venecia - Everest abrió ayer la 72 Mostra de Venecia con una historia real, una lucha entre los seres humanos y la naturaleza, llena de caras conocidas -Jake Gyllenhaal, Jason Clarke, Josh Brolin o Keira Knightley- en la que su director, Baltasar Kormákur ha buscado lo íntimo dentro del espectáculo. “Quería hacer un filme íntimo, como una película indie, pero espectacular como un blockbuster (éxito de taquilla)”, explicó el islandés Kormákur en la rueda de prensa de presentación de una película que fue recibida con tanta frialdad como la que muestra en la pantalla.
Everest, rodada en 3D, cuenta una tragedia que ocurrió en 1996 durante los días en que las escaladas de turistas se apelotonaban en las subidas a la montaña más alta de la tierra, con 8.848 metros. Un desafío que muchos se toman como un deporte, otros como una aventura y algunos como un negocio, tal y como relata una película que ha tratado de ceñirse a los hechos sin renunciar al espectáculo.
La altura impidió al equipo rodar gran parte de la película, como tenían previsto, en los escenarios reales ya que solo pudieron aguantar un tiempo en el campamento base (a unos 5.500 metros de altitud), pero más arriba era imposible desarrollar un rodaje normal.
El equipo se trasladó entonces a los Dolomitas (en la frontera entre Austria e Italia) y rodaron otra gran parte en los estudios británicos de Pinewood, usando imágenes reales de la montaña. “Quería que los actores interactuaran con la naturaleza, que fueran lo más realistas posibles” y de ahí la necesidad de que estuvieran en los escenarios reales. “Se lo hice pasar mal, pero nos los puse en peligro”, precisó Kormákur. “Hubiera sido impensable hacer esta película sin ir allí”, a los lugares en los que se desarrolló la tragedia, explicó Clarke, protagonista de la historia.
Jason Clarke interpreta al neozelandés Rob Hall, responsable del ascenso de un grupo de turistas -desde un cartero a un periodista o una experta escaladora japonesa- que habían contratado la escalada con su compañía y que murió tras ayudar a uno de ellos a llegar a la cima pese al brutal empeoramiento de las condiciones meteorológicas. Los actores intentaron saber todo lo posible de los personajes que interpretan y Clarke incluso se fue a escalar a Nueva Zelanda con Jan Arnold, la viuda de Hall, papel que realiza Knightley.
Para Josh Brolin, al final fue una “experiencia de aislamiento” puesto que para cada uno fue un drama de una forma diferente. Su personaje, Beck Weathers, es un texano que solo se siente feliz en la montaña pero que no está preparado para realizar una ascensión tan dura como la del Everest. “Era una responsabilidad muy grande, demasiado incluso” el interpretar a una persona que existe.
Para Gyllenhaal también fue complicado dar vida a una persona real, especialmente por que sus hijos le llamaron para expresarle su preocupación por cómo su padre quedaría reflejado en la pantalla. “Me senté con ellos para saber quién era su padre para ellos y para sentirle a través de ellos. De esa forma pude encontrar la energía necesaria para el personaje”, explicó.
Emily Watson aseguró que interpretar a personas reales es lo que realmente le gusta de su trabajo. “Contamos lo que pasó, sin falsearlo”, aseguró la actriz británica en una rueda de prensa en la que estaba presentes algunos de los protagonistas reales de la historia. “He intentado ser lo más fiel y realista posible” pero sin renunciar a contar una historia cinematográfica, agregó Kormákur.