiento, opta en su nuevo CD por regresar a su mejor época artística, las de los años 70, con un trabajo que da protagonismo al rock y las guitarras, junto a su piano, y reniega de los sintetizadores y de las melodías y estribillos edulcorados, como ya hiciera en su álbum precedente, The diving board.
rock sureño Elton ha reconocido al periódico Dayly Mail que el disco indaga en el rock sureño de los 70, el que practicaban bandas que él admiraba como Little Feat y Canned Heat. A pesar de ello, “no quiero regodearme en la nostalgia”, abundó, para defender que su última decena de canciones son “un ejemplo de la energía y la alegría que tengo ahora en mi vida, por las que estoy muy agradecido”. De hecho, Wonderful crazy night es un disco alegre y que confirma “el buen momento” personal y artístico de su autor. “Tengo una gran banda, una gran carrera, una gran relación con mi marido, dos hijos maravillosos? Sólo quería volver atrás y hacer un disco que sonara como lo que estamos tocando en el escenario”, apostilló.
Elton, que podría estar componiendo para el disco nuevo de Lady Gaga, lo ha logrado con un álbum que él compara con Rock of the westies, editado a mitad de los 70, y que, desde su tema titular recuerda, con su piano, una noche perfecta dominada por “corazones de fuego”. El resto oscila entre el rock suave de Claw hammer, con un puente psicodélico que recuerda a The Doors; los ecos sureños y soul de In the name of you; el amoroso medio tiempo Blue wonderful; el aire vaquero de I´ve got 2 wings; los ecos negroides con saxo de A good heart; el single Looking up, entre el r&b y el rockabilly y con un fiero solo de guitarra eléctrica; la tonada folk de Tambourine; y el ritmo inicial endiablado de Guilty pleasure, acompañado después de guitarras con ecos de The Byrds.