Pekín - El veto del Gobierno chino a Miss Canadá ha sacado a relucir uno de los temas más sensibles para el régimen, Falun Gong, un grupo religioso que cuenta con miles de seguidores por todo el globo y que en China es considerado un “culto diabólico”. Miss Anastasia Lin, de nacionalidad canadiense pero china de nacimiento, ha hecho alusión en múltiples ocasiones a este asunto al denunciar la persecución que vive el grupo a través de documentales, películas y, recientemente, desde la plataforma que le dio su corona de belleza canadiense. “La simple afiliación (a este grupo) puede llevar a un castigo criminal o ilegal en China. En el país, sus miembros están perseguidos a través de detenciones, encarcelamientos y torturas”, explica a Efe Maya Wang, investigadora de Human Rights Watch.
Los seguidores de Falun Gong, cuya doctrina combina principios budistas y taoístas con prácticas de relajación tradicionales y creencias sobrenaturales, suponen una “gran amenaza” para el régimen en cuanto a que son un grupo organizado que no está bajo el control del Partido Comunista (PCCh), explica desde el anonimato otra experta que ha tratado múltiples casos relacionados con este culto. Fundado en 1992 por Li Hongzhi, antiguo soldado que se exilió en EEUU, Falun Gong fue ilegalizado en China en 1999, en un momento en el que el PCCh consideró que le podía hacer sombra cuando sus seguidores llegaron a 70 millones, según datos oficiales.
sin visado A pesar de que al principio fue tolerado, su auge llevó al Gobierno a variar su política y comenzó una campaña de desprestigio. “Cuando hice de líder estudiantil en el colegio al que iba en China, parte de mi trabajo era reforzar la conformidad ideológica de los estudiantes. Incluso les organicé para que vieran propaganda del Partido Comunista que vilipendiaba a Falun Gong”, cuenta a Efe la Miss, después de trasladarse a vivir a Canadá a los 13 años junto a su madre, donde, poco a poco, se dio cuenta del “adoctrinamiento” que sufrió. La joven ha combinado su trabajo de actriz con estos intereses, al participar en documentales o películas en las que se critica la persecución de este grupo en China y la falta de libertades. “Sólo en septiembre, las páginas de Falun Gong recibieron información sobre unas 1.300 personas detenidas o secuestradas por agencias de seguridad (chinas)”, precisa la joven, quien no obstante asegura que la represión a este grupo “no es tan intensa” como hace unos años. Lin siempre creyó que podría mejorar la situación en su país de origen “creando conciencia” y al hacerse con la corona de Miss Canadá vio clara la oportunidad. Elaboró un vídeo para apoyar su candidatura en el que arrojaba luz sobre esta persecución y pretendía que fuera incluido en el concurso celebrado en Sanya, al que finalmente no ha podido asistir al serle denegado el visado de entrada a China. “Quiero hablar por aquellos que no pueden hablar”, cuenta en el vídeo, en el que afirma con pesar que China “solía ser un lugar muy rico en prácticas religiosas. Pero ahora está todo reducido a eslóganes políticos”, lamenta. En julio, cuando denunció que su padre, que aún vive en China, estaba sufriendo presiones por la defensa que ella hacía de las libertades, se mostraba aún confiada en que el Gobierno le dejaría competir. “¿Cómo demostrarían al mundo que se merecen organizar una competición internacional como Miss Mundo y los Juegos Olímpicos de Invierno si no quieren permitir que gente que tiene una opinión distinta entre al país?”, se preguntó entonces. Sin respuesta de Pekín, ahora sigue esperando el apoyo público del Gobierno canadiense o de los organizadores de la competición.